El cónclave evidencia la división con una primera fumata negra
La intensidad de las congregaciones generales y la omisión a Francisco en la homilía de la misa de apertura cristalizan en un primer intento fallido por nombrar Papa
"La elección del Papa es un acto de máxima responsabilidad humana y eclesial"
Cardenal Cobo: "¡Claro que hay presiones para condicionar el resultado del Cónclave!"

Roma/Negra a la primera. Francisco continúa sin sucesor. Los cardenales tendrán que trabajar el acuerdo, forjar una mayoría sólida, alcanzar un consenso en las horas de convivencia a las que están obligados en la Casa Santa Marta. Ningún cardenal ha logrado los 89 votos necesarios para ser Papa. La primera votación se ha saldado sin que ningún purpurado obtenga la mayoría cualificada de dos tercios. No se trata de ninguna sorpresa. Era previsible, máxime con la internacionalización buscada por Francisco. Así ocurrió en los dos cónclaves que se han celebrado hasta ahora: 2005 (Ratzinger) y 2013 (Francisco). La primera fumata negra del cónclave de 2013 se produjo a las 19:42 horas, mientras que en esta ocasión se ha demorado hasta las 21:00 horas. ¿La razón? Pudo haber intervenciones previas a la votación, cosa que técnicamente es posible. Y no sería de extrañar dada la intensidad de las congregaciones generales (el denominado pre-cónclave) que llegaron hasta tal punto que se celebraron en doble turno de mañana y tarde en los últimos días. Están siendo días de tensiones que los más optimistas revisten de pluralidad y riqueza de pareceres.

Todos quedamos sumidos en una espera que a partir de este jueves se canaliza en dos votaciones por la mañana y otras dos por la tarde. Un máximo de cuatro al día. Siempre que no se produzca la referida mayoría en uno de los escrutinios. Si no hay acuerdo, se seguirá el mismo proceso el viernes y el sábado. El domingo, si no hay nuevo Papa, será una jornada de descanso. Hubiera sido muy extraño que tantos cardenales se hubieran puesto de acuerdo a la primera oportunidad, cuando el cónclave está muy abierto si se tienen en cuenta el número de países representados (71), el más elevado que se ha registrado hasta ahora, tal como era el deseo de Francisco. Hay naciones que por primera vez tienen un cardenal en el cónclave, como Haití, Suecia, Mongolia o Argelia, por poner algunos ejemplos. La edad media es de 72 años, baja en comparación con otros cónclaves. Hay un 80% que participan por primera vez en la elección del Sucesor de Pedro. Y son tantos cardenales (133) que se ha tenido que habilitar un edificio anexo para dar alojamiento a todos, pues la Casa Santa Marta solo tiene 120 habitaciones. El cardenal Re, decano del Colegio Cardenalicio, pronunció una homilía correcta en la misa matinal. "Que sea elegido Papa que la Iglesia y la humanidad necesitan en estos momentos tan difíciles y tan complejos". Se basó en citas de Juan Pablo II y, como dato para muchos notable, no citó a Francisco. Tanto en 2005 como en 2013 no faltó en la homilía un tributo a la memoria del papa anterior. La omisión mereció comentarios críticos y ahondó en el debate sobre el dilema de los cardenales: continuar la senda marcada por el argentino o retornar a cierto concepto de ortodoxia. Otros no dieron mayor importancia a las palabras del cardenal nonagenario. Sí pareció, cuando menos, una sorprendente falta de cortesía.

El centro de televisión del Vaticano mostró todas las imágenes previas al cónclave como ya es usual desde 2005, la primera vez que el mundo pudo contemplar todos los ritos que hasta entonces se contaban, pero no se podían ver, salvo en películas de ficción. En la primera tarde de cónclave vimos el rezo del cardenal Parolin en la Capilla Paulina, con primeros planos de rostros de varios purpurados, y la solemne procesión posterior a la Capilla Sixtina con la banda sonora de las letanías de los santos, incluida por supuesto la marcialidad de la Guardia Suiza, los ceremonieros y acólitos, etcétera. Es un aislamiento, un blindaje, un encierro... Pero retransmitido al mundo, una curiosa contradicción. Otra vez asistimos en directo a la jura individual de cada cardenal. Con la fórmula en latín empleada por cada uno de los 133 electores. Cuando se proclamó el Extra omnes! pareció salir más gente de la Sixtina que en las dos anteriores ocasiones. Niños, acólitos, asistentes, operadores de cámaras, etcétera.
La inmensa mayoría de los cardenales lucieron con el tradicional hábito coral, solo diferenciables unos de otros por los encajes de los roquetes. Algunos eran de manifiesta finura y calidad. Otros, más convencionales. Hubo llamativas excepciones a estos hábitos. Un dominico fue de riguroso blanco, como corresponde a su congregación. Los cardenales de las iglesias orientales, como es costumbre, lucieron tocados y vestimentas propias que llamaron la atención del público. El cortejo de la procesión de entrada a la Capilla Sixtina estaba formado en función de la localidad reservada a cada cardenal, de tal forma que al ingresar en la estancia todo encajaba, todo estaba calculado, no se produjeron ni corrillos ni revuelos, todo estaba medido. Tal como llegaban estaba dispuesto el sitio. Liturgia vaticana.

El Vaticano es un Estado desbordado que este jueves seguirá de nuevo pendiente de una chimenea y con unas calles tensionadas hasta un punto desagradable, pues los ánimos se enconan en cuanto los agentes de seguridad se mueven ante cualquier sospecha de amenaza o incidencia. Todo se ha vuelto más pequeño si cabe en el Estado más reducido del mundo. Policías de diferentes cuerpos y militares tienen todo vigilado hasta generar una sensación de asfixia. Los reporteros subieron tres horas antes del horario previsto al Brazo de Carlo Magno, la terraza que da visión directa al balcón principal de la basílica (por donde saldrá el nuevo Papa) y a la dichosa fumata. Los fotógrafos italianos son los primeros en llegar al punto clave para subir a la terraza. Se saben los sitios buenos como nadie. Hay que tener claro cuál es el mejor tiro de cámara hacia la chimenea, para lo cual hay que salvar la estatuaria de Bernini. Es incómodo pasear por el Vaticano. Quienes hayan elegido estos días para el turismo lo tienen crudo. O tal vez les compense la "experiencia" de vivir el ambiente de cónclave in situ. La noche es acaso más agradable, cuando solo hay periodistas y curas de sotanas largas.

La Sala Stampa es una jaula de grillos. Se ha quedado pequeña porque esta vez no se ha habilitado el vestíbulo del Aula Pablo VI. Muchos periodistas trabajan donde pueden. Las mesas y los puntos de conexión eléctrica son insuficientes. Una silla o el suelo son la solución en muchos casos. Y, por supuesto, quedarse en el hotel o apartamento, pero eso supone un riesgo de aislamiento. Todo, absolutamente todo, es agobiante, todo está marcado por las prisas y la estrechez. Y hay piratas como ciertos taxistas que piden un fijo de 20 euros en efectivo por un trayecto entre Campo de Fiori y San Pedro. "No, hombre no, si venimos de la tierra de Curro Jiménez. Déjelo. Ciao!". Y el hombre agarrado al volante se queda sin negocio. O sin presa. O preguntándose por el tal Curro Jiménez, quién sabe. "Prego!" Marchando unos gramos de ironía. Bolas negras para el taxista, como la fumata.
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