Málaga

Los Asperones, escuela de paz

  • El CEIP María de la O ha obtenido el tercer premio del Ministerio de Educación por su trabajo en la compensación de desigualdades · Sus 19 docentes tienen el reto diario de guiar y enseñar a 108 alumnos

No es un día cualquiera en el colegio María de la O, en la barriada malagueña de Los Asperones. Celebran el Día del Pueblo Gitano Andaluz y los 108 alumnos del centro juegan, cantan y se divierten reforzando su propia identidad. Inquietos, recelosos y efusivos, tanto para bien como para mal, pequeños torbellinos que no le tienen miedo a nada acuden a la escuela "para aprender", dicen sin darle mucho crédito. Los más sinceros añaden "y porque si no venimos nos llevan los payos". Su crecimiento personal y académico es el reto de un equipo de 19 maestros que han convertido el centro en un verdadero espacio de paz.

Alicia Alonso es la directora de este pequeño oasis, decorado por las madres, lleno de letras y dibujos evocadores de otras realidades posibles. Lleva 22 años en el centro y ahora sus alumnos son los hijos de aquellos que inauguraron las aulas cuando se creó este asentamiento provisional hace ya un cuarto de siglo. Todos pertenecen al barrio, todos son gitanos. Y casi ninguno sigue en el camino de la formación después de los 16 años.

"Los infantiles están tan normalizados como en cualquier otro colegio, pero empiezan a crecer y van perdiendo interés, en casa hay poca formación para ayudarlos con las tareas y sin saber muy bien por qué empiezan a descolgarse", explica Alicia y reconoce que sus niños van uno o dos niveles por debajo de los demás. Por eso este centro se reinventa cada día con el objetivo de motivar a un alumnado que no lo suele poner fácil.

Alonso Bermúdez lleva tres años en este colegio de compensatoria y, aunque reconoce que fue un cambio tan brusco que su adaptación le costó todo un curso, ahora sabe que le costaría alejarse. Él asegura que en el CEIP María de la O es donde realmente ha aprendido el sentido de la palabra creatividad. "Lo más difícil es mantener la escucha y la atención, por eso tenemos que estar constantemente inventando", dice Alonso, el tutor de segundo de Primaria, uno de los grupos más complicados del centro.

Alonso, Montse, el Payo Largo, como llaman al profesor de música, Patxi, Alicia y el resto del equipo que trabaja voluntariamente en el centro están tan implicados que han creado un sinfín de actuaciones. "Hay que imaginar mucho, crear mucho, adaptar materiales o inventarlos, algunos se cierran para la lectura y hay que motivarlos", afirma la directora. Estas acciones le han valido el tercer premio en la convocatoria que el Ministerio de Educación realizó para la compensación de desigualdades en educación.

Marcar límites, repetir hasta la saciedad medidas básicas de higiene, enseñar buenos modales para que calen hondo y, sobre todo, educar en la afectividad son objetivos de estos docentes. "Cuando le das cariño se dejan tratar, demandan contacto físico, un abrazo y necesitan refuerzo positivo", asegura la profesora Montse García.

En clase desayunan el postre del menú del comedor, se lavan las manos por turnos y hacen asambleas para resolver los conflictos hablando. "Tenemos que trabajar mucho la rutina porque es lo que menos tienen", comenta Alonso.

Patxi Velasco es otra de las almas del María de la O. Lleva casi 18 años en el centro y sabe dónde vive cada uno sus alumnos. "Esto engancha", confiesa. "Aquí sabes que lo que se mueve es porque tú lo empujas", añade orgulloso de los logros conseguidos en las últimas generaciones. "El colegio ya no es algo extraño, insertado en el barrio, sino que es un elemento más", afirma Velasco, el jefe de estudios y destaca que "si el problema antes era crear un clima de convivencia adecuado ahora el objetivo es que aprendan a leer".

En la mayoría de los casos lo consiguen. Otros pasarán a Secundaria con grandes lagunas pero con el cariño intacto de sus maestros.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios