Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Con tanto calor ha salido otra serpiente veraniega. Entre lo dramático y el veneno político. Lo del cribado del cáncer de mama del Servicio Andaluz de Salud. Comparto un testimonio estrafalario. Hay hombres que también tenemos pecho o tetas desde el nacimiento hasta la tercera edad. No le hablo grasa sino de un agrandamiento del tejido glandular mamario. Me consta que en la Seguridad Social los varones pueden solicitar una operación estética para lucir pecho palomo o intervenir un cáncer de mama. En mi caso si Dios o la genética me ha bendecido con un extra de serie, lo llevo con talla copa B. Buena era mi madre que a muy temprana edad me mostró un libro con fotografías de unas esculturas griegas y la historia de Hermafrodito, engendro de Hermes y Afrodita según la mitología clásica. Me dio a entender que dicha particularidad era tan vieja como el mármol. Rondando los cincuenta tacos en una de esas revisiones del médico de cabecera al comentarle lo de unos bultos sospechosos me mandó de cabeza al Hospital Materno Infantil para la mamografía. Cuando me citaron las mujeres presentes flipaban. Después, me aplastaron las pechugas a la plancha. Tras la angustia de la espera, al rato mencionaron a unas señoras que debían quedarse para hacer un examen oncológico más profundo. Ambiente tenso. El cáncer de mama es muy traumático y pocas personas se salvan de tener un caso en su entorno más cercano.
El SAS está hecho unos zorros y hay demasiadas cosas que mejorar, comenzando por las condiciones de trabajo y salarios del personal sanitario. Consultado a un experto en oncología femenina me remite que este escándalo de los cribados ha sido otro fallo administrativo más. Los protocolos heredados de anteriores administraciones son obsoletos y lo más adecuado sería comenzar con estas pruebas preventivas a los 40 años de edad y seguir monitorizando con revisiones anuales hasta los 70. En Cenacheriland tenemos investigadores muy destacados. Pero visto como se trepa en estas cosas de conquistar las urnas a base de promesas incumplibles, mucho me temo, que acabaré tirando de un manual de resistencia vendiendo mis sofisticados encantos en un burdel, cuando toque el fondo de una pensión mínima.
Mientras eso ocurre, toda mi solidaridad indignada con las mujeres afectadas, tienen toda la razón para estar preocupadas y más que molestas. Lo aberrante es la manipulación populista con descaradas intenciones electorales, insisto ;-)
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