Gafas de cerca

Tacho Rufino

Privatizando el Camino

Cerrar los albergues públicos a pocos euros es deseada ganancia de mariscadores

01 de noviembre 2022 - 01:37

Que todo lo que sube tenderá a bajar suele ser tan cierto como que toda belleza acabará marchitándose. No creo que sea sensato dar la brasa a tus semejantes con tus paraísos perdidos, ni, con razón o no, sentirse pionero y víctima de un pretérito síndrome de Stendhal: creyendo, mediante un idealizado mecanismo de memoria o bien con vano fundamento, que hubo un tiempo en que nos desmayábamos de asombro y éramos románticos salvajes que descubrimos lugares iniciáticos, esos que hoy -como todo, salvo la propia casa- han sucumbido con el turismo democrático al estrés planetario y a la popularización igualitaria de la belleza, a su devaluación. Mas la mitificación del pasado es una falta digna de indulgencia; un bálsamo nostálgico. "Play it again, Sam".

El Camino de Santiago es uno de esos casos de bucle melancólico para algunos de nosotros, pero, del otro lado, conforma una economía regional de primer orden, que ha permitido respirar y sobrevivir a aldeas y hacer eclosionar negocios pequeños, del terreno. Que sufre -nunca volveré a Santiago- de los vicios que el maná del turismo lleva en su vientre. Pero, ¿por qué las cosas deben permanecer virginales? ¿Es sensato ese afán? Todo fluye y cambia y se regenera o, alternativamente, se degrada. El Camino fue y es una apuesta pública de gran éxito que ha llevado a niveles galácticos a una peregrinación asequible para cualquier bolsillo, que desde los 80 y 90 ha fomentado con gran éxito e impacto socioeconómico la Xunta de Galicia y sus gobiernos -del PP-, con la cabeza preclara de Manuel Fraga como agente clave, más la bendita invención del Xacobeo como catalizador del deseo de peregrinos, atletas en licra, pandillas, colegiales, juerguistas, franquicias: la vida misma. Del cinco estrellas al albergue, hay gama.

La semana pasada, el presidente de los empresarios de Arousa, un tal Vilanova, propuso reinventar el modelo de negocio del Camino: este emprendedor aboga por cerrar los albergues baratos... que son públicos. Erigido en tecnócrata del posicionamiento de marketing, asegura que "sólo el 2% de los caminantes son peregrinos; el 98%, turistas". Y por tanto, dice, hay que desestacionalizar, darse a valer con estrategias de diferenciación y de mayor exclusividad y valor añadido. Esto es, en plata: privatizar los dineros empleados por la buena política en crear verdadera riqueza y viabilidad. Qué genio es. Cómo no se nos ha ocurrido antes: transfiramos el negocio a la economía privada; a la bien colocada. Que, si es emergente, lo es por la política eficaz y el esfuerzo inversor públicos.

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