'Raves': fiestas al margen del control

sucesos El sábado se produjo un altercado con la Policía en una 'megamoraga' que congregó en Guadalmar a unas 1.000 personas

En verano y en lugares apartados de la ciudad proliferan encuentros gratuitos que giran en torno a la música electrónica · Sin permisos ni seguridad, estas fiestas ilegales significan para sus asistentes "libertad absoluta"

Imagen de archivo de una fiesta 'rave'.
Imagen de archivo de una fiesta 'rave'.

Música electrónica, aire libre, entrada gratuita, libertad para beber o consumir lo que cada uno aporte y tiempo casi ilimitado para disfrutar de la fiesta. Las raves, un término que se acuñó en Londres y se hizo popular en la década de los 80, proliferan en verano en lugares apartados de la ciudad. Son ilegales, no cuentan con permisos ni con seguridad y se buscan escenarios apartados de la ciudad para "no molestar a nadie ni ser molestados". A través del boca a boca o de las redes sociales se convocan estos encuentros en los que suele imperar "el buen rollo", dicen sus asistentes. Hasta que, alguna vez, la cosa se desmadra.

El pasado sábado se convocó una megamoraga en la playa de Guadalmar. Un equipo de más de 5.000 vatios de sonido y 12 dj llegados desde Málaga, Granada, Huelva y Córdoba es lo que pusieron los organizadores. Se sumaron, dicen, unas 1.000 personas. Cada uno trajo su bebida. Se pidió respeto hacia los demás y hacia el entorno. "Ven a celebrar el fin del mundo en una noche explosiva donde tendrá encuentro la electrónica más rompedora y underground del momento", decían en la convocatoria.

"Una noche llena de buenrrollismo a tope donde tendrá cabida todo el mundo que venga con las mismas intenciones (pasarlo bien, reír y respetar al prójimo)", explicaron los organizadores en la convocatoria lanzada a través de las redes sociales. Eso sí, el lugar exacto de la fiesta había que consultarla a través de mensajes privados.

Esto empezó, comenta un organizador, "como una moraga para celebrar mi cumpleaños, el objetivo era reunir a amigos de amigos, hacer una cadena", explica. Si en 2006 acudieron a esta fiesta unas 150 personas, siete años después la cifra se ha multiplicado casi por diez. "Ha venido gente de Granada, Almería, Jaén, Bilbao, Vitoria, Córdoba, Sevilla, de Alicante", añade. Así inician el verano y celebran el fin de los exámenes, aunque muchos ya no sean estudiantes.

Sobre las 3:30 de la madrugada dos policías de paisano se acercaron hasta el equipo de sonido para pedir que se cortara la música por las quejas vecinales recibidas. "Hicimos mediciones de decibelios en el edificio que estaba más cerca y no llegaba apenas, además los equipos estaban orientados hacia el mar para que se perdiera el sonido", comenta uno de los organizadores. Con más o menos quejas, pararon la música, dicen los responsables del evento, que se identificaron ante la Policía.

Según los asistentes, llegaron policías locales uniformados para requisar el equipo y "se llevaron el portátil de un dj invitado de fuera y se fueron hacia los coches, unos 15 vehículos". Según la Policía Local y los asistentes ese fue el momento que desencadenó el altercado. "Empezaron a volar botellas, piedras, litronas llenas, vacías, botellas de Fanta. La Policía dijo literalmente, vamos que nos matan y se fueron mientras los apedreaban", relata uno de los organizadores que ayer lunes fue llamado a declarar y que teme enfrentarse a una sanción. Hubo cinco policías heridos leves con cortes y contusiones.

"No sé cuál va a ser la sanción ni cómo la vamos a pagar, somos desempleados", dice uno de los convocantes del evento y añade que "la fiesta gratis no es un crimen, pero no puedes llegar y requisarnos nuestras cosas, podemos cortar si nos lo exigen, pero que se lleven el equipo o responsabilizarnos por las acciones de la gente, cuando es un sitio abierto y público no nos parece lógico".

Juan y Belén asisten con cierta frecuencia a este tipo de fiestas y destacan que nunca, hasta el pasado sábado, habían vivido un episodio violento en una rave. "No son nada usuales las peleas, la gente va a lo suyo, el control lo pone cada uno", confiesa Belén. Lo mismo asegura Juan. "Para mí significa libertad absoluta, hay muy buen rollo, a la gente le gusta la misma música que a ti, viste como le da la gana, compartes". Lo que ocurre es que rave es un concepto para él "muy demonizado".

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