Algo más que Moyá (1-0)

Getafe-málaga

Dos fabulosas paradas del meta de Getafe no disfrazan un partido menor del Málaga, que ha perdido regularidad. En las jugadas claves, en área propia o ajena, estuvo la diferencia del duelo.

José Manuel Olías

01 de diciembre 2012 - 17:55

El Málaga ha perdido la regularidad, no exhibe la fortaleza mostrada desde agosto a octubre. Ayer, vestido de un verde pistacho de dudoso gusto, le faltó pegada y acierto en los metros finales para rascar puntos en el Alfonso Pérez. Moyá, un meta de aún mejores condiciones de las que dicta su respetable carrera, tapó los escasos, aunque nítidos, huecos encontrados por el ataque malaguista. En un momento propicio para llenar el granero de puntos en la Liga, tras un maravilloso encuentro ante el Valencia, un partido por debajo de la media costó una derrota en Getafe. No debió caer el Málaga, aun así. Pero no hay que engañarse, fue una versión menor del equipo de Pellegrini, acostumbrado a bajar al fango cuando hace falta para competir. Lo hizo ayer, pero sin el tino de otras tardes.

Apenas tiró entre los palos el Getafe, pero le valió para ganar tres puntos y empatar en la tabla con los de Martiricos a 22. Igual que el Málaga ganó en Vigo o Zaragoza, ayer perdió. El grueso de los 90 minutos no distó demasiado de aquellas victorias veraniegas, que ya se otean lejanas. Pero el acierto en las dos áreas acaba remitiendo a la verdad del fútbol, el sí o el no. Esas cuatro o cinco jugadas que marcan la suerte de los partidos igualados salieron cruz y costaron la derrota. El abominable arbitraje (los ayer de verde llevaban cuatro tarjetas amarillas cuando había cometido cuatro faltas) de González González y uno de sus auxiliares fue un lastre pesado. Pero no se puede focalizar en él la derrota cuando hay tantos errores propios.

Hasta que el equipo local se adelantó en el minuto 55 en un fallo defensivo, después de que el árbitro mandara repetir un córner para advertir a Eliseu y Lafita por un forcejeo, había sido superior el Málaga. Sin alharacas, pero mejor, con un tramo brillante incluído de 10 minutos en el primer tiempo en el que debió adelantarse. Ahí se descompuso, cuando recibió ese tanto al alimón entre Lopo y los defensores malaguistas, no quedó claro, y sufrió 20 minutos de zozobra en los que el Getafe pudo sentenciar. No se defendió bien ese remake de córner. Después, sí, hubo un cuarto de hora final en el que debió empatar. La tuvo Santa Cruz en un mano a mano nítido que acabó de manera pueril con un intento de vaselina inexplicable sobre la portería de Moyá, que minutos después sacó una prodigiosa mano a disparo a bocajarro de Saviola, tras fenomenal pase de Toulalan, que desvió al larguero. De manera forzada, casi de casualidad, evitó que Isco remachara. O en otro remate de Santa Cruz, acrobático, que llegó un poco justo.

Pero no, las musas malaguistas no estaban o se congelaron en el gélido Alfonso Pérez, donde se escucha más por el sonido ambiente de la televisión al buen puñado de malaguistas que a la casi inexistente afición local. Se medía a este Málaga, idéntico en nombres al que trituró el pasado sábado al Valencia. Vive el equipo de la periferia de la capital en un estado propicio, carente de presión, para ser lanzadera de jugadores y hacer negocio. Pero no deja de ser tristísimo ver un campo que nunca está repleto, que siempre está medio vacío, nunca medio lleno. Comparte el Getafe con los tres clásicos (Madrid, Barcelona y Athletic) el prurito de no haber descendido jamás a Segunda División.

Mismo equipo, mismas intenciones, aunque esta vez se tardó algo más en coger el pulso del partido y dominarlo. Un taponazo impresionante de Camacho tras recoger un balón suelto a 30 metros de la portería fue despejado a córner por una prodigiosa mano de Moyá. Fue el momento en el que el Málaga se sintió fuerte y gobernó el partido, con un linier de brazo fácil que frustró dos buenas situaciones ventajosas, correctísimas, para Joaquín en la banda izquierda. Camacho y Toulalan pusieron una barrera infranqueable y el Getafe estuvo 10 minutos sin pasar campo ajeno. La tuvo Isco en otro disparo venenoso desde fuera del área. Y con varias buenas paredes entre los revoltosos Joaquín, Saviola y Portillo e Isco que se frustraron en el último pase. Notable el estado de forma del malagueño Alexis, convertido en el central de absolutas garantías que siempre debió ser. Varela sacaba con la cabeza un córner de Joaquín que se colaba, el linier paró esos dos avances... Fueron minutos de calidad intensa que no tuvieron fruto en el marcador. Barrada, con su grácil y al tiempo poderosa zancada de jugador grande, creaba algún problema y generaba un par de faltas cercanas que, con Pedro León enfrente, siempre son peligrosas. 0-0 al descanso.

Y tras ese gol local, después de un par de internadas peligrosas de Eliseu, el Málaga no fue algo parecido al Málaga hasta los 20 minutos finales. Se echó en falta la magia de Isco y un par de imprecisiones inusuales de Demichelis permitieron dos ocasiones al Getafe. Saviola y Santa Cruz tuvieron el empate, quién sabe si el triunfo. Moyá lo frustró, pero no sólo él.

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