Cultura

A solas con el ángel exterminador

  • La editorial Confluencias continúa su serie 'Conversaciones' con 'Vivo', por eso soy feliz', una feliz colección de entrevistas a Luis Buñuel

Quien más, quien menos, todo el mundo puede tener un motivo para querer entrevistar a Luis Buñuel (Calanda, 1900 - Ciudad de México, 1983), tal vez la figura más representativa y de mayor calibre de la cultura española en el siglo XX, la que encarna como pocas el genio, la irreverencia, la asunción de Dios como problema, el quijotismo visionario, el exilio, el destino fúnebre de un país que decide destriparse sin remedio y la constatación irremediable de que el talento siempre termina haciendo aquí las maletas. Pero, dado que esta opción se presenta improbable salvo para nigromantes e inquietos espiritistas, la editorial Confluencias lanzó justo ayer a las librerías un consuelo nada desdeñable: un volumen de entrevistas realizadas al cineasta por las más diversas personalidades, cómplices, amigos, exégetas, críticos y expertos entre 1929 y 1972. El libro, titulado Vivo, por eso soy feliz y prologado por Jorge Gorostiza, constituye la décima entrega de la colección Conversaciones, puesta en marcha por Confluencias y por la que ya han desfilado otros referentes como Charles Chaplin, Akira Kurosawa, Octavio Paz, Jane Goodall y Robert Graves. No hace falta señalar que Vivo, por eso soy feliz hará las delicias de los fervientes adoradores de Luis Buñuel, pero también constituye una excelente carta de presentación, pedagógica y reveladora, para quienes deseen adentrarse en uno de los laberintos creativos más sorprendentes, inabarcables, excitantes e inspiradores de la última centuria.

El libro comienza con la primera entrevista que le hicieron a Buñuel, en 1929: el cineasta tenía 28 años, hacía cuatro que había concluido sus estudios de Filosofía y Letras y ya se había desplazado a París. El entrevistador era Luis Gómez Mesa, director en la redacción en Madrid de Popular Film y crítico de cine en La Gaceta Literaria. La segunda entrevista que presenta el volumen tuvo lugar sólo unos meses después y el interlocutor es nada que menos Salvador Dalí, con quien Buñuel alumbró en aquel mismo 1929 Un perro andaluz. El pintor publicó la entrevista en el último número de la revista L' Amic de les Arts, y Buñuel se mostró singularmente mordaz: en este duelo afirma sin tapujos que el cine no es un arte, que el estadounidense es el más interesante y que algunos cómicos como Chaplin (quien tampoco parece ser muy santo de su devoción) están más cerca del surrealismo que Man Ray. Las siguientes entrevistas corresponden a José Castellón Díaz (quien conversa con Buñuel en 1935 sobre Las Hurdes), Iris Barry, Guillermo Cabrera Infante (quien firma su entrevista, titulada El elefante de Buñuel y publicada en el 1957, inmediatamente antes de Nazarín, como G. Caín, el seudónimo que empleaba por entonces para sus artículos en el semanario cubano Carteles, donde se publicó la entrevista), Derek Prouse (1960), Janine Bazin y André S. Labarthe (Un cineasta de nuestro tiempo, 1964), Manuel Michel (Buñuel contra su mito, 1965) e Ivonne Baby (Luis Buñuel: 'Me atraen las contradicciones de la burguesía', 1972). Un festín que abarca así desde las proclamas surrealistas de los años 20 hasta El discreto encanto de la burguesía, la película con la que Buñuel ganó el Oscar en 1972 y que el realizador quiso rodar en España, una quimera imposible a causa de la dictadura franquista. De ese empeño y del consecuente dolor da cuenta en estas entrevistas el mismo Buñuel, un español único al que su país consideró insano y nocivo.

Apunta en el prólogo Jorge Gorostiza: "No es sencillo abarcar una personalidad inmensa y paradójica como la de Luis Buñuel gracias a las entrevistas que, a pesar de odiarlas, quizá debido a su sordera, le hicieron en muchas ocasiones. El criterio de selección para este libro ha sido elegir ante todo aquellas conversaciones que mejor revelasen cómo era -o cómo decía él mismo que era- esa personalidad". Y añade: "A pesar de ello estas entrevistas solo pueden mostrar aspectos parciales de un creador imprescindible, con una personalidad compleja, que seguramente seguirá siendo objeto de futuros estudios y cuyo mejor legado son sus propias obras. El propósito de este libro se cumplirá con que haya una sola persona que, después de leerlo, ceda al impulso de disfrutar con cualquiera de las obras maestras de este gran cineasta". Difícilmente se podría consignar un objetivo más noble. A la salud del ángel exterminador.

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