Cultura

Picasso habla en primera persona: un libro recopila 130 entrevistas con el artista

Rafael Inglada, uno de los principales investigadores de la vida y obra del artista

Rafael Inglada, uno de los principales investigadores de la vida y obra del artista

"Lo que la gente escribe sobre mí está generalmente lleno de chorradas", se lamentó una vez Picasso, que se expresa en primera persona en un libro que reúne 130 entrevistas periodísticas y conversaciones con las que se pueden conocer, sin intermediarios, sus verdaderas opiniones.

Su autor es el malagueño Rafael Inglada, uno de los principales investigadores de la vida y obra del artista, que ha dedicado más de tres años de trabajo a "Pablo Picasso. Libro de las conversaciones", publicado por la editorial Cántico, y que recoge textos fechados entre 1913 y 1971.

"Hay tanto entrevistas periodísticas como conversaciones más informales con amigos", explica en una entrevista con EFE Inglada, que resalta que se trata de la mayor antología editada hasta ahora en el mundo con las palabras del artista.

Apunta que Picasso "no era nada amigo de conceder entrevistas, y nunca le gustó hablar de su obra ni hacer teorías, que era algo que le molestaba", por eso a veces se muestra "como un hombre parco al dar sus opiniones, salvo al estar entre amigos, cuando había una confianza mucho más grande, y esto se ve en el libro".

"Muchas veces hay que sacarle las palabras de sus silencios"

"Se muestra como un tipo con mucho humor, muy irónico, y se nota perfectamente cuándo Picasso está cómodo y cuándo no, porque muchas veces hay que sacarle las palabras de sus silencios", señala el autor, que añade que esta obra "da aspectos muy inéditos de cómo era Picasso".

Para ello son "fundamentales" los preámbulos de estas entrevistas, que revelan detalles de la casa o el taller del artista, cómo solía vestir este o sus actitudes en su vida cotidiana.

Inglada ha querido huir "de las clásicas conversaciones ya publicadas en otros libros con Brassaï, Françoise Gilot, Roberto Otero o Palau i Fabre", y "buscar en los periódicos perdidos, la mayoría en francés, pero también en ingles, en español, en italiano, en alemán, en holandés o en polaco".

Por ello, este trabajo ha incluido la traducción y revisión de los textos, y algunas de las entrevistas "ven la luz de nuevo después de más de cien años", destaca el autor.

Uno de los hallazgos que le ha dejado "perplejo" ha sido comprobar que las conversaciones de Picasso con el marchante y editor Kahnweiler, "tan conocidas por los investigadores picassianos, nunca habían sido publicadas en español".

"El público general descubrirá en este libro a un Picasso muy divertido, muy mordaz y muy español, que cuenta cosas muy sorpresivas de su propia obra", según Inglada.

La actitud distante de Picasso hacia el entrevistador se observa, por ejemplo, cuando a Rosemonde Gion de Romesnil le dice en 1930: "¿Qué quiere saber, señorita? Tiene aspecto de querer echarme las cartas", o cuando en 1933 responde: "Esto es un atraco. Yo no he venido a Barcelona a someterme a la impertinencia periodística".

Huye de encasillar su estilo ("Técnica no la tengo, o más bien tengo una, pero muy vagabunda, según el humor que tengo cuando comienzo a trabajar") o juega al despiste con sus respuestas ("¿El fin que me he propuesto haciendo cubismo? Ninguno. Pintar y nada más").

Su mordacidad surge cuando le preguntan en 1935 cuál de los libros publicados sobre su obra le ha gustado más: "Uno en japonés, que acaba de salir, y que no podré leer nunca", y revela su continua búsqueda cuando, a los 80 años, proclama: "¿Mi mejor periodo? ¡Pues el siguiente!"

Rechaza desentrañar sus obras ("¿Desde cuándo un cuadro es una demostración matemática? No está destinado a explicar, sino a suscitar emociones en el alma del que lo contempla") y desanima a quien lo intente ("¡Entender mis pinturas! ¿Acaso entendemos el amor?")

Picasso sorprende al confesar que su obra como escritor "es tan extensa como la de pintor", porque "materialmente" dedicó "el mismo tiempo a ambas actividades".

"Quizá, algún día, después de haber desaparecido, apareceré en los diccionarios descrito así: 'Pablo Ruiz Picasso. Poeta y autor dramático español. Se conservan de él algunas pinturas'", dijo a sus 90 años.

En 1932 se lamentaba de no ser conocido en Málaga ("En mi tierra es donde menos me conocen, y figúrese qué poca gracia puede hacerle a uno que lo conozcan en todas partes mejor que en su casa"), y un año después confesaba su deseo de volver ("Quisiera ir a Málaga, mi ciudad natal, adonde no he vuelto desde 1900").

"Pienso regalar gran parte de mis obras a Málaga, a mi pueblo natal", anunciaba en 1957 durante un almuerzo en su casa en el que los comensales se sobresaltaron cuando un cuadro se descolgó de la pared y cayó con estrépito sobre un mueble. "Este parece que ya quiere irse a Málaga", bromeó el pintor.

Y, como una muestra más de que su trabajo como artista estaba por encima de las entrevistas periodísticas y las charlas con amigos, en 1971, ya universalmente reconocido y solo dos años antes de su muerte, zanjó así una conversación: "Me voy a trabajar. Hay que ganarse la vida".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios