El primer día de clase en el IES Emilio Prados ayudó a sus compañeros a jugar a la gymkana. Cualquier lugar al que hubiera que ir Pablo Alcoholado, de 12 años, lo conocía. Su discapacidad visual no le impidió ser el guía de sus compañeros de primero de la ESO. Se mueve por el patio, los pasillos y las aulas como si los conociese de siempre, aunque su primer día de clase en este centro fue el pasado jueves.

Pablo Alcoholado es uno de los 264 alumnos con ceguera o discapacidad visual grave que estudian en la provincia de Málaga. "No soy un alienígena ni nada parecido. Acudo a clase como cualquier otro niño. Simplemente tengo otros medios con los que escribir y estudiar. Esa es la única diferencia", explica el joven. Acaba de comenzar primero de la ESO y ya tiene claro que su futuro pasa por la Universidad. "Quiero estudiar Fisioterapia", dice. No tiene miedo a las barreras que se pueda encontrar durante su proceso educativo porque tiene claro que "prácticamente están eliminadas".

Acude a clase con "total normalidad" junto a sus compañeros. Pero antes de comenzar el curso tuvo que hacer algunas tareas. "Como este año he cambiado de centro. Unas semanas antes de que comenzasen las clases vine al instituto para conocer las instalaciones. Ahora puedo andar por él sin necesidad de utilizar un bastón ni ningún otro elemento", explica el joven.

Pero su integración en el aula es como la del resto de los alumnos. Siempre recibo clases con ellos. No estoy al margen. Soy muy participativo. Pese a esta integración es "normal" que algunos alumnos se queden un poco sorprendidos con el material que utiliza. "Muchos de mis nuevos compañeros se quedan un poco asombrados cuando saco mi Perkins -una máquina de escribir mecánica en sistema braille-, me preguntan si es difícil y que cómo lo hago. Pero al final también quieren aprender a leer y a escribir en braille", comenta.

Además de la máquina de escribir en braille, Pablo Alcoholado cuenta con los mismos libros que sus compañeros, aunque en braille, así como con toda la información que requieran en formato accesible. Asimismo cuenta con un ordenador adaptado para su discapacidad que le permite seguir las clases al mismo ritmo que sus compañeros. Pero durante su etapa de aprendizaje no están solos. Un miembro de los equipos específicos de apoyo educativo de la ONCE les acompaña. "Llevo con Mariví -su profesora de apoyo- tres años. Ella me resuelve las dudas y me explica las cosas cuando no las he entendido bien durante la clase", explica. Sobretodo recurre a Mariví por las clases de matemáticas. "Los números y los problemas son lo que más me cuesta. Lengua se me da mejor. En inglés también necesito un poco ayuda", señala el joven, mientras su profesora asiente con la cabeza.

Este acompañamiento está presente durante toda su vida educativa aunque de forma diferente. "Año tras años disminuimos la dependencia que puedan tener de nosotros. Cuando acuden a la universidad nos convertimos en sus profesores de referencia no de apoyo. Ellos deben de ser independientes", explica su profesora de apoyo.

Además del colegio, Pablo tiene una agenda muy completa. Por las tardes recibe clases de natación así como clases particulares. "Antes también hacía judo. Soy cinturón amarillo", señala a la vez que comenta que en su primera competición de natación a nivel nacional ganó dos medallas. Además, como buen hermano mayor ayuda a su hermano, de 8 años, si tiene algún problema con las lecciones del colegio. Todo ello sin dejar atrás sus estudios. "Soy un buen estudiante. Ser ciego no me impide sacar buenas notas. El curso pasado obtuve en casi todo un sobresaliente".

En Málaga hay 40 escolares como él que cursan Educación Infantil, 73 a Primaria, 45 ya están en la ESO, 11 en Bachillerato, mientras que 15 hacen FP, 21 estudian en la Universidad y otros 59 reciben otro tipo de enseñanzas.