El final del verano tenía reservada una sorpresa: ayer martes hizo un calor notable que se sintió especialmente en un Palacio de los Deportes Martín Carpena abarrotado (sólo quedaron sin ocupar algunas butacas de visibilidad parcial) para recibir a Alejandro Sanz en su concierto de presentación de su nuevo álbum, Sirope. Y aunque el cantante y compositor ya hizo lo propio en Marbella (buena parte del público congregado ayer ya había estado allí), para su cita malagueña se reservó algunas sorpresas. La más sonada fue la aparición de Abraham Mateo para la interpretación en plan dueto de Desde cuando, el cuarto tema del abultado set list que Sanz interpretó ayer ante su público. Y las consecuencias no se hicieron esperar, con un mar de móviles esgrimidos para captar el momento. La aparición del joven discípulo, que se venía rumiando en los prolegómenos, incendió las redes sociales, aunque en este sentido hubo división de opiniones: los fans de ambos artistas no dudaron en expresar en Twitter su emoción por una comunión que poco antes habría sonado a cuento de hadas, aunque a algunos seguidores de Alejandro Sanz les pareció, más bien, una tomadura de pelo. Abraham Mateo, de cualquier forma, cumplió su sueño, y lo hizo en Málaga. La ocasión fue inolvidable para muchos, y a tenor de los muchos gestos de agradecimiento que demostró, para él antes que a nadie.

Por lo demás, y a pesar de que el Martín Carpena era una caldera en la que no hubiera venido nada mal un poco de refrigeración, Alejandro Sanz ofreció justo lo que se esperaba: una revisión a fondo de Sirope y de un ramillete nada desdeñable de clásicos de su ya enorme repertorio, acompañado por una más que solvente banda de una decena de músicos virtuosos y eficaces a la par. Tras el consabido vídeo en pro de la salvación del Ártico marca Greenpeace, abrió fuego El club de la verdad, a la que siguieron Tú la necesitas, No madura el coco y la citada Desde cuando con Abraham Mateo. El protagonista de la noche puso especial empeño en llamar "guapa" a Málaga antes de enfilar Quisiera ser y No me compares, sazonadas con jugosos interludios instrumentales y espectaculares juegos de luces, en una apabullante puesta en escena. La música no se toca levantó al público de sus asientos con el ambiente ya a flor de piel, y Sanz terminó de meterse al respetable en el bolsillo con Amiga mía, Y si fuera ella y otros imperdibles que brillaron en la noche. Hubo Sirope para todos. Hasta la próxima tanda.