Arranca el cónclave más abierto del siglo XXI

La crónica

Los cardenales se debaten a partir de hoy entre ser fieles al singular estilo de Francisco o retornar a criterios tradicionales en el gobierno de la Iglesia universal

Los italianos aprietan para tener un Papa 47 años después

Antonio Pelayo: "Ha llegado el momento de un Papa asiático"

Un cardenal se excusa ante los periodistas en la Plaza de San Pedro en vísperas del inicio del cónclave.
Un cardenal se excusa ante los periodistas en la Plaza de San Pedro en vísperas del inicio del cónclave. / Juan Carlos Muñoz

Roma/Seguir en la periferia o retornar a cierto concepto de ortodoxia. Es el dilema de la Iglesia Católica, representada por los señores cardenales, en las que deben ser las últimas horas del período de sede vacante. El mundo demanda un líder moral, una referencia, un Norte, mientras los pupurados se concentran en Roma desde hace días entre presiones ya tradicionales y maniobras mediáticas de dudoso gusto para laminar candidatos y, en consecuencia, dejar el camino expedito a otros. El cónclave está mucho más abierto que los vividos en 2005 y 2013. Es precisamente el modo tan particular de gobernar de Francisco (que para muchos ha sido la riqueza que ha aportado al gobierno de la Iglesia) el que ha generado posiciones enfrentadas, el que ha avivado el debate sobre si se debe asumir la hoja de ruta del argentino de forma total o parcial, o apostar por el regreso a criterios más tradicionales.

La chimenea apenas asoma desde la Plaza de San Pedro. No hay ninguna más en el planeta que la chimenea por antonomasia. Todos la buscan desde la inmensa superficie que Bernini diseñó como un abrazo al mundo. Hay que estar muy bien de la vista para hallarla. Los españoles la buscan como si fuera la ranita de la fachada plateresca de la Universidad de Salamanca. Pero lo de aquí, lo de Roma, es más difícil de encontrar. La clave es que al despedir el humo (¡fumata, fumata!) no hay duda de que se verá como al barco que es localizado en una noche cerrada gracias a una bengala. En la era de las tele-comunicaciones, la inmediatez digital y la globalización hasta en la sopa, la chimenea es la que manda. Y ahí está la clave. Una necesidad justificada siglos atrás se ha convertido en la principal maniobra de márquetin. De forma natural. Y por conocida deja de llamar la atención. La discreción blindada, la liturgia romana, la pompa, la solemnidad sin artificios, la ceremonia en la que se anulan el Anillo de Plomo y el Sello del Pescador (antiguamente se destrozaban) en presencia del Colegio Cardenalicio, la letanía cantada camino de la Sixtina que esta tarde presenciaremos, los hábitos corales de los electores, la llave que cerrará la estancia... Todo atrae como nunca soñaría el mejor CEO de publicidad. Esto no tiene nada que ver con el minimalismo, ni con las modas, ni con los denominados postureos. Ni se puede evaluar con los ojos del tertuliano de guardia. Si la Iglesia los cuenta por siglos es por su autenticidad, no reñida con la evolución, pero sí basada en un concepto propio de velocidad. Hasta un presidente de los Estados Unidos, icono del estilo hortera y cruel como es el actual, frivoliza con la imagen del pontífice para proclamar sus deseos de ser Papa. Si no fuera por su cargo, no merecería ni un mínimo de atención.

La chimenea de la que todo el mundo estará pendiente.
La chimenea de la que todo el mundo estará pendiente. / Juan Carlos Muñoz

El caso es que el mundo mira hoy a su Estado más pequeño, el mismo ante el que la inmensa mayoría de países y organizaciones tienen misiones diplomáticas permanentes. La de Palestina, por cierto, está a la misma vera de la Plaza de San Pedro. Una placa anuncia la presencia de una legación en un piso sencillo, pero de privilegiada ubicación.

Esta tarde se puede celebrar la primera votación. No es obligatoria, pero lo normal es que se vote. Y sólo se podría hacer una vez. Mañana ya es obligado votar dos veces por la mañana y dos por la tarde, siempre que en alguna no haya quien obtenga los dos tercios de mayoría cualificada y todo concluya antes. El elegido en el cónclave necesitará 89 votos. El papado se cotiza más caro porque son más los cardenales con respecto al cónclave de 2013. Entonces bastaron con 77. Se necesitaron cinco votaciones. Hoy miércoles se celebra la misa preparatoria para la elección del nuevo Papa a las diez de la mañana. Se invoca al Espíritu Santo. En 2005 fue clave la homilía de Ratzinger, entonces decano del Colegio Cardenalicio. Hoy la circunstancias han cambiado. No hay grandes pesos pesados en el cuerpo de cardenales por mucho que la prensa italiana apriete. Y en cierta manera las esperanzas de los italianos nunca se olvide que no son ilusorias. Italia sigue siendo el país más representado, con 16 cardenales electores, seguido por Estados Unidos con 11, España con 6, Francia con 5 y Brasil con 4. Las cifras permiten a los italianos maniobrar. Pero eso exige, al menos, votar en bloque. Una vez que Cañizares ha descartado su presencia en Roma por motivos de salud (podría votar pues cumple los 80 años en otoño), los seis cardenales españoles que participarán en el cónclave que hoy arranca son: Carlos Osoro (79), Juan José Omella (78) y José Cobo (59), con residencia en España; Ángel Fernández Artime (64), afincado en El Vaticano y con una enorme experiencia en medio mundo; Cristóbal López (72) en Marruecos y François Xavier Bustillo (56) en Francia. Bustillo, nacido en Pamplona, es el purpurado español menos conocido.

La presencia del Ejército es una constante en el Vaticano.
La presencia del Ejército es una constante en el Vaticano. / Juan Carlos Muñoz

Los portales especializados, de una u otra orientación, presionan con cada vez más descaro, incluso se atreven a sugerir que en estas jornadas previas se está haciendo una suerte de estudio de los posibles papas como si estuvieran ante un severo director de Recursos Humanos. En uno de los ellos leíamos: "En estas congregaciones generales, los cardenales están adoptando otra actitud. No buscan al orador más brillante, al autor de la frase que arranque aplausos o titulares. Buscan conocer a las personas. Quieren asegurarse de que no eligen a alguien cuya psicología sea inadecuada para el peso del ministerio petrino. No quieren otro pontificado marcado por la inestabilidad". Tratan de reducir la importancia del papado de Francisco en todo momento, simplificarlo a un pontífice efectista, de gestos, sin hondura y que engatusó a los cardenales en 2013. Aseveran que hay muchos cardenales que se han sentido engañados: "La experiencia reciente les ha vacunado contra el entusiasmo fácil". Ha quedado normalizado estos días que cuestionar a Francisco equivale a dejar fuero de juego a los cardenales que promovidos en su pontificado. Tarea compleja porque son el 80% de los electores. ¡Pero es que algunos han renegado ya del Papa! Y ahí está una de las claves.

Un miembro de la Guardia Suiza vigila un acceso.
Un miembro de la Guardia Suiza vigila un acceso. / Juan Carlos Muñoz

A un cardenal alemán de 92 años lo linchan en los portales más conservadores por una declaración de reconocimiento al pontífice que ya descansa en la basílica de Santa María: "La gente quiere un Papa que siga los pasos de Francisco, que sacó a la Iglesia del templo, la empujó a estar en las periferias, en las calles, entre los heridos» y afirma que «el próximo Papa tendrá que tener la capacidad de seguir en esta línea: estar cerca, escuchar, comprender, hablar con misericordia". A nuestro joven cardenal de Madrid, José Cobo, de 59 años, le imputan haber negociado con Pedro Sánchez los polémicos cambios ("resignificación") en el Valle de los Caídos. Claro, todo suma a la hora de forzar el desprestigio en las vísperas del inicio de cónclave. Si aparece un nuevo favorito, caso del estadounidense Robert Francis Prevost, comienzan a correr los dosieres sobre su supuesta inacción frente a denuncias de abusos cuando era obispo en Perú. Se entienden las bocas selladas de la mayoría de los embajadores, como la española Isabel Celaá, que no ha concedido entrevistas desde hace una semana. Tampoco consta ningún almuerzo en el Palacio de España con los cardenales electores y los mayores de 80 años, como sí ocurrió días antes del cónclave de 2013. No es que sea necesario, pero era una gentileza, un detalle de cortesía, de una nación con sus cardenales. Es cierto que era otro el gobierno como era otro el embajador. El embajador de Hungría ante la Sede tuvo que difundir nada menos que un desmentido en una red social para rechazar el cardenal húngaro Peter Erdö, favorito al que referimos en la crónica de ayer, estuviera negociando con el secretario de Estado, el italino Parolin, para garantizarle una quincena de votos.

En días de sede vacante, la liturgia va por un lado y las intrigas por otro. Unos se niegan a hablar, otros se refugian después de haber hablado demasiado y hasta hay quienes, como el cardenal arzobispo de Argel, el francés Vesco, aprovechan para estar ante los micrófonos de los periodistas durante casi una hora en plena Plaza de San Pedro. Hay quien apunta a que en Argelia no hay muchas oportunidades para disfrutar de espacio mediático. Para un prelado, claro.

stats