Cultura

El magisterio del sabio orador

Concierto nº 11. Teatro Cervantes. Programa: 'The Wasps' y 'El vuelo de la alondra' de R. Vaugham Williams, 'El Carnaval de los animales' de C. Saint-Saëns y 'Francesca da Rimini' de P. I. Tchaikovsky. Intérpretes: Orquesta Filarmónica de Málaga. Solistas: Andrea Sestakova (violín) y Dúo Scarbó (pianos). Director: Salvador Brotons. Aforo: Casi completo.

Buena señal y buen presagio a la salida del concierto es sinónimo de una degustación musical ampliamente saciada. Una sensación placentera ante un concierto que se perfiló como uno de los mejores de la temporada, digno de ser recordado por el público.

En esto tuvo que ver mucho Salvador Brontons, el cual se acercó al melómano malagueño con la fórmula perfecta. Esto es, programar el melodismo siempre convincente de Vaughan Williams, proporcionar un excelente clima en la conocida pieza de Saint-Saëns y remover la expresión más desbordante de Tchaikovsky. Y si además el barcelonés, contagia a los maestros de la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM) con su natural energía y efectividad, el resultado mayúsculo se sirvió.

Los indicios llegaron desde la propia Obertura de The Wasps, como preludio de la seguridad y rotundidad que Brotons mostró ante esta pieza realizada en solución de continuidad, y que dejó pistas de las claras matizaciones de calidad. Una misma dirección que se prolongó en el Carnaval de los animales y que contó con la presencia de Elena Hammel y Laura Sánchez, unidas en el Dúo Scarbó.

El sonido ampliamente equilibrado fue la constante de la pieza del francés. En este sentido, las pianistas derrocharon una perfecta comunicación entre ellas y con el resto de efectivos orquestales. Acompañantes de sonido preciso, como en Tortugas y El elefante, la presentación de los momentos solísticos confirió el notable acercamiento a un sonido transparente y que por momentos hacía pensar en un sólo piano. No dejando atrás su exquisito Acuario, las ovaciones merecidas se situaron igualmente en torno a los solistas de la OFM, que se prodigaron en crear momentos de belleza sonora como El cisne de la traducción de Tilman Mahrenholz.

Tras el colosal bis de la famosa Brasileira de Scaramouche de Darius Milhaud, se abordó la segunda parte en el retorno a la expresión melódica de Williams. Una creación plagada de interesantes matices y que nuestra concertino Andrea Sestakova, en calidad de solista para la ocasión, supo transmitir con gran acierto y entereza en los agudos, junto a un acompañamiento bien subrayado. Pero claro está, que ante un inigualable final de soberbia delicadeza sonora, el descarado sonido del móvil tuvo que hacer acto de aparición en el peor momento posible. Sin comentarios.

La última prueba del magisterio de Brotons quedó para el término del concierto. Un final en el que el maestro presentó su acercamiento de memoria con total empatía con los allí presente. Es significativo que las aproximaciones al mundo de la composición musical que regenta el maestro catalán (recordemos que se programó una de sus piezas en el primer concierto del XVI Ciclo de Música Contemporánea), le hace conocedor de todo un espectro de matices más allá de la lectura superficial de cualquier partitura. Por ello, en el caso de interpretar toda la energía interior que presenta Tchaikovsky, su versión de Francesca da Rimini se desarrolló de manera absolutamente válida.

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