Son sólo un pequeño ejemplo de esos profesionales cuya formación ha pagado España y ahora emigran en busca de una vida mejor. Elena Yagüe y Manuel Felices llevan algo más de un mes en Suecia. Ambos son cirujanos generales y digestivos. Ella tiene 32 años. Él, 41. Dentro de cuatro meses tendrán su plaza fija. Cuando se le pregunta a Elena por qué se fueron, la precariedad laboral aparece como una de las causas: "Desde que terminé la especialidad [en mayo hará dos años] no he tenido estabilidad laboral. Sólo contratos temporales, con suerte, y en distintos hospitales y provincias. Desgraciadamente no es un caso aislado. Mis compañeros se encuentran en la misma o peor situación. Actualmente, en Andalucía el mejor nuevo contrato al que puedes optar es de un 75% de jornada renovable mes a mes". Dice que en esas condiciones no podía plantearse la maternidad.

Manuel aclara que lo económico no ha marcado en su decisión de emigrar. "Lo que más ha pesado ha sido el poder compaginar una vida laboral con la profesional; el poder desempeñar dignamente nuestra profesión". Manuel cuestiona el escaso reconocimiento profesional que tenía, la cada vez menor consideración como colectivo, la inestabilidad laboral, el nulo control sobre su futuro laboral por la falta de oposiciones, la reducción de personal, el incremento de la presión asistencial y "la politización de los hospitales".

Ella trabajó en el Hospital de Poniente, en el Costa del Sol y en Xanit. Él, en el Clínico, en el Torrecárdenas y también en hospitales de Alemania y el Reino Unido. "Nos hubiera encantado desempeñar nuestra profesión decentemente en nuestro país, pero por desgracia eso es francamente difícil, por no decir imposible. Allí priman los números y las listas de espera sobre la calidad de la asistencia. Lo triste es que se están perdiendo muchos profesionales. Es algo sobre lo que deberían reflexionar nuestros gobernantes". Manuel apunta que a cualquier país le resulta más rentable contratar médicos ya preparados y con cierta experiencia que formarlos desde cero. Elena añade: "España forma profesionales de alto nivel, reconocidos en Europa, con una capacidad de trabajo y autosuperación excepcionales. Desgraciadamente infravalorados y en unas condiciones laborales que no se corresponden con sus valías".

Cuentan que en Andalucía, la falta de estabilidad laboral les hacía muy difícil tener una vida familiar. "Elena trabajando de aquí para allá, ahora en Málaga, ahora en Almería. Durmiendo cada uno más de una semana fuera de casa al mes. Las guardias, el trabajo por la tarde... Durante mucho tiempo solo nos veíamos para decirnos buenas noches".

Aseguran que de lo único que se arrepienten es de no haber emigrado antes y admiten que echan de menos a la familia y a los amigos. Pero lo compensan con la aventura de conocer otra cultura y con la estabilidad que les dará esa plaza fija a partir en febrero. Ambos trabajan en un hospital público de la región Västra Gotaland, en el departamento de cirugía más grande de Suecia que cuenta con 70 cirujanos. Tienen 40 horas semanales de trabajo, guardias de 12 horas, año y medio de baja maternal, cinco semanas de vacaciones y 12 días de asuntos propios. Además, pueden investigar dentro del horario laboral, cobrando lo mismo.

Su curriculum y su nivel de inglés han sido las claves para conseguir los empleos. Ahora tienen que hacer un curso intensivo de sueco. Es obligatorio para el puesto. Cuatro horas diarias, aunque el hospital les paga el sueldo íntegro. Dicen que lo que más les ha llamado la atención de Suecia es la integración del bosque y de los animales en las ciudades; así como la educación y el respeto de la gente. Aseguran que no le tienen miedo al invierno sueco. Manuel concluye: "Los contratos de Elena han sido renovables (o no) de mes en mes. Solo queremos trabajar dignamente y no estar preocupados por si habrá trabajo el mes siguiente".