Málaga

La vida resurge tras las cenizas

  • Los primeros signos de recuperación natural comienzan a vislumbrarse en la zona de Barranco Blanco de Coín, el punto donde se inició el gran incendio forestal hace tres meses

Han pasado tres meses ya de una de las peores catástrofes ambientales que se recuerdan en la provincia de Málaga y la esperanza ha empezado a florecer. Las llamas de aquel devastador incendio forestal arrasaron todo lo que encontraron a su paso durante los más de cuatro días que permaneció activo y, aunque la dramática huella que dejó a su paso aún es más que visible, ya se vislumbran brotes de vida en el punto donde aquel siniestro fuego se inició en la tarde del pasado 30 de agosto.

La zona de Barranco Blanco en el término municipal de Coín, un privilegiado entorno donde algunas casas de ensueño salpicaban lo que hasta ese día era un frondoso valle boscoso convertido ahora en un paisaje desolador, comienza muy lentamente a recuperar parte del porte natural del que gozaba antes de que el fuego acabara con todo. Las abundantes y continuas lluvias caídas este otoño han sido su mejor aliado. Pese a que se temía que su intensidad acabara por destrozar lo poco que había quedado, no ha sido así y ya se puede apreciar un tímido manto verde que empieza a cubrir el suelo de la vegetación que se encargará de recuperar de forma natural lo que las llamas calcinaron.

Pastizal y distintos tipos de arbustos son los primeros que han logrado resurgir de las cenizas a las que quedaron reducidos hace tres meses. El tapiz creado por la hierba, como el esparto, y arbustos, como lentiscos, albaida, coscoja, acebuches y palmitos que ya han empezado a rebrotar por ser plantas mediterráneas perfectamente adaptadas a los fuegos, aportan casi el único color verde que resalta sobre un paisaje manchado por el negro que dejó la sombra del incendio. Y lo han hecho con mucha potencia, según pudo comprobar este periódico en una visita realizada esta misma semana de la mano del profesor de Biología Vegetal de la Universidad de Málaga (UMA), Andrés Pérez La Torre, gracias a las lluvias que "han permitido que las semillas germinen más rápido".

Hasta el cañahierro, un peculiar tipo de hierba, ha logrado florecer sólo tres meses después del fuego "algo bastante raro que no suele ocurrir en esta época del año", aclaró. Los signos de recuperación son también visibles en algunos de los alcornoques, muchos de ellos centenarios, que formaban un denso bosque que hoy en día parecen un dantesco cementerio. Los brotes verdes que han salido en las ramas de algunos es una buena señal porque, si todo va bien, "en unos dos años podrían volver a estar como antes", según Pérez La Torre.

Pero no todos lo conseguirán. Se calcula que del 60% que han rebrotado, al menos un 20% no lo ha hecho lo suficiente como para tener la fuerza necesaria para recuperarse. A los que no les ha salido a estas alturas del otoño algún brote, algo que le ha ocurrido a alrededor del 40% debido a que en esta zona el incendio fue especialmente virulento por las condiciones meteorológicas extremas que se dieron aquel día, se consideran árboles muertos.

Gracias a las bellotas que debían estar germinadas antes del fuego, se pueden apreciar ya pequeños alcornoques saliendo de la tierra y que en un plazo de diez o doce años tendrán el porte adulto para sustituir a los que las llamas carbonizaron por completo. Es el contraste entre la vida y la muerte que y que también se aprecia en los eucaliptos que han sido capaces de rebrotar tras el gran incendio, que arrasó 8.225 hectáreas de los seis términos municipales a los que se afectó y que lo convirtieron en el grave ocurrido en la provincia desde 1991 por culpa de una quema negligente de restos de poda en la cada de la zona.

Los pinos mediterráneos que poblaban esta zona antes del incendio no han tenido tanta suerte. Sólo los que hayan conseguido salvar un 20%, como mínimo, de su copa tendrán alguna opción de sobrevivir a los efectos de las llamas. Pero será prácticamente imposible por los graves daños que sufrieron, explicó el experto, y solamente los piñones que logren rebrotar del suelo serán los pinos que pueblen este monte dentro de unos 15 ó 20 años

La particularidad de esta zona, por si fuera poco, es que está compuesta por dolomias y peridotitas, un tipo de roca endémica de la provincia que "dota al suelo de unas condiciones muy especiales donde la regeneración de especies únicas es más frágil y más lenta". Precisamente debido a su fragilidad, la ayuda del hombre puede ser más perjudicial que beneficiosa a la hora de su regeneración. "Es fundamental que ese suelo no se pise ni se intervenga en él porque se perderá todo lo que salga", advirtió el profesor de la UMA en referencia a los trabajos que los miembros del dispositivo Infoca ha iniciado esta misma semana en Barranco Blanco dentro del plan de restauración de la superficie afectada que la Junta de Andalucía puso en marcha a mediados de octubre.

Los trabajos iban a consistir en la limpieza de la madera quemada que no tiene capacidad de rebrotar en el futuro, además de la construcción de albarradas de madera y diques de mampostería para la estabilización de laderas con idea de frenar la erosión del suelo que puedan acarrear las lluvias de los próximos meses. Sin embargo, no se ven signos de erosión en esta zona, sí en cambio en la sierra de Ojén donde ha llovido de forma más torrencial y donde además hay más pendiente. Con estos trabajos se corre el riesgo, según el profesor de Biología Vegetal, de acabar con especies que sólo existen en Málaga, como la Cephalaria baetica y el Galium boiseranum, y que han logrado de manera milagrosa renacer de sus cenizas. Dicen que la naturaleza es sabia y quizás lo conveniente sería dejarla actuar por su cuenta para arreglar los desaguisados que tan habitualmente provoca la mano del hombre.

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