Les gusta el chocolate, los gusanitos, las pipas y las palomitas, y en definitiva, todo lo que encuentran en los quioscos en los que cada noche se ponen las botas. Los quiosqueros del Paseo del Parque de Málaga ya no saben qué hacer para acabar con los golosos roedores que campan a sus anchas por sus establecimientos provocando enormes pérdidas y destrozos desde hace meses.

Ratas y ratones de todos los tamaños, según cuentan los afectados, se han convertido en los moradores nocturnos de estos quioscos, en los que sus propietarios se afanan en buscar el método eficaz para acabar con esta plaga. Enrique Parra, que regenta el quiosco ubicado en el lateral sur del Parque junto a la Plaza de la Marina, está desesperado. Ha sellado en varias ocasiones todas las rendijas de su negocio y antes de cerrar cada día coloca cartones con pegamento en el interior para atrapar a los que aún así encuentren un resquicio por el que entrar. Y, sin embargo, "no hay día que no me encuentre uno o dos muertos después de constatar que han mordisqueado revistas, bolsas de frutos secos, golosinas y hasta en varias ocasiones ha roto la máquina expendedora de tabaco después de roer los cables".

Además de los gastos derivados de la mercancía que queda inservible para venderla, este quiosquero lamentó "el dineral que me tengo que gastar todas las semanas en raticidas".

Lo mismo le ocurre al quiosco de enfrente, el ubicado en el lateral norte del Paseo del Parque en frente del hotel Málaga Palacio, que han tenido que llamar hasta tres empresas distintas para lograr acabar con la plaga.

El Ayuntamiento de Málaga también dice estar haciendo sus deberes para desratizar el Parque. Fuentes del área de Medio Ambiente aseguraron que en esta zona se actúa de forma especial cada 15 días, pero sugirieron que las obras que se están llevando a cabo en el puerto han favorecido que estos roedores proliferen sin control por toda la zona. La guerra contra ellos acaba de empezar.