Así fue la fiesta del Unicaja: Cena en el hotel y una foto nocturna en la Acrópolis
El equipo volvió sobre la medianoche al Sofitel, al lado del aeropuerto, antes de ir a las faltas del Partenón para hacerse un recuerdo con la BCL y volar en la noche ateniense
Las reacciones al título
Decía Ibon Navarro que había algo que no se hacía bien en los títulos y era que no se festejaba de la manera adecuada. Traslado rápido para un chárter, bajón de energías, llegada y subidón con la afición, pero ya altas horas de la madrugada. En Atenas también se intentó mejorar en este aspecto tras la consecución de la segunda Basketball Champions League. Con el regreso en vuelo a las 11:20 de la mañana hacia Barcelona y allí enlazar rumbo a Málaga había margen también para regodearse en la fiesta en la propia pista. Era la medianoche ateniense y aún estaban los jugadores saliendo para el autobús. Antes, cientos de fotos. Copa, papelillos, amigos...
Apenas habían acudido familiares de los jugadores a esta Final Four. Las combinaciones, también los horarios, no eran buenos y que el club no sacara un chárter retrajo. Sí había alguna acompañante de directivos o staff. Todos esperaban la llegada de los protagonistas en el Sofitel, el cuartel general en estas seis noches atenienses que acabaron de la manera esperada, con el título. Cuando se completó el trayecto de media hora larga desde el Ano Liosia hasta el aeropuerto, donde estaba el alojamiento, cruzando Atenas circunvalando de parte noroeste a sudeste, jolgorio y celebración. También estaban presentes medios de comunicación desplazados, grupos de aficionados y Los Mihitas, muchos de los cuales cogían un avión a las 3:50 rumbo a Barcelona para enlazar a primera hora de la mañana para Málaga.
Una copiosa cena con bufé libre y regada con cerveza, vino y champán amenizó. Pero los jugadores tenían una misión: hacerse una foto en la Acrópolis con el Partenón de fondo, aunque fuera nocturna. Se había intentado negociar para ir desde el pabellón hasta el centro de Atenas antes, pero la policía decía que por motivos de seguridad no era posible. Así que cerca de las dos de la madrugada, la plantilla se plantaba para tener una foto histórica, para el recuerdo, antes uno de los monumentos más emblemáticos de la humanidad.
El presidente López Nieto, eufórico, se animaba a bailar con "Mi gran noche" y después daba un discurso emotivo, en el que recordaba que había que disfrutar de esta anomalía que es ganar tanto, aunque ya también se le escapaba que igual quedaba por jugar una final. El staff prefería quedarse en una mesa del hotel hablando y apurando cervezas y vino con una particular discoteca con una playlist entre ochentera y noventera. Juanma Rodríguez demostraba sus dotes negociadoras para conseguir unos combinados. Y ya, entre el mito y la realidad, en pocas horas amaneció en Atenas. Otra vez salió el sol como camopeones.
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