Cultura

Una tierna fábula sobre la bondad humana clausura el certamen

  • El joven Aitzol Aramaio debuta en el largometraje con 'Un poco de chocolate', filme en el que ha reunido a un excelente reparto capitaneado por Héctor Alterio

Asegura el joven cineasta Aitzol Aramaio que cuando leyó la novela de Unai Elorriaga Un tranvía en SP (ganadora del Premio Nacional de Narrativa en 2002) sintió la necesidad visceral de convertir ese relato en cine. Sobre todo por la "actitud positiva ante la vida" que mantiene el protagonista y su capacidad de contagiarla a todos los que tiene a su alrededor. Mágica, serena y con toques de humor, Un poco de chocolate fue la película elegida para clausurar ayer la undécima edición del Festival de Málaga.

Héctor Alterio es Lucas. Acaba de salir del hospital y su cabeza navega ya entre la cotidianidad y la fantasía. A él y a su hermana María les acompañan los fantasmas de los seres amados que han perdido por el camino, pero también cuentan con una presencia inesperada, la de un chico que se ha colado en su casa durante su ausencia. Marcos huye de un ambiente familiar asfixiante y encuentra junto a Lucas y María una compañía sincera y amable. Roma, tan sola como Marcos, vivirá con éste su gran historia de amor. Todo esto localizado en el puerto viejo de Bilbao, que se convierte "en un personaje más de la cinta", afirmó su director. "Cuando entras en él parece que has llegado a otro lugar en el que el tiempo se para y van a otro ritmo", añadió Aramaio.

Julieta Serrano, Daniel Brühl y Bárbara Goenaga forman parte del plantel de actores protagonistas. "Era muy importante la comunión entre juventud y vejez, algo en peligro de extinción", subrayó el debutante. "Queríamos mostrar que se relacionan por placer, no por obligación, y que simplemente están agusto en esa compañía", añadió el director que ha contado con la producción de Luisa Matienzo y Mundo Ficción. "El guión me emocionó en su primera lectura porque es una película que contaba las cosas esenciales de la vida, como el amor, la bondad, la amistad, todo tan en desuso en estos días", dijo Matienzo, que remarcó la entrega total de los actores, "ha sido un placer trabajar con Alterio y Julieta".

Con un contenido pulso narrativo que no le hace caer en la cursilería, Aramaio teje una historia amable en la que la muerte se toma como algo natural y la generosidad de los personajes traspasa la pantalla. Algunos conquistan con sus ocurrencias, otros con su mirada. "Pienso que las cosas que no se dicen son las más importantes y quería trabajar sobre eso", dijo el realizador, que ha aportado en el guión "algunas cosas muy personales" y, aún así, ha sabido satisfacer al autor de la novela.

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