Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Va uno soportando la rentrée de septiembre, y entre el tumulto político, destaca un tema importante: leer o no leer y, sobre todo, por qué deberíamos leer.
El asunto ha surgido de una conocida influencer. María Pombo, una de las influencers más populares de España, con más de tres millones de seguidores solo en Instagram, tenía una estantería vacía en casa. Hace unos días de días empezó a colocar todo tipo de cosas en ella. En los comentarios, alguien dijo que la estantería era preciosísima, pero que si estuviera llena de libros leídos “lo sería mucho más”. Pombo, molesta, contestó diciendo que “hay que empezar a superar que hay gente a la que no le gusta leer, y encima no sois mejores porque os guste leer”. Después, matizaba que sí disfruta de libros sobre sus intereses concretos y enseñaba algunos tomos visuales sobre fotografía o decoración y varios cuentos de sus hijos. La reacción que ha provocado en las redes ha sido sorprendentemente visceral. En un vídeo posterior, respondía a la polémica (“he notado poca comprensión para lo mucho que leéis”) y enseñaba algunos volúmenes más de su mesilla de noche.
Sin duda, la idea de la superioridad moral de quienes leen libros es algo sumamente discutible. Hitler y Stalin, al parecer, fueron ávidos lectores. Y entre los escritores, por poner un ejemplo, Louis-Ferdinand Céline no fue, precisamente, una buena persona. Los libros puede que nos mejoren pero desde una perspectiva más modesta: la del propio goce por la lectura –la más divertida- y la que te aporta esa lectura como estudio y formación para tu vida profesional.
Aquí nos interesa ese leer por gusto que, a su vez, forma nuestro gusto literario. En ese sentido, la lectura nos atrae porque nos gusta jugar, vivir vidas paralelas, huir de la realidad, emocionarnos y aprender a vivir. Fernando Savater afirmó en una entrevista, ‘Casi siempre he leído por gusto y lo que me gusta o creo que va a gustarme. Leer por deber, por necesidad, no es verdaderamente leer sino estudiar’. Por otro lado, leer es entrar en un mundo infinito de autores y libros de varias épocas, formando a lectores infinitos. José Antonio Montano escribe de sí mismo: ‘Contra lo que algunos piensan, soy un mal lector. Con los libros que no me gustan, sencillamente no puedo; y con los que me gustan, debo esperar el momento adecuado. Soy un lector perezoso, esquivo, fácilmente derrotable. Siempre he necesitado inspiración para leer’.
Los influencers, como es el caso, opinan de temas que no saben o no les interesan, pero su poder de comunicación les hace tener un enorme impacto. María Pombo tiene derecho a decir que no lee libros o que lee muy pocos libros y de ciertos temas y ser respetada por ello. Sin embargo, debe de aceptar también que leer es algo que vale la pena. Los lectores no son sus enemigos. Como dijo Adolfo Bioy Casares ‘Creo que vale la pena leer porque los libros ocultan países maravillosos que ignoramos, contienen experiencias que no hemos vivido jamás. Uno es indudablemente más rico después de la lectura’. La riqueza intangible de la lectura.
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