Vuelta ciclista (y antisemita) a España

12 de septiembre 2025 - 03:08

La Vuelta ciclista debería ser sinónimo de esfuerzo, épica y orgullo nacional. Pero lo que estamos viendo este año es otra cosa: cortes de carretera, etapas neutralizadas, ciclistas al suelo y un pelotón obligado a correr mirando más a los radicales que al cronómetro. Y todo con un denominador común: pancartas “anti-Israel” que en realidad son puro antisemitismo. La Vuelta a España se ha transformado, a ojos del mundo, en la Vuelta ciclista (y antisemita) a España.

No se trata de crítica política, que es legítima, sino de odio abierto. Lo que vemos no son manifestantes por la paz, sino agitadores que convierten un evento deportivo en un escaparate de intolerancia. Se ataca a los judíos como colectivo, se responsabiliza a Israel de todos los males, y se hace con impunidad, entre aplausos en redes y silencios cómplices de tertulianos y políticos. España, que presume de tolerancia, se desliza sin darse cuenta hacia una peligrosa normalización del antisemitismo. Conviene recordar lo esencial: el conflicto no lo inicia Israel, sino Hamás, un grupo terrorista que ha usurpado el poder en Gaza, que mantiene rehenes desde el 11 de octubre y que utiliza a su propia población como escudo humano. Israel no busca arrasar, sino sobrevivir en un entorno que la quiere borrar del mapa. Y sin embargo, aquí preferimos señalar a la víctima antes que condenar al verdugo.

Lo peor es la pasividad institucional. La Audiencia Nacional ya investiga por delitos de odio y desórdenes públicos, pero el Gobierno se esconde. Como siempre, Sánchez y los suyos se ponen de perfil, más atentos a sus equilibrios parlamentarios que a defender principios básicos: seguridad, respeto y rechazo al antisemitismo. Porque mientras el Ejecutivo juega a no incomodar a sus socios, los ciclistas se juegan la vida y el país ofrece al mundo la estampa de una democracia débil frente a los radicales.

La Vuelta ciclista debería unir, no dividir. Y sin embargo, se ha convertido en espejo de una España que calla mientras se reaviva el odio más viejo de Europa. El antisemitismo avanza, los radicales marcan la agenda y el Gobierno se hace el ausente. Esa es la fotografía real: un país que permite que hasta el deporte se manche con el veneno del odio. Y lo hace, además, con la complicidad silenciosa de quienes deberían dar la cara.

stats