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Cultura

Las virtudes de la voz al natural

Gran Concierto de Otoño de la Fundación Unicaja. S. I. B. Catedral de Málaga. Fecha: 28 de octubre. Programa: 'Nigra Sum', 'Recordare Virgo Mater' y 'O vos omnes' de P. Casals; 'Letanías a la Virgen negra' de F. Poulenc y 'Réquiem' de G. Fauré. Intérpretes: Coro Vivaldi y Orquesta de cámara Terrassa 48. Solistas: Iñaki Fresán (barítono) y Marta Jobani (soprano). Director: Óscar Boada. Aforo: casi completo.

Puede que mis palabras hieran los sentimientos de los amantes de la ópera, de la que yo me declaro profundo admirador. No es, en absoluto, mi intención. De manera que lanzo mi afirmación encaminada a ensalzar el respiro mental que supuso el pasado miércoles el asistir a la audición de voces jóvenes, naturales, sin artificios y sin profundizar en las más depuradas técnicas operísticas de las más insignes escuelas del bel canto. Algunos que me conocen podrían decir que mis palabras se vuelven partidistas al conocer mi profundo amor hacia la música antigua, pero les puedo asegurar que no es el caso. Por ello, éxito es el término preciso para el ya tradicional Gran Concierto de Otoño del que tiene a bien hacernos partícipes la Fundación Unicaja un año más. Una circunstancia que se debe, no sólo al entorno, que en esta ocasión conjugó a la perfección con el programa de obras propuestas, sino con la notable interpretación del Coro Vivaldi y las aportaciones, reducida de efectivos o al completo, de la Orquesta de cámara Terrassa 48.

Se notó a lo largo del concierto que la perfecta afinación de las voces, a excepción de algún leve pasaje en los agudos más complicados del Nigra sum de Casals, en combinación con una perfecta dicción del francés y una destacable disciplina coral, hacen de esta agrupación de jóvenes voces un todo muy brillante, y que evidencia el destacado trabajo de Óscar Boada en la dirección. Una labor que quedó nuevamente asentada en su sabiduría de respeto a la reverberación del lugar y los sabios fraseos y conclusiones, quedando como ejemplo la interesante partitura Letanías a la Virgen negra de Poulenc.

El tramo final de la cita, con bis de Mendelssohn inclusive, se dedicó al incomparable Réquiem de Gabriel Fauré. Una verdadera oda al descanso eterno que se prodigó en la actuación que nos ocupa en momentos encantadores, como el Pie Jesu en la voz de la joven soprano Marta Jobani, en contraposición con un Iñaki Fresán correcto pero de resultado poco compacto y limitado en sus registros graves, y un tempo algo veloz para el Sanctus (compárese con la versión de Christophers) donde el solo del violín fue casi imperceptible.

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