Unicaja, buscando una motivación

Cuatro derrotas seguidas a domicilio (Girona, Lugo, Estambul y Zaragoza), las dos últimas en un tramo de temporada de supervivencia a la espera de retos más sugerentes

El Manisa Basket avisa

El Unicaja se retira a vestuarios.
El Unicaja se retira a vestuarios. / ACB Photo

El Unicaja ha enlazado cuatro partidos oficiales a domicilio con derrota. Girona y Lugo antes de la Copa y Estambul y Zaragoza después de ella. Entre medias, ese paréntesis maravilloso en Gran Canaria. No parece que sea una cuestión de personalidad, este equipo ha ganado mucho y bien lejos de Málaga, de hecho así han llegado los cinco títulos de este trienio glorioso: Badalona, Belgrado, Singapur, Murcia y Las Palmas. Pero sí hay un patrón de comportamiento esta temporada que difiere de las dos anteriores. Se contempla en estas derrotas, pero también en victorias conseguidas por inercia. Se ha atenuado ese ansia por demostrar en cada partido lo que este equipo vale, ese hambre constante, esa voracidad para ganar en cualquier pista y a cualquier rival y para no fallar apenas en pista de equipos de zona media y baja tabla.

Aunque la base del equipo es casi idéntica a la que inició el ciclo en el verano de 2022, las cabezas no son las mismas. Se ha adquirido un estatus refrendado por los títulos. Y existe esa tendencia a seleccionar esfuerzos en la que frecuentemente caen los equipos grandes. Su calidad y empaque les hace ganar mucho, pero en el día a día de cada partido hay menos constancia en el esfuerzo. La memoria tiende a hacer olvidar lo malo y quedarse con lo bueno, pero también tras ganar la Copa en 2023 en Badalona hubo un bajón en marzo en el que el equipo sufrió para después elevarse, después del golpetazo del Bonn en la Final Four de la BCL, para ganar los cuartos de final de play off con el factor cancha adverso y ser muy digno ante el Barcelona en las semifinales de ACB. La temporada pasada, tras la decepción de caer en la Copa en cuartos de final ante el Tenerife, el equipo respondió ganando la BCL y haciendo un tramo sensacional final de Liga Endesa que le permitió quedar primero en la temporada regular. Había esa motivación, ese ansia de reivindicación. Aunque la gasolina no dio para llegar a la final de la ACB con esa dolorosa semifinal ante el UCAM.

Está también el factor físico, además del mental. El excel y el reparto de esfuerzos, la inversión en alinear a jugadores que están lejos de su tope para recoger la cosecha más adelante. La frontera final de esta plantilla es jugar una final de la Liga ACB. Lo han verbalizado los protagonistas. En el vestuario se tiene la sensación de que es posible, no se sienten inferiores a ninguno de los equipos, por más que en esta competición haya que respetar hasta al colista, existe el riesgo de perder si no hay una concentración elevada. Si hay un año, es éste, el Real Madrid y el Barcelona no parecen inabordables aunque siempre tendrán la última palabra por su tremendo potencial. Pero esa sensación está en el vestuario. Y también que el tanque hay que administrarlo, se perdieron los últimos cinco partidos de semifinales jugados en el Carpena (dos ante el Barça y tres ante el UCAM). Para ese reto de alcanzar la final de la ACB hay que llegar frescos mental y físicamente. Y esa exigencia de ganar cada partido quita energía. Puede ser doloroso, sobre todo por la imagen. Pero si en junio se está ahí, al lado de la gloria, lo de marzo quedará en anécdota.

Es todo cuestión de equilibrio. Parece difícil que el Unicaja se caiga del Top 4 de la ACB, hay cuatro partidos de renta con el quinto. Pero hay un calendario complicado, empezando por el próximo domingo ante el Real Madrid, reedición de la final de Copa. Y en el tramo final hay visitas a Barcelona, Valencia y Tenerife. Ya se constató el año pasado que el factor cancha importa pero no es absolutamente determinante. Ser primero está bien y luce, pero no garantiza avanzar hasta la última estación. Las caras de Ibon Navarro durante el partido ante el Casademont eran reveladoras, el equipo no está bien, hay muchos jugadores desconectados. Aunque el técnico públicamente prefiere alabar los rivales, algo en lo que no le falta razón, seguramente las expectativas están disparadas, también se deslizan algunos problemas que van con la actitud. Pero internamente también se trabaja en rascar esa motivación que falta para que suba el nivel del equipo. En la misma semana hubo visita del presidente de la Junta, recepción en La Zarzuela y habrá un periplo de seis noches seguidas durmiendo fuera de casa. Peajes que se pagan gustosamente por la gloria, pero que suman.

Marzo es un mes de entreguerras, de supervivencia. La victoria ante el Galatasaray demostró que el equipo también quiere la BCL, no se abandonó, la derrota ante el Gran Canaria sigue siendo la única que hubo en esta temporada en el Carpena. La BCL está ahí en el desván porque ya se ganó, pero verse en una Final Four, si se alcanza y con un ambiente seguramente hostil ante los organizadores, afilaría el colmillo. Entre esa confianza en las posibilidades propias, mantener la competitividad sin quemar demasiada gasolina y "ganar cuando hay que ganar" se debate el Unicaja. No siempre se vive en Disneylandia, aunque este equipo se haya empeñado en regalar constante felicidad. Por eso chirría ver versiones tan pobres como las de Zaragoza. El futuro dirá si era una inversión necesaria de ahorro de energía.

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