Situaciones cómicas de los agentes Policías de la provincia relatan rocambolescas historias vividas

"Perdón, ¿la unidad de cazafantasmas?"

  • Denuncias a personajes famosos, ciudadanos ebrios que confunden los coches patrullas con taxis o excusas peregrinas para evitar ser multados son algunas muestras del amplio anecdotario policial de la provincia de Málaga. Esta es una muestra de algunas de estas situaciones cómicas

Estar en la calle en contacto permanente con el ciudadano es una fuente inagotable de anécdotas para los miembros de los cuerpos de seguridad. Algunas de ellas tienen un halo surrealista que obliga a los agentes a sacar el capote y lidiar el vitorino como si de José Tomás se tratase, los protagonistas de otras son personas con el síndrome de Valdepeñas y los hay que se escudan en su edad para no respetar la ley. El anecdotario de los policías es objeto de divertidas conversaciones en torno a una caña, pero difícilmente salen de su ambiente. Este reportaje muestra algunas de estas situaciones vividas por agentes malagueños. Unos momentos marcados por la hilaridad y que es buena muestra de la paciencia de la que hacen gala estos servidores públicos.

Las inspecciones de guardia de las distintas comisarías han sido escenario de denuncias rocambolescas. Un curtido agente de la Policía Nacional recuerda con gracejo a dos ciudadanos "con los que no se podía dialogar" y que querían presentar denuncias cuanto menos surrealistas. En estas situaciones siempre hay un último recurso: trasladar el marrón a otro cuerpo.

"Una noche se presentó una mujer que manifestaba que por las noches entraban en su casa unos seres extraños. Pensando que podría tratarse de un robo le pregunté si habían forzado la puerta o las ventanas, y ella respondió que no, que recordaba haberlas cerrado", relata el policía, que señala que "cada respuesta era más peregrina que la anterior". "La denunciante dijo que esas personas atravesaban los tabiques, que no le hacían nada y que se quedaban mirándola, pero que a veces la tocaban y que tenía mucho miedo. Al escuchar estas palabras me di cuenta que no iba a poder argumentar nada para hacerla cambiar de opinión, así que le dije que se dirigiese al parque de Bomberos porque ellos habían creado una unidad de cazafantasmas y que eran las personas adecuadas para resolver su problema", cuenta el agente, entre risas, al recordar el final de la historia. "Pasados unos días recibo una llamada de un responsable de Bomberos. En un primer momento me asusté, pero lo que ocurrió fue más gracioso aún. El compañero me explicó que había acudido una mujer preguntando por la unidad de cazafantasmas y que él únicamente llamaba para comentar que ellos no habían creado ningún grupo especial de ese tipo", finaliza entre carcajadas.

El agente señala que, aunque pueda resultar algo cruel, en estos casos "el ciudadano debe sentir que te preocupas por su problema y que tratas de darle una solución, a pesar de que sea imposible".

Este policía recuerda que estas situaciones se repiten con más frecuencia de lo que se pueda pensar y que se llegó a popularizar un manual, surgido de una serie de televisión, para lidiar estas denuncias.

"A todos los que venían para denunciar cosas sin sentido les decíamos que no se preocupasen. El policía de turno le tomaba los datos, descolgaba el teléfono y simulaba que hablaba con una unidad especial. Después de unos minutos de simulada conversación, el agente le decía al ciudadano que no se preocupase y que se iba a dirigir a Águila 4 a resolver su problemática", relata la citada fuente, que recuerda que "tres días más tarde se presentó un hombre diciendo que había hablado con un compañero que le había dicho que iba a ir a su casa un policía Águila y que no había ido nadie. Opté por decirle que sí había acudido, pero que se trataba de un Águila invisible. Esta persona se fue a su casa súper agradecida".

Los famosos también son objeto de denuncias que se caen por su propio peso. Otro miembro de la Policía Nacional manifiesta que en diversas ocasiones han acudido personas que querían denunciar a gente popular con motivos peregrinos. "Un día se presentó un hombre que quería denunciar a Paulina Rubio porque lo acosaba sexualmente. Al gachó había que verlo", comenta con sorna el agente, que recuerda sonriendo que "le dije que eso no era para denunciar, sino que era para estar contento".

En estos casos se atosiga un poco al denunciante para hacerlo cambiar de opinión. "Le preguntamos si tiene pruebas, que cómo se producía el acoso, desde cuándo... Al final se agobió y acabó marchándose".

La carretera es otra gran fuente de situaciones cómicas dentro de los cuerpos de seguridad y la Policía Local de Málaga es testigo de ellos. Un efectivo de ésta recuerda un caso en el que sancionó a una mujer porque había dejado el coche mal estacionado. El policía relata que pasado un rato fue la conductora a reclamarle de forma airada porque "en el boletín de denuncia ponía "ausente" y ella aseguraba que su coche no se había ausentado en ningún momento".

Los ciudadanos ebrios también han dejado grandes momentos en el anecdotario policial. Un agente municipal recuerda cómo en una ocasión se encontraba con su compañero fuera del coche patrulla y ven que se aproxima un ciudadano extranjero con el síndrome de Valdepeñas o de Don Simón, que es como llaman a los borrachos. "Pensábamos que nos iba a preguntar algo o a pedir ayuda, pero cual fue nuestra sorpresa cuando abre la puerta del coche, se monta en su parte trasera y dice: 'Taxista, lléveme a mi hotel'", relata el policía, que manifiesta que, "más duro que explicarle que el coche no era un taxi, fue aguantar el cachondeo de un grupo de chavales que habían presenciado la escena".

Los guardias civiles de Tráfico han escuchado excusas rocambolescas de conductores que intentaban no ser multados. Un miembro de esta unidad recuerda que una vez detuvo a un hombre que no había respetado una señalización de stop y lo detuvieron en el arcén. Cuando se aproximó a su ventanilla, le pidió la documentación y le preguntó que si no había visto la señal. La respuesta al menos fue sincera: "Sí la he visto, a quien no he visto ha sido a usted".

Este mismo agente señala que en otra ocasión iban patrullando por una autopista y observaron un turismo que circulaba a unos 60 kilómetros hora, la mitad del mínimo en este tipo de vías. Los guardias rebasaron el coche y le hicieron señas para que se detuviese en el arcén. El mismo procedimiento que en el caso anterior. Se acercan al coche y piden la documentación al conductor un hombre de avanzada edad. "Le dije que si no era consciente de que no podía circular a una velocidad tan baja por una autopista y que podía provocar un accidente. No pudimos evitar reírnos cuando escuchamos su justificación. El hombre dijo que el no tenía por qué saber eso porque cuando el se sacó el carné de conducir no había autopistas en España".

La delincuencia común y la relacionada con el tráfico de drogas son cuestiones más serias, pero que también han dejado situaciones con una vis cómica. Un guardia acabó en el hospital después de estar persiguiendo a un delincuente. Cuando finalmente le pudo dar captura, se desplomó sobre él. Estaba tan cansado que no podía levantarse. Los compañeros que acudieron a apoyarle intentaron ayudarle, pero él respondió que no lo izasen hasta que el detenido estuviese esposado. No estaba dispuesto a esprintar ni un centímetro más.

El arrestado también aguantó lo suyo, nunca mejor dicho. Su débil complexión soportó sobre él más de 100 kilos de peso y cerca de dos metros de altura de agente. Sobre él sí que cayó el peso de la ley.

La localidad de Mijas fue escenario de una de las anécdotas más increíbles.

Efectivos del Instituto Armado habían interceptado una furgoneta en la que se transportaba un gran alijo de hachís. Los agentes sacaron del vehículo a su conductor y comenzaron a hacerle preguntas. "El tío se mostraba impertérrito y no soltaba ni prenda", explica un guardia. "Insistíamos una y otra vez y seguía sin abrir la boca. La gente comenzó a ponerse nerviosa porque nos creíamos que se estaba riendo de nosotros, que nos estaba tomando el pelo en nuestra cara. Pero tras un rato en el que hubo algún que otro zarandeo de desesperación, alguien se dio cuenta de que el traficante era sordomudo", relata entre risas uno de los agentes.

Esta ha sido una pequeña muestra de las extrañas situaciones que viven los agentes en el desarrollo de su trabajo. Momentos inolvidables que ayudan a sobrellevar el duro día a día. Pero si ustedes van alguna vez a denunciar y le hablan de la Unidad Águila, ya saben que la que acudirá en su ayuda es Águila invisible.

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