Málaga

Hasta alcanzar las estrellas

  • Un mosaico con los nombres de los 26 vecinos de Los Asperones que tienen el graduado en Secundaria rinde homenaje al esfuerzo y pretende que cunda el ejemplo

Qué lejos están las estrellas para la gente de Los Asperones. Tan distantes que algunos, ni con la punta de los dedos, han conseguido siquiera rozarlas. Pero hay otros que han cogido una escalera para ir subiendo peldaño a peldaño. Han creído en ellos y han seguido avanzando, seguros, sujetos desde el suelo por familiares, maestros y voluntarios, para llegar al escalón más alto, que no es mucho si se compara con el barrio que existe quinientos metros más al este, pero que es un mundo para los vecinos de un asentamiento excluido al que han dejado ahogarse en su propia pobreza. Samara, Coraima, El Chere, Rocío, Caco... Son ejemplos de ese pequeñísimo porcentaje que tiene en Los Asperones el graduado en Secundaria. Desde ayer, los nombres de los 26 titulados están grabados en el Mural de las Estrellas, junto al colegio del barrio, el María de la O. Un precioso mosaico abre una ventana a la esperanza y los huecos en blanco recuerdan que aún caben todos los que se quieran sumar al reto. El 80% de los homenajeados se sacaron el graduado en los dos últimos años, algo que habla del esfuerzo de la comunidad educativa por promover la continuidad en el sistema.

Por eso ayer parecía vivirse una jornada de fiesta. Autoridades de la Junta de Andalucía, del Ayuntamiento de Málaga, de ONG y entidades como Caixa Proinfancia y Cáritas y directores de otros centros del distrito acompañaron a todos los niños del colegio y a sus docentes en la inauguración del mural. Se celebraba el mérito de los que han continuado con sus estudios hasta terminar la ESO y el propósito de los que están animados a lograrlo. Se festejaba una iniciativa que pretende servir de motivación para aquellos que empiezan a darse cuenta del verdadero poder de la educación y, más aún, de los que aún no lo han hecho. Sus caras, radiantes, dejaban los estereotipos en la cuneta. Todo estaba "platónico", como decía con ternura y llena de orgullo la cocinera del cole. Y era un auténtico placer ser testigo.

El Chere y su hermana Samara acudieron a la cita del director del CEIP María de la O, Patxi Velasco, promotor de la iniciativa. Con sus uñas largas y su barba pintada de azul tras perder una apuesta futbolística, Chere fue uno de los últimos en entrar en el selecto mural. "Me saqué el graduado hace tres días", explicó este joven de 24 años. "Y la verdad es que no me ha costado trabajo, ha sido un poco estresante por la cantidad de exámenes, pero el temario me ha parecido fácil", reconocía. En un año se sacó el graduado en ESO. Nueve antes, con 15, ya estaba casado. Tiene dos hijas y bastante talento, aunque él mismo no lo sepa. Ha estado trabajando como camarero, como fontanero, carnicero y electricista. También maneja el acero inoxidable y no ha suspendido ni un examen de la escuela de adultos.

Al Chere le ha picado el gusanillo y está pensando en hacer oposiciones a Policía Nacional. Además piensa seguir con Bachillerato y luego se planteará, quizás, un Grado Superior. La Universidad la ve un tanto inabarcable. "Yo creo que los niños ya se dan cuenta de que si no estudian no tienen salida y algunos ya dicen que quieren ser médicos, antes querían ser chatarreros como su papa", apuntaba Chere, que nunca ha salido del barrio, al que entiende y quiere a su manera, pero del que le gustaría marcharse para darles "otro ambiente" a sus pequeñas. Él quiere estudiar y ser un ejemplo para ellas. Igual que lo es Rocío para sus tres hijas. Esta madre de 34 años trabaja con Misioneros de la Esperanza, en la oficina de los Servicios Sociales del Ayuntamiento como monitora y en una frutería. Tiene un Grado Superior de Jardín de Infancia y es la que cuenta con la mayor titulación de todos Los Asperones. "Yo creo que aquí cuesta estudiar porque no están acostumbrados, falta el empuje de la familia", consideraba ayer.

Rocío llegó hace 14 años al barrio. De ellos, ocho ha estado su marido en el paro y ella con contratos "de tres en tres meses". Cada día sueña con irse, pero es prudente y resiste. Su hija mayor, Rocío, es una estudiante brillante. Cursa segundo de la ESO en el IES Portada Alta y quiere estudiar Psicología en la Universidad de Málaga. Puede que sea una de las primeras en llegar a la educación superior, porque en la actualidad tan sólo dos chicos estudian Bachillerato y parecen decantados a opositar o seguir hacia la Formación Profesional.

Caco es uno de ellos. Estudia segundo de Bachillerato a distancia gracias a una beca de Radio ECCA y ayer se apresuraba por marcharse tras el acto porque tenía un examen de Literatura. Prevé que le quedarán un par de asignaturas para septiembre porque "este año me ha costado un poco más" pero está convencido de que continuar hacia delante es el único camino posible. "Ahora los padres apoyan más a sus hijos, antes veían el colegio como una pérdida de tiempo", apuntó. Su padre siempre ha sido camionero y ahora se dedica al transporte de niños en un colegio concertado. "Siempre ha estado encima mía", reconocía, pero de sus tres hermanos ninguno siguió estudiando. Caco tiene 20 años y está "apalabrado" con su novia. Sus familias ya han hecho firme su relación pero no tienen fecha para casarse. Puede que lo haga cuando consiga un trabajo.

Samara y Coraima comparten la sensatez de los que no quieren vivir demasiado deprisa. Son guapas, tienen 18 y 19 años, pero su prioridad en estos momentos son sus estudios. "Casi todas a nuestra edad están casadas y con hijos o dejadas -es decir, separadas de sus parejas-", explicaban las chicas. Samara se sacó el graduado el año pasado. Le costó, repitió dos cursos, pero lo logró y ahora quiere hacer Grado Medio de Estética en el IES Profesor Isidoro Sánchez. "Mi madre no me dejó que me quitara del instituto", recordaba. Su amiga Coraima, de 18, está a punto de terminar el Grado Medio de Peluquería. Quiere seguir con el Superior. Además de que en Los Asperones "se casan todos muy rápidos", Samara y Coraima consideraban ayer que "los alumnos tienen un nivel más bajo, hay que estar bastante pendiente y, a veces, los dejan por imposible".

Y evitar eso, no dar jamás nada por perdido, es la lucha diaria de todos los que trabajan en Los Asperones. Porque como ayer resaltó Patxi Velasco "estas estrellas están hechas de barro y éste hay que moldearlo, hornearlo y darle calor". Sin calor, dijo, "no sale la estrella" y sin ellas el barrio sería, sin duda, un lugar más oscuro.

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