MIKI MOLINA, ACTOR

"Ésta ha sido una iniciativa personal, sin apoyo de instituciones"

  • El hijo del gran Antonio Molina lleva hoy al Cervantes un tributo sonoro y visual al maestro de la copla, en la voz de Rafa Garcel.

La banda sonora de la historia reciente de España no podría existir sin la voz de Antonio Molina (Málaga, 1928-Madrid, 1992). Aquel niño que vino al mundo en Totalán "con una mano delante y otra detrás", y con un don privilegiado, el de su voz, que acompañó el devenir de un país en guerra gracias "a la radio, que lo dio a conocer". Son palabras de uno de sus ocho hijos, Miki Molina, en Málaga, "emocionado" por estrenar en el Cervantes un tributo visual y sonoro al maestro de la copla, pero también a "un hombre sencillo y sincero".

-La selección de imágenes, anécdotas y fragmentos de una vida tan intensa no ha tenido que ser tarea fácil...

-Ha sido arduo pero bonito. Había ya un bastante trabajo avanzado por la película en la que estamos trabajando. El espectáculo va a sorprender porque hay cosas inéditas y muy emotivas. Hay imágenes de la época acompañadas con frases de mi padre en su propia voz y todo esto narrado por mí y con la voz de Rafa Garcel y una coreografía maravillosa de Lola González. Toda la música es en directo, trece temas los más populares y otros menos conocidos pero muy hermosos.

-El anecdotario también será extenso...

- Incluye muchas anécdotas que yo voy narrando, como cuando la gente iba a la tienda a comprar una radio y decía: "véndame una radio pero de las que tenga Antonio Molina". Hay otros momentos muy especiales como sus viajes a Suramérica y cómo echaba de menos su patria y su gente. No hay ningún engaño ni pasteleo en el espectáculo. Su voz era pura y su vida igual.

-¿Expresó él alguna vez su malestar por una España convulsa o que no le correspondía?

-Él nunca se quejó de nada , siempre aceptó y asumió todo lo que le pasó. Supo disfrutar muy bien de lo que tenía y de lo que hacía. Nació justo antes de la guerra, vivió una posguerra muy dura y salió de una Málaga absolutamente destrozada. Pero también fue responsable de hacer feliz a la gente, era lo que más le gustaba. Hay un tema que no se canta aquí pero que le describe muy bien que se llama Vengo vendiendo alegría.

-A pesar de la distancia, ¿se identificaba con Málaga?

-Él comenzó a actuar en el Teatro Cervantes en el 55 ó 56 y durante un tiempo lo hacía prácticamente una vez al año. Le encantaba Málaga, era su sangre. Aunque ninguno de nosotros hemos tenido esa capacidad de embelesar a todo el mundo con su voz. Dejó una saga que intenta mantener ese listón del apellido y llevarlo para adelante de la mejor manera posible.

-¿Málaga fue justa con su talento?, ¿llega tarde este homenaje, casi 20 años después de su muerte?

-Quien verdaderamente le ha tratado bien siempre ha sido el pueblo, "mi España", como él decía. No hay ningún rincón de este país donde no haya gente que sienta un cariño especial por él y me haya dicho, "¿cuando le vais a hacer algo? Desde que falleció ha sido así. Ahora se han dado unos requisitos para hacerlo y lo fundamental era encontrar una voz, Rafa Garcel. De la familia vino el impulso, no de las instituciones. Aunque ahora sí tenemos el apoyo de la alcaldía de Málaga, y de Vélez (donde llegará el montaje en septiembre, espero).

-¿Qué cree que le debe la ciudad a su padre?

-A veces se puede uno sentir no mimado para todo lo que él dio con su voz, pero no hay rencores. Nosotros hemos tirado la primera piedra y nos la hemos tenido que jugar. Creo que en Málaga hay gente emblemática que hay que cuidar, como mi padre y otros andaluces universales como Picasso o Banderas. Pero no ha habido aquí una iniciativa de las instituciones. Ahora me imagino que se apuntarán al carro los demás, que eso está muy bien también, ojo .

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