solidaridad| supervivencia en la crisis

Un rayo de luz en San Andrés

El paro y la crisis económica se han cebado con bastantes barrios de la ciudad, donde muchas de sus familias tienen que sobrevivir, en muchos casos, con pequeñas ayudas y subsidios. Éste es el caso Nuevo San Andrés, donde María José Velasco, o La Mari, como es conocida entre sus antiguos vecinos, se ha convertido en la mayor heroína de la zona por repartir frutas y hortalizas de forma gratuita cada semana desde hace casi cuatro años.

María José empezó pidiendo alimentos en Mercamálaga para su familia, ya que en su casa, con su marido parado desde hacía años, sólo entraba la ayuda de los 426 euros. "Pero era tanta la comida que conseguía, que empecé a repartir a los conocidos del barrio", explica. "Y así se fue corriendo la voz y cada vez venía más gente, porque hay mucha necesidad y los vecinos veían que los productos no estaban en mal estado", aclara. Pero, es más, ella ya no vive en Nuevo San Andrés, sino en el barrio de Soliva, ya que en 2011 fue desahuciada de su vivienda donde residía con su marido y sus cinco hijos, ya que asegura que "o tenía que pagar el piso o tenía que comer".

Los alimentos que recibe, mayormente frutas y verduras, pero también otros productos, como los lácteos, según explica, son donados por los puestos del mercado mayorista malagueño, tratándose normalmente de género con una pequeña tara, sobre todo de imagen, que los comerciantes no ponen a la venta, o directamente cajas que nadie ha comprado y que de otra forma irían a la basura.

"Al principio me daba vergüenza ir a pedir, pero si a mis niños les hacía falta un calzado, yo ya no podía comprar ni fruta ni verdura, y no quedaba otra", se confiesa. Igualmente María José advierte de que los repartos de comida como éste no son una solución, sino "una ayuda muy importante porque hay mucha necesidad", asunto del que, afirma, "se tendrían que preocupar los políticos". Y, de igual forma se entristece cuando mira al futuro: "Nos vamos a ver como se vio mi padre, con la cartilla de racionamiento si esto sigue así".

"Aquí nuestra Mari es lo mejor que hay, a quien le pueda ayudar, le ayuda", interrumpe Francisco Peña, uno de los beneficiarios de la iniciativa, quien debido a que recibe sólo una "paguilla contributiva", no puede comprar alimentos frescos habitualmente. Pero ésta no es la única muestra de afecto y agradecimiento que recibe de los vecinos: "Esto es gloria para el barrio con la crisis que tenemos", dice Carmen, que vive con su hijo, el cual lleva seis años en paro; y continúa: "Es una persona excelente que se preocupa por los demás, ¡que no nos la quiten!".

"La Mari es estupenda, hace más de lo que puede" concluye Loli, otra vecina, que explica que en muchas casas el único alimento fresco que entra proviene de esta iniciativa. "Ella supone un punto de luz y de ánimo para los vecinos del barrio", destaca José Antonio Tudela mientras hace cola, quien también quiere resaltar que, por otra parte, "esto también supone una imagen de la gran desigualdad que existe en la sociedad".

"Nos da muchas frutas que da lástima tirarlas, y como nos hace falta nos las ofrece. Yo vengo todos los viernes", dice Antonia. "Esto es muy importante porque esta señora y su marido, y también todos los voluntarios, vienen a ayudarnos a nosotros. Gracias a ella estamos comiendo", resalta Pepi Cazalla, quien asegura que en su casa sólo entra una paga de 170 euros al mes, con cuatro hijos y ocho nietos.

Manolo, que también espera su turno para recibir los productos explica: "Es una ayuda muy grande, porque aquí hay mucho paro y mucha pobreza, y no cobra ni una triste ayuda del gobierno por esta labor".

Así, María José, junto con otros voluntarios que se fueron añadiendo a la iniciativa, creó una asociación el pasado junio, Ayuda Humanitaria Familiar (Ahufa), de la que Miguel Ángel Molina es su vicepresidente, quien hizo una demanda a los políticos: "Deberían venir aquí con los necesitados para que vean que deben actuar ya, porque la gente ha perdido las casas y ya no puede ni comer". E igualmente, hizo un llamamiento a la ciudadanía para que donaran alimentos, y otros bienes, haciendo hincapié en "un furgón o furgoneta para dar menos portes", ya que actualmente tienen que utilizar varios coches particulares. Otra de las peticiones que realiza la organización es la necesidad que tienen de se les ceda un local en la zona para poder gestionar de una mejor forma el reparto.

En cuanto a cómo se lleva a cabo el reparto in situ, María José explica que "cuando van llegando los vamos apuntando en una hoja, solamente para guardar el turno, porque aquí no hacemos distinción ninguna, ni de dónde viven ni de color de piel ni de nacionalidad,". Y señala que algunos beneficiarios donan una pequeña cantidad que se utiliza para pagar el combustible de los vehículos que transportan los alimentos de Mercamálaga al barrio.

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