Málaga

Las centenarias de La Victoria

  • El centro de salud del barrio homenajea a cinco mujeres que rondan los 100 años dentro de las actividades del programa de participación para conmemorar el Año Europeo del Envejecimiento Activo

"Son la demostración de que se le pueden añadir años a la vida con hábitos saludables". Así hablaba María José Bujalance, la directora del centro de salud Victoria, que ayer rindió un homenaje a cinco vecinas centenarias del barrio. "Mire usted, la vida ha cambiado mucho. Antes vivíamos con muchas necesidades, pero íbamos por donde fuera y no había tropiezo. Ahora no se puede salir de la puerta para afuera", contaba Cristina Maellas que tiene 101 años y se sentía orgullosa de ser protagonista. Junto a ella, en el escenario, había otras cuatro mujeres centenarias, usuarias del centro de salud. Todas en sillas de ruedas. Todas mujeres, por aquello de que la esperanza de vida femenina es mayor que la masculina.

"Este homenaje es muy bonito", agradecía Cristina que aseguraba que "en lo que cabe" está muy bien. La directora del centro -que es médico de cabecera de dos de las homenajeadas- confirmaba que todas están bastante bien de salud y que ninguna tiene patologías importantes. "Mi madre tiene la analítica de una niña de 15 años", contaba Ana Morales, hija de Ana Molina, de 100 años. "Estoy muy agradecida al centro de salud. Da un poco de alivio que se acuerden de una", decía ayer Ana. Luego, esta bisabuela del barrio de La Victoria contaba que ha vivido tres conflictos bélicos: la Segunda Guerra Mundial, la Civil y la de África. En realidad, han sido cuatro, porque ella ya caminaba cuando estalló la Primera Guerra Mundial. Ayer recordaba la contienda española. "Registraban las casas y se llevaban a personas. Hoy parece que hay más caridad", comentaba. Después de haber vivido un siglo, concluía que "ahora la vida es muy distinta. Antes había más contacto, hoy hay más independencia".

Por su longevidad, varias han sobrevivido a algunos de sus hijos. Y era eso precisamente lo primero que citaban como una sombra en sus vidas. "He tenido desgracias, porque se me han muerto hijos y eso duele. Pero siempre he acudido a Dios", contaba Ana, que a sus 100 años solo tiene bocio. Su hija contaba que estaba muy entusiasmada con el homenaje, una iniciativa de la enfermera Pilar Sánchez realizada dentro del programa de participación del centro con motivo del Año Europeo de Envejecimiento Activo.

Ayer, el centenar de personas que acudieron al homenaje saludaron a la sanitaria con un cerrado aplauso. La trabajadora del centro de salud que presentaba el acto reivindicó la labor de los enfermeros: "Compartimos miedos, emociones y alegrías de nuestros pacientes y ese contacto humano no nos deja indiferentes". El homenaje de ayer era toda una constatación de la frase.

Allí estaba también Maruja Guarido, de 100 años. Su hija, Pilar Oriente, contaba que "está sorda, pero lee sin gafas". No tiene ni diabetes, ni hipertensión ni colesterol. A su lado estaba Cristobalina Gil, que tiene tres hijos, dos nietos y una bisnieta. Y más allá, Josefa Navas, hija de emigrantes y nacida en Argentina.

Como a muchas los oídos ya le fallan, la enfermera que presentaba el acto les iba avisando una por una de que iba a hablar de ellas para que los presentes tuvieran una breve reseña de sus vidas. De Josefa dijo que enviudó a los seis meses de casarse, cuando estaba embarazada de tres meses. Los asistentes lanzaron una exclamación de pena. Luego contó que volvió a casarse y que tuvo otros dos hijos. Hubo un reconocimiento para las cuidadoras de estas "jovenzuelas centenarias" y agradecimientos para la dirección del Distrito Sanitario Málaga que apoyó la iniciativa. Y música y poesía para darle alegría al homenaje. Y un emotivo texto de un nieto de Ana Molina en el que relataba que ella siempre dice que "su mejor medicina es el cariño que le tenemos". Ayer, él reconocía que ese afecto "es fruto del cariño que ella sembró".

En la semblanza que la enfermera fue leyendo contó que Cristina pasó su juventud entre la siembra, el arado, la siega y el ganchillo. Y que Maruja se casó en 1940, después de esperar que su novio volviera de la Guerra. Es cierto lo que ellas decían ayer, la vida ha cambiado mucho.

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