Buscando a Felipe Libón

Mapa de Músicas | Mario Pérez. Violinista

El violinista sevillano Mario Pérez hace para IBS Classical la primera grabación mundial de los 30 Caprichos para violín solo del gaditano Felipe Libón (1775-1838)

El violinista sevillano Mario Pérez, actual miembro de la Orquesta Nacional de España / Raúl Marcos de Llanos
Pablo J. Vayón

07 de diciembre 2025 - 07:09

Cuando Mario Pérez descubrió los Caprichos de Felipe Libón (1775-1838) no buscaba nada en particular. “Soy muy de curiosear –me dice en conversación telefónica el pasado lunes–. Hace unos cuatro o cinco años me topé con la partitura y me encontré con ligaduras extremas y detalles rarísimos para la época”. Aquella sorpresa fue el inicio de un proceso metódico que acaba de cristalizar en la publicación de la grabación íntegra de los treinta Caprichos para violín solo en el sello IBS Classical. Es un trabajo que, en las notas al CD, Sofía Martínez Villar define como “investigación artística”, una indagación que no desemboca en un artículo académico, sino en una interpretación discográfica que hace audible un repertorio prácticamente desconocido y que, según Pérez reconoce, ha cambiado su manera de acercarse al repertorio histórico.

Felipe (o Philip) Libón nació en Cádiz en 1775, hijo de una familia francesa asentada en la ciudad desde mediados del siglo XVIII. Alumno predilecto de Giovanni Battista Viotti, pronto entró en contacto con los entornos más brillantes de la vida musical europea. “Viotti lo introduce en Londres, lo presenta en los salones… Allí llega a conocer a Haydn, que incluso acude a su camerino a felicitarlo después de estrenar uno de sus cuartetos”, explica Pérez. A partir de ese momento comienza una carrera tan itinerante como intensa, marcada por viajes continuos y por una actividad artística que lo llevó de Lisboa a Madrid y, finalmente, a París, donde acabó trabajando en la corte napoleónica. “Tenía lo mejor de Francia, de Italia y de España, y todo eso se ve en sus Caprichos”, resume el violinista, subrayando un cosmopolitismo que, a su juicio, explica buena parte de la riqueza del ciclo.

Felipe Libón (Cádiz, 1775 – París, 1838) / D. S.

Uno de los aspectos que más le llamó la atención fue la relación de Libón con los avances organológicos de su tiempo. “A través de Viotti conoce a François Tourte, el inventor del arco moderno, y empiezan a trabajar con prototipos. Hay cosas en estos Caprichos que solo se pueden ejecutar con un arco moderno, no con uno barroco. El nº8 tiene ligaduras de seis compases: 33 notas seguidas. Es increíble para la época.” A estas exigencias se suman armónicos, extensiones del cuarto dedo, posiciones extremas en primera y cuarta cuerda, recorridos completos del mástil o juegos de terceras, sextas y décimas distribuidos a lo largo de toda la colección. No se trata de efectos aislados, sino de un planteamiento coherente que, en palabras de Pérez, “parece ideado como un laboratorio personal, casi como un método tácito para el violinista avanzado”.

¿Por qué, entonces, se conocen tan poco estos Caprichos? Pérez lo tiene claro: “La clave está en que Libón no escribió un tratado de violín. Baillot, Kreutzer, Rode… todos publicaron métodos que hicieron circular su nombre. Libón era un músico itinerante, ecléctico, que no podía parar quieto. Si hubiera acompañado sus Caprichos con un tratado, estoy convencido de que hoy su fama sería otra”. La escasa difusión se ve agravada por la confusión en la numeración de las ediciones –Opus 15 u Opus 13 según la fuente– y por una transmisión editorial irregular que ha dificultado el trabajo de los intérpretes. “Por eso he comparado todas las ediciones y he tratado de mantener siempre la anotación original. Aunque haya cosas raras, creo que es importante respetar lo que Libón puso. Las rarezas no siempre son errores; a veces son pistas.”

La grabación forma parte de un proyecto más amplio, que incluye estudio histórico, análisis técnico y también un riesgo personal. “Decidí invertir mi propio dinero. Es muchísimo trabajo: tiempo, preparación, edición, diseño… Luego he recibido apoyo institucional de la Junta de Andalucía, pero el impulso inicial ha sido mío.” Esa inversión no fue solo económica: durante meses dedicó largas horas a estudiar la articulación, el fraseo o la relación entre las distintas tonalidades del conjunto, tratando de reconstruir lo que Libón pudo haber querido transmitir. En el reciente Festival de Música Española de Cádiz, Mario Pérez interpretó una selección de los Caprichos junto a obras de Geminiani, Pisendel o José Herrando, tratando de recrear el entorno artístico de Libón. “Tocar todos los Caprichos me llevaría más de hora y media, porque además es un tipo de música que conviene ir comentando; así que tengo que seleccionar, pero mi intención es presentarlos lo máximo posible”, señala.

El disco está interpretado con un violín de Andrea Castagneri, un turinés instalado en París, contemporáneo de Stradivari. “Es un instrumento con una sonoridad muy rica, profunda y clara. Me permite acercarme a lo que Libón pudo haber escuchado, aunque en la época no se usaran aún cuerdas metálicas. Sin embargo, conozco una litografía en la que aparece una cuarta cuerda metálica, así que algún experimento se hacía. Pero, en general, armo el sonido desde un criterio actual que respete lo histórico.” La búsqueda de equilibrio entre rigor y naturalidad ha sido, según afirma, uno de los mayores desafíos del proyecto.

La pregunta que abrió esta investigación –¿por qué se conocen tan poco los Caprichos de Libón?– ha dado a Pérez más de una respuesta. La más valiosa, quizá, no aparece en los archivos ni en las ediciones antiguas, sino en la experiencia de tocar y grabar cada una de estas treinta piezas. “La historia y el análisis son fundamentales, pero para que la música llegue al público tiene que sonar. Y este disco es la manera que he encontrado de devolver a Libón al lugar que merece”. A ello se añade la satisfacción de haber reconstruido un repertorio que, pese a su exigencia, revela un lenguaje directo, a veces sorprendentemente emotivo, que conecta con la vitalidad de la escuela violinística de finales del XVIII.

El resultado es un documento revelador: como dice Martínez Villar, un puente entre dos violinistas separados por dos siglos, unidos por la curiosidad, la precisión y la convicción de que interpretar también es investigar. Para Pérez, este ciclo no es solo un desafío técnico, sino la oportunidad de escuchar una voz que estuvo a punto de perderse. Su grabación aspira a abrir un camino para otros intérpretes que quieran acercarse a un compositor cuya obra, por fin, vuelve a sonar con la fuerza y la claridad que merece.

Libón. 30 Caprices. Mario Pérez (IBS Classical)

La ficha

30 CAPRICES

Felipe Libón (1775-1838): 30 caprichos para violín solo Op.15

Mario Pérez, violín

IBS Classical

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