Cultura

Un instrumental "de lujo"

  • Josemi Carmona publica 'Las pequeñas cosas', un disco de gran producción con colaboraciones de grandes nombres

Este no es un disco al uso de guitarra flamenca. O, yendo más lejos, podríamos decir que este no es un disco de guitarra flamenca. De guitarra. Es más bien un disco de música instrumental, en la mayor parte de su desarrollo. Una música amable, digerible por cualquiera, con exuberantes arreglos de batería, cuerdas o percusión. No hay tragedia, ni drama, ni comedia. Todo fluye razonablemente por los caminos del mainstream, sin sobresaltos, sin grandes emociones. Tiene su gotita de flamenco, algo de jazz y mucho de esas técnicas actuales de grabación que convierten las piezas en música de ascensor, relajada e intrascendente.

No faltan los brillantes coros mixtos. Hay algo en los estudios de grabación actuales, un virus, que convierte a todo el que pasa por él en el mismo músico. Da igual que hablemos de tangos, swing o bossa, todo es igual. Nada es mejor. Nada es peor. Una técnica impecable, un acabado perfecto. Nada, nada. A nadie le amarga un dulce, desde luego, pero ya no estamos para estos fuegos de artificio, a decir verdad. Y, claro, las inevitables colaboraciones de lujo: Manuel Carrasco (una balada pop), Alex Cuba (un son cubano a ritmo de tangos), Dave Holland (jazzísticos fandangos de Huelva), Jorge Drexler (una canción de autor enumerativa), Paco de Lucía (por bulerías), Oxmo Puccino y Bugge Wesseltoft (hip hop). Lo mejor del disco son esos tres apuntes de menos de dos minutos de pura guitarra, apenas algo más de una falseta por tema, que muestran lo que este músico es como guitarrista. Lo que sería Josemi Carmona si se atreviera a ser él. En el resto del disco se impone su condición de productor de éxito.

Pasando por Huelva surge de la colaboración de Dave Holland con Pepe Habichuela en un espectáculo estrenado en el Teatro Central en 2007. Se trata de unos fandangos atmosféricos, diluidos, con batería y sintetizador en los que, eso sí, hace acto de presencia la melodía tradicional del cante, por única y última vez en esta obra.

Lo más divertido del disco es el final, la banda sonora de Gran Torino, la última gran película de Clint Eastwood, una melodía que firman Kyle Eastwood y Michael Stevens, a ritmo de soleá por bulería.

Josemi Carmona, el de en medio de Ketama, busca su sitio, su identidad como músico y compositor, desde que la banda se disolvió. Ha producido para otros, así el brillante álbum que firmaron el año pasado Dave Holland y su padre, Pepe Habichuela. Ha publicado un disco intimista a dúo con Carles Benanvent que, hasta ahora, es lo mejor que podemos escuchar de Josemi Carmona en solitario. Este disco no va a gustar a los amantes del flamenco. No puedo decir lo que ocurrirá con el resto del público. Ketama fue innovador en su tiempo porque abrió, otra vez, la música flamenca a las corrientes musicales de moda. Pero eso ya no se sostiene hoy, como no se sostiene desde hace una década el negocio discográfico de la música.

El futuro está en la verdad del directo y la verdad del discurso propio, lo que cada individuo, cada colectivo, puede aportar al discurso universal. Es decir, nuestras armonías modales, nuestro rato timbre vocal y una poesía que habla a la vida y a la muerte de tú a tú.

Lo demás, fuegos de artificio.

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