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24.000 euros y miles de recuerdos contra un tornado

  • Unas 5.000 personas disfrutaron del duelo entre el Málaga actual y el de Peiró, únicamente derrotado en los penaltis l La calidad de Sandro resultó lo más destacado de la mañana l La única pena fue el 0-0 final

La Rosaleda cambió el recuerdo de un funesto tornado por una mañana de radiante sol ante unas 5.000 personas que disfrutaron viendo cómo los exitosos pasado y presente se fundían en un partido solidario y plagado de recuerdos. El reencuentro de tantos amigos tuvo como resultado la recaudación de unos 24.000 euros que ayudarán a sobrellevar al trance de mil familias de un modo menos doloroso.

Futbolísticamente hablando, hubo sorpresa. El Málaga de Joaquín Peiró, plagado de muchos futbolistas retirados o ya en ligas de menor competitividad, fue capaz de aguantar los 70 minutos que duró el encuentro sin encajar un tanto. Sólo en la tanda de penaltis los pupilos de Antonio Tapia fueron capaces de imponerse. Un 3-1 que, no obstante, no dejó vencidos, puesto que la fiesta en la que se convirtió ayer Martiricos hizo que todos ganaran: los que recibirán esa ayuda económica, los aficionados que se recrearon viendo a sus antiguos ídolos y los actuales, y todos aquellos futbolistas y míticos miembros del Málaga que se reencontraron mucho tiempo después.

Lo único que se echó en falta en el guión habitual de este tipo de partidos fueron los goles. Suele suceder que la ausencia de tensión invita a licencias no habituales en encuentros de competición. Sin embargo, fieles a la tradición de la que hacen gala, ambos conjuntos dejaron claro que no querían perder. A falta de tantos, se llegó a una tanda de penaltis donde muchos se pudieron desquitar.

Hubo mucha emotividad en torno al encuentro. La nostalgia y el recuerdo se dieron la mano. Sandro cristalizó esa fusión. Resultó hilarante para el gran público verle correr abrochado a esa barriga que bien ha cultivado desde que el pasado verano colgó las botas. Sin embargo, le refrescó a todos los presentes la calidad que sigue atesorando con unos cuantos pases marca de la casa, en especial uno con el exterior a Edgar en la primera parte que recordó la gran sociedad que formaron el año del ascenso a Primera División.

Muy pocos se salieron del guión del respeto y la competitividad que se lanzaron unos y otros. No obstante, en la segunda parte se vieron algunos guiños. En un par de ocasiones el meta Rafa se atrevió a driblar a algún atacante que le encimaba; Litos hizo un amago de fallo para procurar que Albert Luque abriese el marcador -alguno de sus compañeros opinó que en realidad se había equivocado sin querer-.

También se pudo comprobar que hay cosas que nunca cambian: el desatino de Eliseu, que falló un gol a puerta vacía a los 58 minutos con todo a favor; el enorme afán de reivindicación de Koke cada vez que pisa La Rosaleda; que Catanha, ya sea en un encuentro oficial o amistoso, nunca da un balón por perdido; y el cariño eterno que la le profesa afición a Basti.

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