Málaga

50.000 viajeros el primer día

  • La ilusión y la curiosidad se vieron ayer reflejados en el rostro de los malagueños que se pasearon en el Metro como si fuera un regalo de Reyes.

Y el día llegó. Los malagueños han tenido que esperar cinco años más de lo previsto inicialmente para subirse al Metro y ayer el suburbano compitió de tú a tú con la playa, la piscina y los chiringuitos. Si a la expectativa generada durante años, acompañada de varias desilusiones por los retrasos, se le suma que la entrada era ayer gratuita ocurrió lo que todo el mundo podía prever: los trenes estaban en las horas punta a reventar.  Hubo incluso mareos, pero ni eso frenó la ilusión de muchos ciudadanos que entraban en las estaciones y se subían a los trenes como si estuvieran abriendo un regalo de Reyes. Lo vieron 50.000 personas.

 

Aún faltaban dos horas para que las puertas del Metro se abrieran a los malagueños y Carmen Muñoz ya estaba con su tarjeta frente a la estación de El Perchel. "Llevo dos horas aquí con mucha calor, pero con ilusión por entrar y montarme". Cerca de una centena de personas se agolpaban a las puertas del intercambiador del Metro esperando la salida de las autoridades para, tras más de diez años de espera, poder subirse a unos de sus vagones.

A las 13:00 se abrían las puertas de las estaciones de las líneas 1 y 2. Familias, jóvenes, parejas y turistas se acercaban curiosos a los tornos de entrada -que dieron algunos problemas en las primeras horas- en el interior de El Perchel con su tarjeta en mano, aunque algo despistados. "Estamos informando sobre cómo acceder y pasar la tarjeta, que es una de las mayores dudas, así como de los tipos de billete o el reparto de tarjetas gratuitas", comentó Teresa Rodríguez, trabajadora de Metro Málaga. Junto a Teresa, decenas de ayudantes y guías explicaban a los malagueños la distribución de las líneas y paradas, ya que debido a la escasa familiarización la mayoría se encontraba desorientada. Había colas en la entrada a pie, aunque había trucos para evitarlas en los que casi nadie, por desconocimiento, cayó. El ascensor estaba también operativo y vacío. La primera sensación al entrar, por ejemplo, en la estación Perchel, en la que confluyen las dos líneas, era de claridad y de mucho calor.

Aquello parecía un parque de atracciones en los que disfrutaban desde los niños hasta los ancianos. El común denominador era que todo el mundo estaba perdido y no sabía muy bien qué tenía que hacer o dónde dirigirse. Hubo dos tipos de clientes. El mayoritario era el que iba solo a pasearse, por lo que le daba igual el destino. De hecho, muchas personas hicieron el trayecto completo, desde el Palacio de los Deportes hasta Andalucía Tech, un trayecto en el que se emplean 30 minutos. La idea era disfrutar del Metro, verlo todo y comentarlo con los familiares. Desde el Palacio de los Deportes hasta Perchel se tardan 10 minutos, haciendo paradas en Puerta Blanca, La Luz-La Paz, El Torcal, Princesa-Huelin y La Isla. A lo largo de la mañana se pudo a escuchar a muchas personas que se preguntaban qué era La Isla. Tras una breve parada en Perchel, se puede seguir camino hasta Teatinos sin necesidad de bajarse del tren. Ya en la línea roja, la 1, se para en La Unión, Barbarela, Carranque, Portada Alta, Ciudad de la Justicia, Universidad, Clínico, El Cónsul, Paraninfo y Andalucía Tech.

El segundo tipo de usuario fue aquel que se dirigía a algunas de las zonas en las que para el suburbano y aprovechó que era gratis para ahorrarse un dinero y, de paso, veía las entrañas del ansiado proyecto estrella de la capital. Este fue el caso de Esteban Sáiz y Ana López, dos turistas de la localidad riojana de Casalareina que vienen todos los años a Málaga y que querían ir a la playa de la Misericordia. Plano en mano, preguntaban al resto de pasajeros en qué parada deberían bajarse para andar lo menos posible hasta la playa.

 "De casualidad hemos llegado a la estación de La Unión y ya hemos cogido las tarjetas para bajar a verlo", reseñó Rosalía Garrobo, vecina de la zona. De igual forma, Encarna Ocón junto con su amiga, Purificación Jiménez, desconocían el estreno del transporte. "No traemos dinero y ni sabemos si hace falta tarjeta o billete".

En líneas generales, las caras eran de satisfacción. Incluso hubo unos aplausos cuando uno de los trenes alcanzó la vía y se empezaron a subir viajeros. "Me parece muy bien. es cómodo, rápido, limpio, está bien organizado y si cumple un horario justo será el medio de transporte más rápido", señaló Magdalena Barba.

A pocos metros estaba Angel Rueda, acompañado de su hija pequeña Lucía que disfrutó mucho la jornada y se hizo varias fotografías estando en una de ellas posando con un peluche junto a uno de los trenes. "Es la primera vez que Lucía se monta en un tren y se lo ha pasado pipa", decía su padre, quien precisó que viven en El Cónsul y que el Metro le va a resultar muy cómodo a sus padres para visitar a la nieta. Eso sí, denunció que en la parada de El Cónsul "no hay aparcamiento para coches y eso impide que haya gente que pueda dejarlo allí y coger el Metro hasta el centro".

 

"Esto es progreso y, aunque ha tardado, lo voy a poder ver", explicaba Angel Laure, que acudió, entre otros, con sus nietos.

"Hemos empezado con un poco de retraso, que no me quitaré en los próximos viajes, pero de momento todo correcto", señaló uno de los maquinistas al inicio de los trayectos. Una vez puesto en marcha, y ya dentro de los vagones, las miradas de curiosidad e ilusión por la primera vez no dejaban de sucederse. "Se oye poco la voz de las paradas, tendrán que mejorarlo", se podía oír entre los comentarios de los viajeros. La megafonía arrojaba la voz melodiosa, en español e inglés, de una mujer que indicaba el nombre de las paradas. Pero hubo fallos, posiblemente por el estreno. Hubo ocasiones en los que anunciaba una parada distinta a la que era o que se llegaba al Palacio de los Deportes cuando ya se estaba de regreso. Otro aspecto que desconcertó a más de un viajero es que, si bien las pantallas de información de los vagones son modernas y se puede ver un plano satélite, no se cambiaba la información de la línea cuando se pasaba de una a otra,es decir, indicaba que se iba de Perchel a La Isla cuando realmente se estaba haciendo el trayecto de la línea 1 y se iba de Perchel a La Unión.

Los primeros trenes que llegaban a El Perchel aparecían por las vías abarrotados de pasajeros procedentes del Palacio de los Deportes. "Cada vez vienen peor los vagones", expresó uno de los trabajadores en las vías tan sólo media hora después de la inauguración. Así, entrar con menores, sillas de ruedas, bicicletas o carritos se hizo algo difícil durante todo el día. Laura Aparicio, que acudió con su bebé, se quejaba de las aglomeraciones durante el viaje y la falta de respeto a las zonas habilitadas para estos colectivos. "La gente es muy poco civilizada y no hemos podido ponernos en el sitio marcado para los carros".

La falta de espacio no fue un impedimento para que fotografías y vídeos del primer viaje en el Metro malagueño se sucedieran a cada segundo. "Hace mucho tiempo que no teníamos una foto de los tres juntos", indicaron tres miembros de una familia que provenían de Carretera Cádiz. Así, grupos de amigos o familias inmortalizaban el momento que quedaría ya para el recuerdo. "Hemos venido con los niños para que lo conozcan, ya que ellos lo tendrán que utilizar más a medio plazo, es más seguro que el autobús y con el precio de las tarjetas se puede afrontar", señaló Manuel Bellido, quien, como muchos malagueños, acudía con sus hijos para probar el Metro este primer día, para los cuales aquello era "como el tren de la bruja".

La rapidez fue el punto estrella mejor valorado por los usuarios del Metro -sin inevitablemente compararlo con los servicios de autobuses de la EMT-, junto la posibilidad de llegar hasta la Universidad o el Hospital Clínico desde la zona de Carretera de Cádiz. "Estamos moviéndonos por los lugares clave como Vialia, Clínico o Ciudad de la Justicia, donde se podrá llegar en poco tiempo, la valoración es positiva", indicó Carlos Mendoza.

Sin embargo, la llegada al centro de la ciudad, aún no materializada, era la comidilla entre los viajeros. "Lo veo bastante útil, pero si con el tiempo alargan las distancias y se hacen el resto de líneas será mejor", opinó la estudiante María Macías. Con la misma opinión, Alejandro Gutiérrez valoraba la puesta en marcha del Metro. "Parece mentira que haya llegado ya, pero esperemos que pueda llegar al centro y que la comunicación desde cualquier punto de la ciudad sea más fácil". Que no llegue al PTA fue otra de las quejas que más se podían escuchar. 

Hubo también quien aprovechó la gran afluencia de personas para su propio negocio. "Sabíamos que este día iba a ser importante y la gente se movería por estos lugares, así que hicimos una campaña y publicidad que estamos repartiendo en zonas estratégicas", argumentó Esteban Garrido, quien repartía folletos de su comercio a las puertas de El Perchel, una de las zonas principales ya que en esta estación se unen las dos líneas.

Por la tarde, tras la siesta, muchos malagueños entraron en las estaciones para darse otro paseíto, con las aglomeraciones correspondientes que obligaron incluso a abrir las ventanillas de un tren porque una señora se mareó y la hija pulsó el botón de emergencias.  El Metro vuelve a abrir hoy sus puertas, aunque ya habrá que pagar el billete, que cuesta 1,35 euros. A partir de ahora se podrá valorar cuántas personas van a usar el servicio, que se incrementará cuando llegue al Centro.

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