Eugenio Chicano

Romper moldes en un mundo clásico

  • Las hermandades malagueñas cuentan con numerosas obras de Chicano, que siempre mostró su predilección por la hermandad de Zamarrilla

Eugenio Chicano, en la presentación del mural de la Sala Capitular de la Agrupación de Cofradías, en 2012.

Eugenio Chicano, en la presentación del mural de la Sala Capitular de la Agrupación de Cofradías, en 2012. / Javier Albiñana

En 2016, el escenario del Teatro Cervantes contó con un plantel especial en el pregón de la Semana Santa. Junto al desaparecido Antonio Guadamuro subieron a las tablas Ana María Flores, Coco Jurado, Antonio Garrido Moraga y Eugenio Chicano. Salvando al artista, todos ellos forman parte de la nómina de exaltadores de las cofradías malagueñas. Al menos en el verso. Con la pintura, el maestro plasmó el "grito en la pared" durante décadas para que sus pinceles dejen un recuerdo irrenunciable. Otra forma de versar sobre una pasión transversal.

En el bote de pinceles que espera en calle Cristo de la Epidemia quedan carteles terminados y otros que no podrán ver la luz en 2020. Monte Calvario contará con su obra, mientras que Pollinica se conformará con el del presente año, a pesar de haber decidido volver a contar con Chicano hace apenas una semana. A ellos acompaña la corporación hispalense de Carmen, el Nazareno de las Torres de Álora y la archicofradía de la Expiración.

En pequeño formato son incontables las obras que Eugenio Chicano realizó para las hermandades malagueñas. Desde los anunciadores de salidas procesionales a los aniversarios, pasando por el oficial de la Semana Santa en 2001, donde plasmó a la Virgen de Gracia, y el mural que desde 2012 preside la sala capitular de la Agrupación de Cofradías.

Pero su principal obra llegaría a calle Hilera ante el encargo que le realizó la archicofradía de la Esperanza. El techo de su salón de tronos se encontraba vacío hasta que Chicano aceptó en 2002 el encargo de mayores dimensiones que realizó para el mundo cofrade. En total son nueve paneles que llenan 300 metros cuadrados divididos en tres calles: en el centro, el cielo; en los laterales, la historia del Nazareno y de la Virgen. A través de sus redes sociales Carlos Ismael Álvarez, abogado y ex hermano mayor de la Esperanza en cuyo mandato se realizó la obra, recordó al artista con una foto y el texto "que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero...".

Pero si algo definió la faceta cofrade de Chicano fue la Virgen de la Amargura, de la cofradía de Zamarrilla, a la que pintó en innumerables ocasiones. La última de ellas para anunciar su salida procesional del pasado Jueves Santo. A pie de su ermita esperaba cada Semana Santa para acompañar a la apertura de puertas de la corporación nazarena. A su leyenda dejaría las palabras que dedicó en el pregón de 2016, culminando con una petición aplicada por las hermandades a las que prestó y cedió su arte: "pedimos a la Niña de la Amargura que también a nosotros nos tenga y nos proteja bajo su manto, ahora y en la hora de muestra muerte".

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