Málaga

Es primavera en la alta montaña

  • Por encima de 2.000 metros se produce ahora la floración tardía de los pastizales húmedos o borreguiles

En las zonas más elevadas de Sierra Nevada, en los pisos bioclimáticos superiores (denominados oromediterráneo y crioromediterráneo), a partir de los 2.000 metros de altitud, llega la primavera con cierto retardo por lo que las plantas que viven en cotas elevadas tienen unos ciclos biológicos más cortos, adaptados a estas condiciones y su floración es más tardía, en muchas especies, cuando ha llegado ya el verano a las cotas más bajas.

En los canchales, pedregales y roquedos es ahora cuando podemos descubrir muchos de los endemismos exclusivos nevadenses en flor como es el caso de las bellísimas amapolas y violetas de Sierra Nevada, la curiosa romperrocas, zamárragas, gamarzas o la rarísima y muy amenazada Arenaria nevadensis.

Pero este espectáculo es especialmente atractivo en los pastizales húmedos asociados a lagunas o arroyos de la alta montaña que localmente reciben el nombre de 'borreguiles', donde encontramos en esta época verdaderos oasis de color verde, salpicados de flores multicolores. Destacamos especialmente los borreguiles de la cabecera del río San Juan, los situados en el entorno de los Lagunillos de la Virgen (valle del Alto Dílar), los de los Lavaderos de la Reina o los situados en Siete Lagunas (valle del Río Trevélez) . La mayor parte de los borreguiles se encuentran bajo el paraguas de protección del Parque Nacional, con la excepción de los que están en terrenos de la estación de esquí, que han sido afectados negativamente por la proliferación de infraestructuras, movimientos de tierras y las actuaciones de acondicionamiento de pistas.

Los borreguiles son comunidades vegetales que se caracterizan por estar cubiertas de nieve una gran parte del año y representan uno de los ecosistemas más frágiles y exclusivos de nuestro macizo montañoso. Albergan una gran biodiversidad vegetal que incluye algunos de los endemismos nevadenses más singulares.

Se calcula que un tercio de las especies que habitan estas zonas son especies exclusivas, no existen en ningún otro lugar del mundo, y muchas de ellas han tardado millones de años en adaptarse y co-evolucionar para sobrevivir en condiciones tan difíciles y especializadas.

Un paseo por los borreguiles es internarse en uno de los territorios más exclusivos y cargados de biodiversidad del macizo montañoso, donde se han catalogado 70 taxones de flora de 26 familias, con una densidad impresionante, ya que se ha confirmado la presencia de entre 15 y 30 especies distintas por metro cuadrado.

El discurrir de las aguas de origen nival por los valles glaciares y fluviales de las altas cumbres de Sierra Nevada está siempre acompañado por densas comunidades vegetales de poca altura pero de gran belleza.

Pero además de por la presencia de agua, la existencia de los borreguiles y su extensión está inducida o potenciada por el ramoneo masivo que ejerce el ganado en verano y está relacionada también por la gestión ancestral de los cauces de agua mediante 'careos' (desviaciones de los cauces naturales con alta permeabilidad que irrigan las laderas favoreciendo la formación y extensión de pastos de altura).

Se distribuyen casi directamente desde los afloramientos de agua en fuentes o canchales rocosos que soportan grandes neveros en invierno y primavera de las altas cumbres hasta las saucedas y alisedas de las cotas bajas. El resultado asemeja a grandes franjas longitudinales de un intenso color verde en verano y amarillo en otoño, flanqueados por piornales, enebrales y canchales.

Estas comunidades vegetales se disponen según el grado de humedad del sustrato, distinguiéndose, de zonas con menor humedad a zonas encharcadas, en borreguil seco, pastizal denso y turberas incipientes.

Borreguil seco. Situado sobre suelos algo húmedos supone la transición desde el pastizal a los borreguiles propiamente dichos. Con una cobertura media incluye especies como Armeria splendens, Agrostis nevadensis, la consuelda (Potentilla nevadensis), la estrella de las nieves (Plantago nivalis), el cuernecillo (Lotus glareosus) y el papo o cojín (Arenaria tetraquetra subsp. amabilis).

Pastizal denso. Ocupa zonas con humedad constante durante todo el verano. Está integrado por especies como el cervuno (Nardus stricta), la tiraña (Pingüicola nevadensis) Festuca trichophylla subsp. scabrescens, Leontodon microcephalus, Luzula hispanica, el botón de oro (Ranunculus demissus) y la campanilla (Campanula herminii). En zonas pedregosas se enriquece con la presencia de arándanos (Vaccinium uliginosum subsp. nanum) y ranillos de las nieves (Ranunculus acetosellifolius)

Turberas incipientes. Se trata de parajes donde se dan condiciones similares a las turberas (zonas encharcadas permanentemente con condiciones de falta de oxígeno). Formadas por comunidades ricas en ciperáceas como los junquillos Carex intricata, C. echinata, C. lepidocarpa subsp. nevadensis, y Juncus alpinoarticulatus, la gramínea Festuca frigida, u otro ranúnculo conocido como ranillo de los borreguiles (Ranunculus angustifolius subsp. alismoides)

Los borreguiles son una importante fuente de conocimiento. En el fondo de las lagunas y en puntos concretos del borreguil se han abordado estudios que permiten conocer la evolución de la Atmósfera, en función de la concentración de los metales pesados, y de la vegetación, a partir de la concentración polínica en los diferentes estratos de sedimentos.

Por otro lado el seguimiento de la estructura y la fenología de los borreguiles desde el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada, es una alerta de las posibles alteraciones que pueden producir, en los nuevos escenarios climáticos, los cambios de temperatura, caudales de agua y los cambios de usos del suelo en el sensible equilibrio de estas bellas comunidades vegetales de nuestra alta montaña.

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