El Lavrio llegará este miércoles al Carpena, en el primer partido de la historia de la Basketball Champions League en el Palacio, después de ganar al Larissa por 66-75, con Tyson Carter (19 puntos, tres rebotes y cuatro asistencias) como estilete. El americano ya despuntó la temporada pasada con el cuadro griego, que consiguió un histórico subcampeonato de Liga tras caer ante el Panathinaikos. Sin el Olympiacos en la primera división griega, AEK y Promitheas (ahora entrenado por Luis Casimiro) parecían los rivales más potentes, pero el próximo rival del Unicaja dio una campanada.

Tiene una historia curiosa el Lavrio, creado en 1990 en la ciudad homónima, famosa en la antigüedad por poseer una mina de plata. Forma parte del gran Atenas, está 60 kilómetros al sureste de la capital griega, en un punta de la península del Ática. Pero no es un lugar turístico, es una zona contaminada por las minas, con un orgullo especial. Y de allí, una ciudad de 10.000 habitantes, es Christos Serelis, el entrenador desde hace 16 años del equipo que se medirá mañana al Unicaja. Se hizo cargo del equipo en 2005. Siempre ha vivido en su ciudad y sólo durante cuatro años salió para estudiar en Patras. Mientras el Unicaja vivía el trienio dorado de su historia, el rival estaba en la cuarta división nacional y ascendió en 10 años a la A1 y se ha consolidado. A sus 47 años, ha ido rompiendo barreras con un club modesto. Jugó la FIBA Europe Cup y ahora se encuentra en esta Basketball Champions League.

Para hacerse una idea de la longevidad en el cargo de Serelis, cuando tomó las riendas del Lavrio, en el Unicaja estaba Sergio Scariolo al frente y Fran Vázquez tenía 22 años. Ese verano se fichaba a Marcus Brown y Daniel Santiago y se ponían las bases para conseguir el título de ACB. Serelis, con un equipo mezcla de griegos y norteamericanos, sorprendió en la primera jornada al Dijon. Y este miércoles jugará en una pista que, cuando se puso al frente del Lavrio, era inasequible para los mejores equipos de Europa.