Málaga

Papelerías dentro de colegios públicos, un foco de polémica

  • La llegada de la gratuidad en los libros escolares ha supuesto un descenso en las ventas de las librerías de los barrios malagueños

Con la llegada del cheque-libro para Primaria y Secundaria en los colegios hace algunos años, los padres que no contaban con muchos recursos para financiar los estudios de sus hijos vieron el cielo abierto y los que sí los tenían encontraron la oportunidad para ahorrarse algunos euros. Pero la otra cara de la situación, la que viven las editoriales y libreros de las ocho provincias andaluzas, no es tan positiva. De hecho, desde el año 2008 las pérdidas han ido creciendo y han llevado a muchas papelerías malagueñas al cierre.

Desde la Asociación de Papelerías de Málaga denuncian la mala situación que viven los negocios de la provincia desde que los colegios instalaran servicios de papelerías -gestionados en algunos casos por las propias AMPAS- y avisan de posibles demandas en contra de los centros que ofrecen esos servicios para que la Fiscalía estudie si existe una "malversación de fondos públicos" cuando cobran por los materiales escolares siendo colegios públicos. El presidente de la asociación, José Urbano, ingresa unos 8.000 euros menos al año en su negocio, Papelería Vila, y en lo que va de septiembre ha facturado unos 1.000 euros menos con respecto al mismo mes en el año anterior. "En esta época tendríamos que estar peleándonos en las colas de los grandes almacenes y distribuidoras, pero es que ya no hay ni colas. Antes donde trabajaban hasta cinco cajas abiertas en estas fechas ahora con una tienen más que suficiente. Es absolutamente desastroso", expone Urbano.

El problema se presenta cuando los colegios públicos y concertados no gestionan de forma adecuada el cheque-libro, según explican los propios libreros, y en lugar de dárselo directamente a los padres para que sean ellos los que busquen los libros de texto y material escolar para todo el curso, ofrecen un servicio de papelería dentro de los mismos centros con la excusa de facilitar a los progenitores todo el trabajo que acarrea la vuelta al cole. El procedimiento a seguir suele ser que en el momento de hacer la matrícula se le adjunta a la familia un recibo con el importe que han de ingresar a cambio del material para sus hijos sin tener que preocuparse por pedir las listas ni por encontrar donde comprarlo todo a buen precio.

Para Ángel Rabaneda, de Papelería Alcazaba, las ventas también han bajado un 50% porque los pocos ingresos que percibían por libros escolares era a través de los cuadernos de ejercicios pero la Junta de Andalucía, explica Rabaneda, ha prohibido a los centros que pidan estos libros al no entrar dentro de los cheque-libro. Como solución hacen fotocopias o tan sólo trabajan con los ejercicios que aparecen en el libro de texto. Desde la Consejería de Educación desmienten estas acusaciones, remitiéndose a la legislación vigente.

Unos por comodidad y otros porque no les queda más remedio, cada vez son más los que hacen uso de este servicio e, incluso, se ha dado el caso en el que el colegio Padre Jacobo llegó a un acuerdo con una determinada editorial para que les hagan un libro específico que se vende sólo en ese centro, según afirma Rabaneda Bravo. De esta forma, los padres que tienen niños en alguno de los dos cursos de bachillerato se verían obligados a comprar allí el paquete completo de libros puesto que el cheque-libro tan sólo cubre hasta 4º de la ESO.

Pero el ingenio de muchos padres que siguen apostando por las librerías de los barrios aparece cuando quieren ahorrar en la compra escolar. Así, existen pequeños comercios que se dedican a la compra venta de libros usados a precios más asequibles que si fuesen nuevos. Roberto Pérez trabaja en Todo Texto, un pequeño comercio situado en el pasaje Chinitas donde un libro de segunda mano puede salir entre 15 y 20 euros mientras que si se adquieren totalmente nuevos en otros establecimientos los precios suben hasta los 40 euros. En cuanto al estado que presentan hay de todo, algunos son de segunda mano pero otros parecen traídos de fábrica. "Hay libros que he comprado un año y los he vendido, al año siguiente lo han vuelto a traer y así encontramos algunos que pueden ser de cuarta mano o los que son nuevos que se han comprado y después de quitarles el plástico no se los descambian aunque no sean esos y termina aquí".

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