Cultura

De la belleza como inteligencia

Segundo concierto de la temporada de abono. Teatro Cervantes. Fecha: 20 de septiembre. Programa: Obras de J. Brahms y M. Bruch. Intérpretes: Orquesta Filarmónica de Málaga. Director: Marco Guidarini. Solista: Alexandre da Costa (violín). Aforo: Lleno.

Cuando se ha vivido rodeado de belleza desde que se tiene uso de razón, cuando aquella no se manifiesta sólo esporádicamente, como algo extraordinario y turbador, sino que está presente incluso en lo más nimio y cotidiano, la vida se constituye como una experiencia -y no sólo una conquista- estética: un conducirse en las formas, las proporciones y el color con la natural elegancia de quien no ha conocido otra cosa, pero sabe y aprecia el valor del legado recibido. No es casualidad que el concepto italiano de "finezza" no tenga equivalente en español. Calificar de elegante la dirección del genovés Marco Guidarini al frente de la Orquesta Filarmónica de Málaga sin antes aclarar la carga de profundidad que aquí denota el adjetivo sería un desdoro. Con una sensibilidad tan alejada de sensiblería como de los excesos, su personal interpretación del repertorio romántico es, sencillamente, sublime.

El refinamiento lírico de la Obertura para un festival académico fue un perfecto anticipo del Brahms que Guidarini iba a ofrecer en la segunda parte, haciendo de la belleza una manifestación de la inteligencia. Igualmente, su implicación y su serio trabajo con los músicos no pasaron desapercibidos para el aficionado instruido (que habrá tomado nota de hasta dónde se puede llegar con estos mimbres). Por lo demás, es probable que más de uno, al escuchar la interpretación del canadiense Alexandre da Costa del Concierto nº1 de Bruch, no pudiera evitar la comparación con la ofrecida por Pinchas Zukerman hace unos meses: la sutileza casi etérea del primero frente a la madurez y consistencia del segundo. En todo caso, y para dejar constancia de su virtuosismo, da Costa se despidió con el 'Manic depression', de Jimmy Hendrix, acompañado por Tilman Mahrenholz, primer violonchelista de la OFM.

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