Condenada a dejar su piso por alimentar a las palomas
Un juzgado considera que la mujer ha ocasionado molestias al resto de los vecinos y le priva del derecho a usar su vivienda durante 18 meses


Una vecina de la calle Zenete de Málaga deberá abandonar su vivienda durante año y medio después de que un juzgado haya resuelto privarle el uso de su casa por realizar actividades que considera insalubres y molestas. La condenada, Ana María F., se dedicaba a alimentar palomas, gorriones y "hasta gaviotas" en la terraza y ventanas de su vivienda, ubicada en la cuarta planta del edificio Excelsior. La comunidad de propietarios ha mantenido una larga lucha contra la residente del piso. Ya en junio de 2006 el presidente le remitió un requerimiento exigiéndole que cesara de dar cobijo y alimento a las aves y que dejara de hacer ruidos durante la noche. En caso contrario, anunció, los vecinos emprenderían acciones judiciales. Y así ocurrió. El 14 de mayo de 2008 el Juzgado de Primera Instancia número 4 de Málaga admitió a trámite una demanda de la comunidad de propietarios y en noviembre del año pasado se celebró el juicio. Los vecinos reclamaban que se exigiera tanto a Ana María F., como a sus hermanos, coprietarios del piso, el cese de las actividades molestas y que fueran privados del uso de la casa durante tres años.
La presencia de las aves, que hasta llegaron a anidar en la terraza y ventanas, y la consiguiente suciedad en el edificio había provocado también que el Ayuntamiento le abriera varios expedientes administrativos a los que la condenada hizo "caso omiso", según se detalla en la sentencia notificada a las partes el pasado 8 de febrero y que es susceptible de recurso ante la Audiencia. La sentencia justifica la privación del derecho a uso de la vivienda durante año y medio en la "gravedad" de los hechos, su "continuidad en el tiempo" y a los daños ocasionados en la fachada. Además, resalta que no atendió los requerimientos ni de la comunidad de propietarios ni del Ayuntamiento de Málaga, que a través del servicio de vigilancia sanitario ambiental del Ayuntamiento de Málaga que le abrió entre 2005 y 2009 cuatro expedientes.
La condena la conmina a abandonar la vivienda bajo apercibimiento de lanzamiento. Es decir, que si voluntariamente no se va será desalojada forzosamente. También la condena a abonar a la comunidad de propietarios 2.424 euros. La sentencia ha provocado sentimientos encontrados entre los vecinos del edificio. Por un lado, satisfacción tras muchos años sufriendo el problema, pero también pena porque aseguran que se trata de "una persona enferma que necesita que alguien se haga cargo de ella".
Todos los vecinos con los que este periódico logró ayer hablar tras conocerse la noticia coincidieron en que Ana María F., de entre 50 y 60 años, sufre un trastorno mental que se ha agravado desde que su padre con el que vivía murió hace años. "Dejó de medicarse y hemos soportado durante años gritos por la noche y las molestias de tener que aguantar todos los días la fachada llena de palomas", dijo un vecino. Sin embargo, desde hace unos meses parece que la situación había mejorado porque la mujer está recibiendo su medicación y sus hermanos habían colocado una malla metálica en todas las ventanas de la vivienda para impedir que pudiera seguir alimentando a las palomas.
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