Semana Santa

Monte Calvario celebra su tradicional Vía Crucis de Antorchas

El Vía Crucis de Antorchas pasando frente a la basílica de la Victoria

El Vía Crucis de Antorchas pasando frente a la basílica de la Victoria / Ana Jiménez

En el interior de la basílica de la Victoria, una misa más concurrida de lo habitual ha precedido al tradicional Vía Crucis de Antorchas que reúne cada año a los hermanos de la cofradía del Monte Calvario en Cuaresma, este año tras el quinario realizado al Santísimo Cristo Yacente de la Paz y la Unidad. Un pequeño y solemne recorrido, que ha comenzado a las 21:03, ha inundado las estrechas calles desde la basílica hasta la ermita del Monte Clavario.

Un pequeño cortejo alumbrado con velas ha sido el antecesor de las cuatro grandes antorchas que dan nombre a este Vía Crucis y que pasean frente a Cristo Yacente que desde el interior de la urna acristalada, escoltada por faroles, tulipas y fanales, ha sido el guía de quienes han decidido escuchar las catorce estaciones del Vía Crucis. Este año, además, ha estrenado en este trayecto la peana, que ha completado el conjunto de la urna.

Cristo Yacente de la Paz y la Unidad en la salida del Vía Crucis Cristo Yacente de la Paz y la Unidad en la salida del Vía Crucis

Cristo Yacente de la Paz y la Unidad en la salida del Vía Crucis / Ana Jiménez

Las andas, que crujían levemente sobre los hombros de los portadores, han salido de la Victoria al son de la Capilla Musical Caeli, que con los primeros toques de campana de la salida han interpretado Christus factus est de Anton Buckner.  Tras la imagen se han agolpado los más devotos a modo de penitencia. Hay quienes es la primera vez que asisten a esta peculiar oración popular, como es el caso de Miguel, un joven de 26 años de Granada: “Ha sido emocionante por lo ceremonioso del evento, el cómo todos guardan silencio entre las lecturas”, comentaba sin apartar la mirada del cortejo que se aleja por calle Amargura.

Las últimas cuestas hasta llegar a la ermita sacan los semblantes más serios a los hermanos y a los presentes. “Jesús muere en la cruz”, reza quien lee la siguiente etapa del Vía Crucis. Los Padre Nuestro y Ave María se suceden en las bocas de los presentes que calientan su espíritu cofrade hasta la llegada al encierro, donde se apagan las velas, antorchas y oraciones.

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