Reflejos de Málaga
Jorge López Martínez
¡Que viene el ‘loVox’!
Mientras los políticos europeos, incluido Pedro Sánchez, compiten por ver quién condena con más vehemencia a Israel, los ciudadanos europeos han hablado claro: Israel, 12 puntos. En Eurovisión 2024, pese al intento descarado de boicot político y mediático, el voto popular se volcó con Eden Golan. Y no fue por la canción, ni por simpatía, sino como grito de hartazgo: la gente está harta del cinismo hipócrita de sus gobiernos.
España es caso de estudio. Sánchez ha hecho de la política exterior un espectáculo de gestos populistas y alianzas peligrosas. Ha acusado públicamente a Israel de genocidio —sin juicio, sin pruebas, sin matices—, al tiempo que mantiene una postura vergonzosamente silenciosa con regímenes como Irán, Arabia Saudí, Afganistán o Catar. Países donde se lapidan mujeres, se ejecuta a homosexuales, se persigue a cristianos y se ahorca a disidentes musulmanes.
¿Dónde está la indignación del Gobierno ante la teocracia iraní que cuelga adolescentes en grúas públicas por “corrupción en la tierra”? ¿Qué dice el Ministerio de Exteriores sobre las mujeres encarceladas en Afganistán por ir a la escuela? ¿Qué condena firme ha emitido España hacia Arabia Saudí, donde la tortura y las decapitaciones siguen siendo herramienta del Estado? Silencio. Porque criticar a Israel es gratis, y además viste mucho en ciertos círculos.
No se trata de santificar a Israel ni de justificar todo lo que hace su gobierno, pero tildarlo de genocida mientras se aplaude a dictaduras islamistas no es valentía: es cobardía disfrazada de progresismo. España ha abandonado toda coherencia moral. Su política exterior no está basada en principios, sino en la rentabilidad electoral entre sectores radicalizados.
Eurovisión ha dejado en evidencia esta desconexión entre pueblo y élites. Mientras los jurados “oficiales”, todos ellos controlados por televisiones públicas y ministerios de Cultura, bajaban la puntuación a Israel por motivos políticos, el público votaba en masa. Doce puntos. A la cara. Sin intermediarios.
Porque hay un hartazgo creciente hacia la instrumentalización ideológica de todo, incluso de un festival de canciones. Y porque muchos europeos, aunque no lo digan en voz alta por miedo al señalamiento, saben perfectamente quiénes defienden valores democráticos y quiénes los pisotean a diario con la complicidad de nuestros gobiernos. Pedro Sánchez no condena al Talibán. No retira embajadores de Irán. No rompe relaciones con Arabia Saudí. Pero sí acusa a Israel de crímenes contra la humanidad. Y lo hace sin pestañear, porque sabe que ahí no se juega ni contratos de gas ni ventas de armas. Solo votos. Y titulares.El problema no es Israel. El problema es una izquierda que ha perdido el norte moral, un Gobierno que ha convertido el Ministerio de Exteriores en una sucursal de TikTok y unos medios públicos que ya no informan, adoctrinan. Frente a eso, el pueblo europeo ha dicho: “Israel, 12 puntos”. Y ha quedado clarísimo quiénes están con las libertades… y quiénes solo lo fingen.
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