Málaga

"Estamos formando a investigadores que después los aprovecharán otros"

  • La experta botánica recomienda sustituir los ficus de la Alameda Principal por otros que permitan más visibilidad de la zona y dice que no hay que aferrarse a los árboles que están mal

-Se acerca la primavera y el temido periodo para los alérgicos, ¿cómo se prevé este año?

-En principio, será similar a otros años. Ya empezamos a tener cantidades más o menos importantes de polen de ciprés, para marzo el plátano de sombra y a partir de ahí se desencadenará la floración de otras especies como el olivo, las gramíneas o los plantagos.

-¿Cómo influirán las condiciones climáticas de un invierno con lluvia, calor y frío?

-Que haya unos días de frío ahora no va a influir demasiado porque entra dentro de lo que habitual en estas fechas. El problema es que ha habido altas temperaturas y días de lluvia que han permitido que las plantas se desarrollen bien y quizás si seguimos con estas condiciones cabe esperar una primavera con concentraciones de polen un poquito por encima de la media. Pero lo cierto es que una vez que se alcanzan determinados niveles da igual que haya un poco más o un poco menos polen porque cada persona reacciona a unas cantidades determinadas.

-¿Por qué cada año se cree que es peor que otros? ¿Es una mera percepción o hay alguna tendencia que lo demuestre?

-En realidad es porque cada vez hay más personas alérgicas y la base de todo está en nuestros hábitos de vida. No solamente afecta la alimentación y el estrés, sino también el que los niños crecen en unos ambientes cada vez más estériles y menos en contacto con microbios y parásitos. Lo que desencadena las alergias es una reacción que el cuerpo tiene preparada para defenderse de los parásitos. Al ya no estar en contacto con este tipo de organismos, el sistema inmunológico no aprende a distinguir a qué debe atacar. Eso es lo que se denomina la teoría higiénica que proponen los alergólogos para explicar por qué el incremento de tantas alergias. No es más una reacción desmesurada hacia una sustancia o partícula que no es dañina para el organismo, como pueden ser los granos de polen, las esporas de hongos, los ácaros o el pelo de animales. Todo eso va produciendo en las personas que se hacen sensibles un efecto desencadenado que no tendría porqué ocurrir. De hecho, la alergia es muy escasa en países del tercer mundo y, precisamente en los países donde el nivel de vida es más alto es donde tiene mayor incidencia entre la población.

-¿Cómo influye la contaminación?

-Pues altera las vías respiratorias que es por donde normalmente entran los alergenos que van a producir trastornos respiratorias. Obviamente también hay una alteración de las mucosas por parte de la contaminación de origen químico. En todo esto hay que tener en cuenta que el sistema inmunológico de los niños madura en los primeros años de vida, por eso es bueno que vayan desde pequeños a la guardería y estén en contacto con los microbios de otros niños porque eso ayuda a que vayan acumulando defensas contra muchos microorganismos con los que van a estar en contacto el resto de su vida. No significa que los niños estén sucios y mal cuidados, pero tampoco se puede ser fanático de la limpieza.

-¿Es cierto que la floración de las especies se produce cada vez antes? Y si es así, ¿qué relación guarda con el cambio climático?

-Observando los parámetros meteorológicos, sí que vemos una tendencia muy clara a lo largo de las últimas dos o tres décadas que las temperaturas se han ido incrementando. Eso hace que la floración de muchas especies se vayan adelantando a su tiempo. No es que, por ejemplo, el periodo de floración del olivo se vaya a adelantar dos meses, pero sí se va adelantando días y los periodos de polinización duran más, lo cual quiere decir mayor número de días con altas concentraciones que pueden perjudicar a los alérgicos.

-En el escenario futuro previsto con más calor y menos lluvias, ¿cuál podría ser el efecto sobre algunas de estas especies?

-Son modelos predictivos y no se pueden tomar con una certeza absoluta, aunque parece ser que en esta zona tendremos cada vez un clima más desértico. En un principio, eso podría hacer pensar que lloverá menos, pero se ha estudiado que serán más torrenciales. La razón es que el calentamiento global está afectando a los mares y los océanos aumentando la evaporación, lo que significa mayor vapor de agua en la atmósfera que en cuanto se encuentra con un frente frío choca y precipita de manera torrencial, como estamos viendo últimamente con frecuencia. Esa lluvia, además de más destructiva, tiene un menor aprovechamiento porque no se filtra en la tierra convenientemente. Todo esto tendría una repercusión importante en los cultivos, sobre todo, en el olivo que es una parte tan clave en nuestra economía. También para el turismo e igual en un futuro ya no seremos la Costa del Sol. Otro problema de la modificación del clima es que algunos mosquitos transmisores de enfermedades están subiendo de latitud. Tendrá incluso repercusiones sociológicas porque con el aumento del nivel del mar algunas zonas desaparecerán.

-Está haciendo un mapa sobre la distribución de las especies que más problemas causan a los alérgicos en Málaga, ¿qué conclusiones puede avanzar?

-Aún no están terminados. Pero sí hay zonas en las que determinados árboles que tienen incidencia en los alérgicos son más abundantes y quizás cuando estén listos esos mapas estas personas podrían elegir su residencia en función de donde están situados esos árboles. Estamos intentando advertir que se eviten los árboles que pueden producir alergia en la población y se sustituya por otros parecidos que no tengan tanta incidencia.

-¿No cree que se deberían tener en cuenta este tipo de aspectos a la hora de planificar urbanísticamente una ciudad?

-De hecho, muchos ayuntamientos ya lo están teniendo en cuenta. No siempre se puede, depende del clima, pero en Málaga son muy fáciles de evitar estos árboles porque se pueden plantar especies tropicales que son menos alergogenas.

-¿No se ha hecho por desconocimiento o falta de interés?

-Un poco por desconocimiento y por la tradición que había de plantar esos árboles, como el plátano de sombra que ahora entre que produce alergia y que sufre una enfermedad endémica por hongos ya no se eligen. Se retiraron en el Parque y se han sustituido por almeces que cumplen la misma función. Los del Paseo de los Curas tienen los mismos problemas y si están mal habría que sustituirlos. No tenemos que aferrarnos a un árbol si realmente no merece la pena.

-¿Piensa que Málaga tiene suficientes zonas verdes?

-Sí, y en los últimos años se han creado algunas muy importantes, como el parque de Huelin o El Morlaco. Pero para mí nunca son demasiadas y siempre se pueden crear más, sobre todo, plantar árboles en las calles porque una de las principales causas del cambio climático es el aumento del dióxido de carbono en la atmósfera y prácticamente el único sumidero que hay son las plantas.

-¿Cuál es el estado de la vegetación urbana de Málaga?

-Está bien, aunque hay algo que se sigue haciendo mal y son las podas porque a veces son demasiado drásticas y demasiado continuadas. Eso trae consecuencias para los árboles, a veces irremediable.

-¿Hay falta de legislación o más de bien de control a la hora de garantizar que los árboles eliminados en una obra sean trasplantados?

-Existe una norma llamada granada para evaluar el valor económico de un árbol cuando se quita y hay algunos ayuntamientos que lo han adaptado para que cuando se hace una urbanización el promotor debe pagar el valor de esos árboles o invertir en arbolado urbano. Se supone que se hace.

-En el caso de la obra del Metro, ¿qué daños se ocasionaría a la vegetación si finalmente llega a la zona del Parque?

-El trazado que tenía y el que a mí me dieron para valorar no producía grandes daños porque iba a ir pegado a la franja más interna del Parque que es donde hay menos cantidad de árboles y de menor valor. Teniendo en cuenta a la profundidad a la que iba, no le iba a afectar. Otro tema es el de la Alameda porque la tenía que cruzar y ahí por seguridad sí aconsejamos que se hiciera una poda a los ficus para evitar que el peso de las ramas pudieran hacerlos caer al tocar las raíces con la obra.

-¿Y si al final se hace en superficie?

-El daño será menor porque las ramas son muy altas y no se va a afectar a las raíces.

-¿Prefiere en superficie o soterrado?

-Preferiría soterrado por lo menos hasta el Hospital Noble. Como peatón y usuaria de coche no veo la otra opción, además creo que afearía mucho la ciudad. Si por cuestiones presupuestarias hubiera que dejar de construir otras líneas para terminar ese tramo soterrado, yo lo prefiero. No acabo de ver el sentido de que se quiera cambiar ahora cuando precisamente se propuso para mejorar la movilidad en superficie.

-¿Habría que quitar los ficus de la Alameda?

-No me gusta que muera ningún árbol, pero estos han crecido en desmedida y no sería el árbol más adecuado en estos momentos para la vía más importante de la ciudad. Tienen una copa muy grande que dan oscuridad y una sensación claustrofóbica, y tal vez habría que trasladarlos a otra zona y plantar otros árboles que permitan un espacio mucho más abierto. Con eso la ciudad ganaría un espacio importante. Es duro que lo diga un botánico, pero algunos tienen deficiencias sanitarias y la Alameda estaría mejor con otro tipo de arbolado.

-¿Cómo ve el futuro de la investigación universitaria ante la falta de recursos?

-Sin investigación te cargas el futuro de un país porque da muchos logros que luego se traducen en patentes y en riqueza. Nos vamos a ahorrar dinero en investigación para luego tener que comprar tecnología a otros países. Es demencial que estemos formando investigadores en la universidad pública para que luego los aprovechen otros. La universidad se quedará como centro de estudio porque no tiene propios fondos para la investigación y eso redundará en la calidad de la enseñanza. Es un desatino total y veo un panorama muy oscuro.

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