Casademont Zaragoza-Unicaja: El corazón cuando no llega el juego (79-86)
El Unicaja saca adelante un complicadísimo partido en Zaragoza con un tramo final tremendo
Las fotos del partido
Donde no le llega el juego ahora mismo al Unicaja sí lo sigue haciendo el corazón. Monumentales actuaciones de Tyler Kalinoski y Alberto Díaz más los flashes geniales de Perry y un gran esfuerzo coral cuando parecía que no había energía en tres minutos finales de locura permitieron ganar un trabajadísimo y muy trabado partido de 130 minutos de tiempo corrido en Zaragoza (79-86) que es un paso esencial camino a la Copa. Las brasas de ese equipo campéon continúan y el equipo reaccionó al vapuleo de Andorra con una actuación corajuda. Irregular, sin esa excelencia de la que hay que olvidarse para no ser injustos con este bloque, pero sí con ese hambre de victoria, con la garra para ir al rebote (37-30 se ganó, con nada menos que 19 de ataque) y competir. Tras dominar el grueso del partido, verse seis puntos detrás a cinco minutos no fundió al Unicaja, al contrario, Perry dio una vida extra con un tapón inverosímil a Bell-Haynes. Y el equipo entendió ahí que no se podía perder. Con jugadores tocados aumenta el valor del triunfo.
No obsta valorar la victoria para tener presente que la salida volvió a ser mala, con laxitud defensiva e inusuales malos balances para permitir canastas fáciles mañas. Con un Santi Yusta en estado de gracia en su madurez. La salida de la segunda unidad, con el cambio de golpe de todo el juego exterior, le dio otra cara al equipo de Ibon Navarro. En momentos en los que no todo fluye fácil la figura de Alberto Díaz se agiganta, se recuerda la importancia de un jugador de época en Málaga. El capitán batía el récord histórico de asistencias del club en ACBque detentaba Berni Rodríguez, pero el partido lo cambió desde atrás, con la ayuda de Kalinoski.
Tras el 22-22 del primer cuarto, el Unicaja empezó a estirar en el marcador. Es cierto que con algunos golpes de fortuna, como dos triples a tabla de Kendrick Perry. El Casademont repelía con mates brutales de Robinson y Stephens. Los aragoneses se refugiaban con insistencia en defensas zonales, como una 3-2 para incomodar al bloque malagueño, que iba encontrando vías de anotación y mejorando un porcentaje en triples demasiado bajo en este arranque de temporada (31% antes del duelo) conforme pasaban los minutos. Aportaba una ráfaga Webb, percutía cerca del aro Tyson Pérez y hasta 11 puntos de renta adquría el Unicaja (34-45) antes de que Bell-Haynes metiera dos tiros libres. El dominio en el rebote (22, con 10 de ataque, por los 16 maños) denotaba niveles más altos de intesidad y agresividad aunque el juego no fluya natural.
Sufrió el Unicaja en el regreso, con un Perry bastante incómodo pese a esos tablerazos de la primera mitad. Había elevado su energía el Zaragoza, con un Joaquín Rodríguez asumiendo galones con la salida por faltas de Yusta y desesperando a Chris Duarte, que perdía dos balones seguidos y se iba al banquillo para no regresar. Se colocaba a uno el cuadro local (50-51), pero aparecía Tyler Kalinoski con otro triple y Nihad Djedovic para forzar un par de pérdidas y meter cuatro puntos. Pero el partido estaba bastante loco, no había control. Una acción final con el bosnio enfurecido después de recibir un golpe (movimiento no natural, aunque Antonio Conde no lo entendió así) de Yusta en una disputa propiciaba dos técnicas y su eliminación con todo el partido con todo abierto (63-65) para los últimos 10 minutos. Un jugador de su experiencia también debe saber medir.
Dos triples de Perry lanzaban al Unicaja (63-71), Ibon colocaba un quinteto con el de Florida, Alberto y Kalinoski. Pero ahí encalló el Unicaja. El partido empezó a gobernarlo el uruguayo Rodríguez, omnipresente en los dos lados de la pista. En uno de esos momentos de descontrol, el Casademont le dio la vuelta (72-71) con un parcial de 9-0 después de malos ataques, con la zona atragantada. También fallaba la energía, con la rotación acortada sin Castañeda y sin Djedovic, también sin Duarte en el tramo final por decisión de Ibon. El triple volvía a ser un tormento y el parcial ya era 13-0 (76-71) y parecía definitivo. El equipo se desquiciaba también con el arbitraje, pero esto es baloncesto, más aún el moderno, que permite con más posesiones más locuras. Cuando atacaba para ponerse a seis el Zaragoza, un tapón sobrenatural de Perry sobre Bell-Haynes, ya en un 1x0, permitió un triple posterior de Tillie (76-75). Y ahí cambió todo, se inició un parcial de 0-12. El francés, fallón y algo perdido en este momento de la temporada, enlazó dos, siguió otro de Kalinoski y uno más de Webb. La magia del baloncesto, el orgullo de un equipo que se frustra porque no le sale todo tan natural, pero que a la vera del Ebro sí se mantuvo fiel a ese ADN que encandiló. Mientras no llegue el juego tendrá que ser el corazón.
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