Cultura

Un guión compartido entre Marruecos y Málaga

  • La segunda edición del Festival de Tánger arrancó ayer con un 'thriller' de tramado social como película inaugural

Como quien regresa a casa y con el cine como pasaporte. Bibiana Fernández se paseó ayer por Marruecos con la seguridad de estar pisando tierra conocida. Nacida en Tánger y crecida en la ciudad hasta los 8 años, la actriz recibió de manos de Málaga una invitación a pasearse por sus recuerdos de infancia. La segunda edición del Festival de Tánger la había elegido como presentadora de la gala inaugural y ella aceptaba la oferta como un regalo caído del cielo. "El verbo hecho carne", sentenciaba la protagonista.

En la ciudad marroquí la actriz pasó sus primeros años escolares, a ella acudía más tarde por vacaciones en travesía directa desde Málaga y a ella vuelve ahora en pantalla grande. "Además, lo bonito de todo esto es que cuando te sientas en la butaca no sabes si el que tienes al lado es de aquí o de allí pero llora igual cuando ve algo que le emociona y se ríe igual con lo que ve", recordaba ayer Bibiana horas antes de engalanarse para pisar la alfombra roja y subirse al escenario del Cinema Rif. Mientras dure el certamen (hasta el próximo 1 de noviembre) Tánger y Málaga permanecerán unidas por un puente de fotogramas y Bibiana Fernández, por unas horas también. Su madre nació en La Trinidad, su padre en Villanueva del Rosario y la genética manda. Para su discurso inaugural, la polifacética artista echaría mano del mejor de los guiones, sus primeros años de vida.

A las nueve de la noche en la plaza del gran zoco los habituales cambiaban el paseo y la charla contemplativa por la curiosidad. Para qué será esta alfombra roja, quién es toda esta gente y a qué ha venido. Ante la duda, los tangerinos se apoltronaban en las vallas con los ojos bien abiertos, cámara de fotos en ristre, pero silenciosos. Ni música ambiental, ni gritos ante la llegada de los actores, ni histerias por el paso de rostros bonitos del cine. Otra orilla, otros ritmos y otra forma de encarar la propuesta importada.

El desfile por la alfombra roja dejó tras de sí la huella de Loles León, enfundada en lentejuelas, Blanca Romero, con unos tacones imposibles, Hugo Silva, desenfadado con su fular palestino al cuello, Fernando Tejero, de negro riguroso junto a Malena Alterio, y así hasta completar una nómina de invitados, liberados en parte del acoso mediático y de fans de la otra orilla y dispuestos a colaborar en el propósito de estrechar lazos entre filmografías.

Al final del paseillo el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, el delegado de Cultura, Miguel Briones, el ministro de Cultura, César Antonio Molina y el director de Festival de Tánger, Salomón Castiel, recibían, como buenos anfitriones, al elenco capitaneados, ahora sí, por una Bibiana Fernández escultural entallada en un vestido negro de escote de vértigo. A partir de ahora quedan por delante siete días de mesas redondas, talleres solidarios, y proyecciones que, un año más, volverán a compartir un mismo guión, el de la interculturalidad.

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