Reflejos de Málaga
Jorge López Martínez
¡Que viene el ‘loVox’!
Se acaba de publicar un estudio fascinante: la historia de los machos alfa no es como nos la han contado. El hombre, por ser hombre, no tiene por qué tener el poder. La imagen de ellos dominando y gobernando a su antojo es real, es la historia del patriarcado humano que unos pocos se han encargado de escribir (y ejercer), pero no está fundamentada en una superioridad biológica incontestable. Es un mito; uno más. Entre las más de 150 especies documentadas de primates, donde estamos los humanos, hay poblaciones como las de los chimpancés donde el macho tiende a tener el poder, pero hay otras como las de los bonobos donde controlan ellas.
Investigadores alemanes y franceses, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y la Universidad de Montpellier, han descubierto que en el 70% de las poblaciones que han analizado no hay una dominación clara, solo en el 17% se observa un control masculino estricto, mientras que en el 13% son las hembras quienes ejercer el poder. Ellos dominan cuando físicamente son mucho más grandes; ellas lo hacen de forma más estratégica y sutil. La poligamia, por ejemplo, es un factor que ayuda al macho a tener el control mientras que la reproducción es clave para que domine la hembra. Y así podríamos seguir. Les animo a que conozcan el estudio a fondo pero, sobre todo, a que lo traigan al presente con algunas de las reflexiones que realizan los propios autores: “Las relaciones de poder entre machos y hembras son mucho más flexibles de lo que se suele suponer”; “Es difícil, incluso para los científicos, liberarse de su subjetividad, ya que también estamos influenciados por la sociedad en la que vivimos”.
Lo que sabemos, hoy, es que el mito del dominio masculino se ha consolidado porque los primeros estudios se centraron (de forma interesada y parcial) en especies como babuinos, macacos y chimpancés. La realidad, sin embargo, es mucho más compleja, flexible y diversa. Con equilibrios de poder matizados y culturalmente variables.
Este hallazgo debería ser clave para desmontar el argumento de que la desigualdad de género está determinada únicamente por la biología; para no acercarnos al Homo sapiens desde el filtro férreo del sexo; para no repetir (y asumir) que los “machos alfa” son los que mandan. ¿Pero cómo desterramos el mito viendo, estos días, las terribles imágenes de Torre Pacheco de odio visceral y racismo, de primates asalvajados con machetes? ¿Cómo hacemos para que esto lo entiendan los de VOX?
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