Lo que el vuelo se llevó

La clase política se rasgaba las vestiduras, tildando de dictador al protagonista de tan siniestro episodio

En los años noventa hubo un hecho en España que mostró cómo importaba poco, a ciertos mandatarios, la vida de las personas: Jesús Gil llega a Marbella y decide acabar con la prostitución. Y para ello no tuvo mejor idea que montar a cada prostituta en un autobús, con destino a otras ciudades españolas, pero sin billete de vuelta. La clase política se rasgaba las vestiduras, tildando de dictador al protagonista de tan siniestro episodio. Hoy son cientos de migrantes los que se han enviado con nocturnidad e incertidumbre hacia cualquier parte, y para colmo se niegan los hechos como se niegan la existencia de dichas personas. Pero ni los muertos se pueden esconder, ni los vivos se pueden abandonar, por mucho que se quiera disimular.

Es curioso como se vuelve a caer en los errores del pasado. Ante el absoluto desconocimiento de los vuelos sobre el Atlántico por parte de las ciudades de destino, de los cuerpos de seguridad del estado, de los servicios sociales y de las ONG, se vuelve a recurrir al eterno cómplice. Y resurge la Cruz Roja, como tristemente hiciera también en los años noventa, para esconder muchas de las tropelías gubernamentales. Si por entonces se escondieron ayudas, se condonaron deudas y aparecieron donaciones vendidas en países lejanos, hoy se trasladan personas y se les abandona a su suerte, sin la más mínima sensibilidad social.

Es evidente que todo esto pasa factura. La primera ha sido la cancelación del encuentro entre España y Marruecos, donde alguno esperaría resolver la situación por la vía diplomática. Pero cuando los mismos enseñan la zanahoria y le golpean con un palo a la dinastía alauita, experta en desesperar a nuestro país, toda la estrategia vuela por los aires. Porque ni es casualidad la llegada masiva de marroquíes en cayucos a Canarias, ni las declaraciones de Trump apoyando el sometimiento del pueblo saharaui y sus territorios. Ya solo falta que comience otra marcha verde, con la bandera de los Estados Unidos al frente, mientras nuestros gobernantes se entretienen con las tarjetas Reales y los pazos de Meirás.

Hasta ahora ha habido desinformación, desmentidos y contradicciones, que han tratado de ocultar cualquier asunto por turbio que fuese. Pero ahora ha comenzado la etapa de la negación de los hechos, y ésta no tiene fin. Como bien dice el proverbio judío: "Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanza de volver".

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