Cultura

El Museo del Vidrio abrirá en otoño para mostrar un millar de piezas

  • La antigua Posada de San Felipe Neri, una casa del siglo XVIII, está siendo restaurada para convertirse en un espacio dedicado a la producción de cristal en todas sus épocas

Fue un auténtico flechazo lo que unió al historiador y restaurador Gonzalo Fernández-Prieto con Málaga. Madrileño de nacimiento y con residencia en Londres, se enamoró del entorno de la calle Gaona en uno de sus viajes y adquirió hace seis años la antigua Posada de San Felipe Neri. Su intención era recuperar este inmueble del siglo XVIII para alojar su importante colección de objetos de cristal. Ése fue el comienzo de un proceso sumamente complicado que finalmente culminará en unos meses. En otoño prevé abrir las puertas del Museo del Vidrio, en el que expondrá alrededor de un millar de piezas desde el antiguo Egipto hasta nuestros días.

En unos 900 metros cuadrados expositivos -aunque la ambición de Fernández-Prieto es aumentar su capacidad- el visitante podrá realizar un recorrido cronológico en el que el cristal funciona como hilo conductor. En torno al patio central se articulan cuatro habitaciones y cada una de ellas ofrecerá el retrato de una época a través de sus objetos. El viaje en el tiempo comenzará con las piezas más antiguas, el vidrio romano y el medieval, cristales bizantinos y musulmanes -esto últimos procedentes de Irán de los siglos XI y XII-. La siguiente sala estará dedicada al siglo XVI. "Se expondrán unas vinagreras catalanas de un cristal tan bueno como el veneciano", explica Gonzalo Fernández-Prieto.

Estos utensilios se expondrán acompañados de mobiliario de la época, cuadros y esculturas, que dan una visión de los usos y costumbres, del vestuario y la moda de cada momento histórico. En la primera planta, con una distribución pareja a la parte baja, se exhibirán los fondos del siglo XVIII, sobre todo de cristal inglés, la parte más importante de la colección de Fernández-Prieto. Se podrán ver vidrieras, copas, jarras, espejos, lámparas de araña y todo tipo de objetos hechos con este material "que no era para minorías, era muy caro hasta que lo abarató la revolución industrial", subraya el propietario.

Tras el siglo XIX y el XX, la visita terminará con "algunas producciones de camafeo actuales y las vidrieras que el malagueño Alberto Gascón va a elaborar para el museo", comenta el promotor del espacio, que ha querido respetar al máximo los elementos originales de la casa. Se han conservado los techos de madera, las columnas, los cristales de las ventanas, la pila que presidía el patio y las tejas de la época.

En total, el visitante podrá ver de manera permanente unas 1.000 piezas, "aunque intentaré mostrar las 3.000", asegura Fernández-Prieto cuyo siguiente propósito es rehabilitar la torre mirador aneja a la casa. Si no hay burocracia en medio que lo impida, quiere comenzar esta obra en el mes de julio. Para entonces habrán concluido los trabajos en el edificio principal y será el momento de trabajar en la ubicación de "los artilugios", como el historiador denomina.

Además de la muestra permanente, Gonzalo quiere poder brindar su espacio a exposiciones temporales y el patio central dedicarlo a recitales de música de cámara. Pero las aspiraciones de este restaurador e historiador no terminan aquí. Fernández-Prieto quiere que el museo sea un ente vivo que permita generar industria. Para ello, tiene en proyecto recuperar la calle Chinchilla para convertirla en un pasaje de artesanos. "Tras el recorrido museístico, los visitantes podrían ver el trabajo de los artesanos instalados en esta calle", observa el propietario del museo. "Estoy trayendo a gente para que pueda crearse una escuela de vidrio soplado, hay que crear oficio, crear industria", añade.

Como la colección de vidrio de Fernández-Prieto, que cuenta sobre todo con piezas cortesanas, no existen en España muchos ejemplos. Por ello, "queremos crear un museo de relevancia internacional, no provinciano, siempre que nos permitan extendernos", dice el historiador que quiere resucitar uno de los barrios más deteriorados del centro histórico de la ciudad. Sin embargo, su empeño no cuenta con ningún tipo de subvención pública. Cajasol son los encargados de financiarle la obra, "están fascinados con el proyecto", asegura Gonzalo.

No obstante, el madrileño afirma que aunque el Ayuntamiento no le ha proporcionado ayuda económica, "el alcalde de Málaga me ha ayudado a resolver problemas" en los desesperantes seis años que lleva intentando levantar este equipamiento. "Creí, ingenuamente, que teniendo la propiedad, el dinero y la colección sería cuestión de uno o dos años", recuerda Gonzalo. Estaba equivocado aunque pronto verá los resultados de un sueño que lo ató por casualidad a esta ciudad.

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