Chris Duarte, el corazón de Bayamón y un buen augurio para el Unicaja

Su implicación total en Puerto Rico, dentro y fuera de la pista, anticipa la llegada a Málaga de un jugador carismático, con ganas de integrarse y dejar marca, como otros referentes recientes cajistas

A la final de Puerto Rico

Duarte ruge con la grada.
Duarte ruge con la grada. / BSN

Jugadores que rinden y otros que conectan. Chris Duarte aterrizaba en Puerto Rico tras quedar apartado del radar NBA en marzo. Una liga aparentemente artificial en parte la puertorriqueña, bien pagada y donde es difícil cuantificar la exigencia competitiva, con mucho jugador de paso y haciendo los veranos (expertos en la materia sus compañeros Javale McGee y Danilo Gallinari). Vaqueros de Bayamón, ese nombre que suena más a episodio perdido de Pasión de Gavilanes que a un equipo de baloncesto, el más laureado de Puerto Rico con 16 campeonatos. Pero donde Duarte ha encontrado un hogar emocional y deportivo, con fecha de caducidad. Ha estrechado un fuerte vínculo el jugador dominicano con Bayamón, tocando la capital San Juan y de unos 190.000 habitantes, donde hay una fuerte pasión por el baloncesto. "No me quiero ir. Quiero seguir disfrutando un poco más de Puerto Rico. Lo he dicho desde el día uno: me encanta jugar en El Rancho (pabellón de Vaqueros). Me encanta jugar para la ciudad de Bayamón. Es increíble el apoyo y cariño que me ha dado la gente de aquí desde el primer día. Cuando juego aquí quiero dar lo mejor de mí, mi 110%", decía Duarte en la televisión dominicana tras acceder a la final del BSN.

Y en Málaga, desde la distancia, ya se perciben señales muy claras de lo que podría llegar a ser en el Unicaja. Duarte ha mostrado un grado de implicación que va más allá de lo habitual. No solo se ha convertido en uno de los referentes deportivos del conjunto boricua, sino que también ha sabido integrarse en el entorno. Sensible y familiar, las referencias del Unicaja en ese scouting humano cumplen con lo que está exteriorizando el jugador en esta aventura. "Mi familia siempre está conmigo. Mi hijo, mi hija y mi esposa. Nosotros jugamos al baloncesto por algo y yo lo hago por mi familia, por mis padres que están en casa, por mi país, que sé que está ahí apoyándome", verbalizaba el jugador del Unicaja. Al acabar el último play off, esa conexión generalizada con El Rancho que ahora tratará de trasladar al Carpena.

Duarte sujeta a su hijo sobre El Rancho.
Duarte sujeta a su hijo sobre El Rancho. / BSN

No es un comportamiento menor para el Unicaja. El club ha apostado en los últimos años por jugadores que no solo encajen en la cultura del club, sino que también lo hagan en la ciudad. Que entiendan la idiosincrasia local, que asuman con naturalidad el carácter cercano, apasionado y también de vez en cuando exigente del aficionado malagueño. En ese sentido, el caso de Kendrick Perry es el caso más paradigmático: un jugador que se ha convertido en malagueño por convicción, por actitud y por conexión. Hoy es el líder espiritual del vestuario, pero también alguien que representa lo que significa formar parte del club y de la ciudad al mismo tiempo, sin un solo nexo previo. Pero también hay otros miembros de estas temporadas menos acentuados que el base de Florida en el núcleo de americanos, y con personalidades antagónicas entre ellos. El temor a desajustar la armonía interna es una de las principales razones para que los movimientos en la plantilla del Unicaja sean limitados y muy meditados en estas temporadas. "Lo importante es que acertemos con las personas", es una frase de Ibon Navarro en su última comparecencia de la 24/25.

Duarte saluda a un grupo de aficionados.
Duarte saluda a un grupo de aficionados. / BSN

Y por lo visto en Puerto Rico, Duarte encaja con ese perfil: un jugador carismático, cercano, con valores humanos sólidos y una voluntad clara de formar parte del lugar donde esté. En Bayamón lo está demostrando día a día, y eso invita a pensar que en Málaga ocurrirá algo parecido. Será todavía más intenso si levanta el título de Puerto Rico. Que juegue la final puede suponer un desgaste físico importante de cara a su llegada, pero no todo es negativo. Emocionalmente, el jugador está en un gran momento, conectado en todo aquel ecosistema. Esa felicidad puede traducirse en confianza y motivación para su próximo reto en Málaga. El Unicaja, consciente del calendario exigente y del desgaste que puede suponer este verano para Duarte, que llegará tras unas finales intensas y la AmeriCup con República Dominicana, valora muy positivamente la actitud que está mostrando.

Uno se imagina viviendo en el Carpena momentos similares a los de Puerto Rico, con esa conexión intensa y auténtico con el público malagueño, Esa química será clave para que su llegada a Málaga sea tan especial y pueda triunfar. Buen augurio con ese prólogo en Bayamón.

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