Cultura

Viaje a través de la esencia

Teatro Cervantes. Fecha: 19 de mayo. Programa: Obras de Mesinai, Kulenty, Vrebalov, Dessner, Riley y Gordon, entre otros arreglos musicales. Aforo: Una cuarta parte del total.

Los aficionados a la música contemporánea de índole minimalista, y los que hace tiempo se dejaron cautivar por el espléndido bagaje evolutivo de una formación de sonoridad peculiar, tuvieron una cita con la rica experiencia de Kronos Quartet. Fue un velada de las atípicas y en familia (por aquello de presentar un escaso aforo) pero maravillosamente bien recibida. Y es que el emblemático cuarteto hizo su primera parada en España en el presente año, dando como resultado una de las mejores propuestas musicales en su ámbito de la temporada.

No se sabe bien si lo que más llama la atención del cuarteto es su excelente puesta en escena, donde una impecable sonorización de la cuerda junto a un deslumbrante diseño de iluminación no deja tregua alguna a los atónitos ojos del espectador, o indudablemente, su excelente técnica interpretativa basada en una exigente precisión. Nos decantamos por ambas direcciones traducidas en total éxito.

En dicha dualidad, Crossfader, del considerado por algunos alquimista del sonido Raz Mesinai fue la exquisita carta de presentación de los estadounidenses. Toda una suerte de procedimientos compositivos de esencia repetitiva en fondo roj que dejaron anticipar que lo iba a acontecer se presentía en sinónimo con la calidad. Una hipótesis que se confirmó felizmente, máxime cuando se atisba una disposición inteligente de las piezas que conformaron el programa. Por ello, la alternancia con procedimientos electroacústicos que se sucedieron a continuación en Ramallah Underground, en los arreglos del compositor y trombón Jacob Garchik, mostraron parte de ese sello propio que contiene el cuarteto y que les anima a seguir fomentando la creación actual para este tipo de formación camerística.

Sin embargo, tras de la belleza de las piezas de índole tradicional, el momento apoteósico llegó con las dos últimas obras de las dos mujeres compositoras de la primera parte. Por un lado, String Quartet No. 4 (A Cradle Song) de la polaca Hanna Kulenty, donde el grupo demostró su perfecta sincronía en tempo junto a una sobresaliente afinación (con sonidos armónicos inclusive), junto a …hold me, neighbor, in this storm… de la serbia Aleksandra Vrebalov de multifacéticos elementos en acción.

Finalmente, una deseada segunda parte -el público hizo salir en tres ocasiones a los músicos antes del intermedio- se presentó triunfalmente desde los rigores técnicos del bariolage rítmico de la cuerda de Aheym (Homeward) del joven guitarrista y compositor americano Bryce Dessner hasta el bello melodismo de One Earth, One People, One Love de Sun Rings del veterano minimalista Terry Riley, y sin dejar pasar las manipulaciones sonoras de la pieza Potassium de Gordon junto a las impecables obras de regalo que pusieron en pie al agradecido público asistente.

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