Son sus joyas "más intimistas" y eligen Málaga para presentarse juntas por primera vez. Una treintena de piezas gráficas y esculturas procedentes de la Fundación Aena cuelgan de las dos salas del Rectorado hasta el 26 de abril como los "pequeños tesoros" del total de 1.500 obras que conforman la colección. Ángeles Imaña, comisaria de la exposición se refirió ayer en estos términos a creaciones que llevan la firma de Picasso, Tápies, Miró y Saura, entre otros.

Las dos salas de la galería (planta baja y sótano, junto a las excavaciones) exhiben esta cuidada selección ordenada por estilos. Bajo el lema Figura (el paso de la figura humana desde la imagen real a la abstracción) nada más entrar saluda al visitante un conjunto de serigrafías, litografías y aguafuertes que merecen una parada obligada en El abrazo de Eduardo Úrculo y en los dos aguafuertes de Picasso pertenecientes a la Suite Volard, Femme Torero II (1934) y Escultor y modelo arrodillada (1933). Del Equipo Crónica se muestran dos serigrafías que comparten espacio con el aguafuerte de Martín Chirino.

La figura se acuna en el surrealismo con la genialidad de Miró, aquí evidente en La Ruisselante solaire, una litografía de gran formato creada en 1976. Eduardo Chillida por su parte elige los grises de su Esku XXXVIII (Mano) para crear en aguafuerte y papel.

El recorrido por cerca de dos siglos de arte (XX y XXI) deja paso a otras formas de interpretar la realidad agrupadas en El Concepto. Aquí tienen cabida Lancelot, un aguatinta de José Manuel Broto; de nuevo Chillida (esta vez menos explícito) y, sobre todos ellos, la peculiar perspectiva de Cristina Iglesias, en lo que la propia comisaria de la exposición consideró la pieza "más espectacular". Se trata de Políptico tres, una inmensa serigrafía sobre cobre (de 200x400 centímetros) en tonos dorados ideada en el año 2000. Las serigrafías de esta artista donostiarra dan la impresión de estar impresas con fotografías de instalaciones reales, cuando en realidad representan modelos en miniatura de sus propios trabajos escultóricos. Las grandes dimensiones vuelven a acaparar las miradas ante el Carro (1987) dibujado por Miquel Barceló en aguafuerte, aguatinta y carburundum.

La rectitud de las cosas es el título elegido por Gustavo Torner para interrumpir el paso del visitante con una escultura (son siete las que ocupan la sala) en hierro de 1982. El mismo material emplea Pello Irazu para su instalación. Venancio Blanco, José Planes y Alberto Sánchez optan por el fundido en bronce para plasmar su mirada tridimensional.

La última sección de la muestra, El Gesto lleva por subtítulo Cuando el proceso de creación es tan importante como el resultado, y viene a exhibir una decena de obras entre el informalismo y el arte gestual. Invita a una litografía en tonos grises, negros y blancos de 150 por 104 centímetros de 1968. Ya en el sótano espera Antonio Saura con la multiplicidad de pequeños personajes que pueblan su Serie Abierta, compuesta por diez planchas de las que aquí se reproduce la sexta.

La serie de imágenes que componen esta muestra única deben su exhibición al convenio de colaboración suscrito por la Universidad de Málaga y la Fundación AENA. Ésta última contactó hace unos años con expertos en obra gráfica "para darle entidad a una colección representativa de este tipo de arte desde el siglo XX hasta la actualidad", explicó Imaña.

Según la comisaria, para la selección de piezas se optó por aquellas que casaran mejor con las dimensiones del espacio. "Son obras que suelen estar expuestas en salas VIP y de reuniones", añadió la experta.

Durante dos meses la ciudad de Málaga tiene el privilegio de admirar, en una sola visita, 42 ejemplos de la mejor producción gráfica y escultórica contemporánea de la mano de aristas presentes en los principales museos y colecciones internacionales.