Cultura

Chambao y Estambul, un amor recíproco en el debut del grupo en Turquía

  • El grupo malagueño cautivó anoche al público de Estambul en su primer concierto en la antigua capital otomana y atrajo un gran interés en los medios de comunicación turcos, un broche de oro a su exitosa gira por Reino Unido y Turquía

El grupo de flamenco-chill español Chambao cautivó anoche al público de Estambul en su primer concierto en la antigua capital otomana y atrajo un gran interés en los medios de comunicación turcos, un broche de oro a su exitosa gira por Reino Unido y Turquía.

Alejandro y Toni, DJ y guitarrista del grupo, respectivamente, se miraron sorprendidos cuando escucharon la música que sonaba en el primer bar que visitaron en Estambul.

Hacía apenas unas horas que los Chambao acababan de aterrizar en la metrópolis turca y probablemente lo último que esperaban oír fuese una canción de Ska-P.

Pero era así y sólo restaba bailar, mezclarse con el resto de cuerpos de jóvenes turcos que se contoneaban con los ritmos del grupo ska madrileño y arrojarse de lleno a la noche en Estambul.

Era el modo de desahogarse de una exitosa gira por Inglaterra: ocho días "de bolos" por los clubes británicos, de los que salieron "como dioses", triunfando en la mítica discoteca Koko Club.

"Aún estamos flipando", confesó La Mari, vocalista de Chambao.

Pero fueron días duros, de mucho trabajo y de mantenerse "a base de sandwiches". "Hoy por fin he podido comer cordero", exclamó alegre uno de los técnicos del grupo, tras la primera parada en fonda en Estambul.

Era martes, cuando aún faltaban dos días para el concierto, y lo mejor que puede hacer un grupo de música en esos momentos es explorar los ritmos del país que visita.

"Los turcos son gente muy cercana, muy mediterránea, que te besa, te toca, habla contigo, es muy social... y eso para mí es un regalo. Además venimos de Inglaterra, que es una cultura muy diferente", explicó La Mari.

Y la noche de Estambul da para mucho, como por ejemplo para terminar bailando al son de danzas tradicionales de Anatolia mezclados con el público turco, entre raki, cervezas y el rasgueo de un 'saz' (especie de laúd turco alargado).

O compartir secretos musicales entre los artistas de cada extremo del Mediterráneo, algo indispensable para un grupo "fusión" como Chambao, al que le gusta incluir melodías mestizas.

En uno de esos rincones inesperados de Estambul, los Chambao buscaron la esencia del país enamorándose de la danza mística de los derviches.

Terminó la representación de los derviches y los intérpretes de "800 Years of Love", de origen gitano, continuaron improvisando las últimas canciones de música sufí con ritmos de jarana.

La Mari se levantó y aplaudió a rabiar. El señor Kazim, voz y laúd del conjunto estambulí, se acercó y le dijo en turco: "La música es universal". "Yo pienso lo mismo", respondió la malagueña con una sonrisa. Se entendieron.

Y llegó el concierto. Nadie sabía a ciencia cierta si un grupo español, totalmente desconocido en Turquía, sería capaz de movilizar al público de Estambul y llenar las 800 plazas del auditorio Is Sanat. Sin embargo lo consiguieron.

El público turco, entre los que se contaban varias docenas de españoles expatriados, se encontraba un tanto desconcertado al inicio del espectáculo ya que el lugar, una platea de butacas, no era quizás el escenario más idóneo para un concierto a los que acostumbra Chambao.

Pero La Mari se ganó enseguida la complicidad de los espectadores con un improvisado agradecimiento en turco y, cuando dijo "hoy todo el mundo es libre, el que quiera que se levante, el que quiera que se quede sentado", comenzó la fiesta.

Un grupo, que fue creciendo, salió a mover el cuerpo entre los pasillos y las butacas y los estambulíes no pararon de aplaudir.

El ambiente se caldeaba y, así, la relación de los Chambao con el público al que, combinando sus éxitos más sonados con las canciones del nuevo disco "Con otro aire", arrancó cada vez más palmas.

"A mí me da la sensación de que la gente en un concierto de Chambao no tiene que estar en ninguna postura, sino que se quita las caretas y se siente a gusto. Y yo necesito ese tipo de familiaridad porque a mí nadie me ha enseñado este oficio. Cuando noto así al público, sé que el concierto va a ser un éxito", aseguró La Mari.

De vez en cuando se escuchaba un grito entre el público con fuerte acento andaluz -"Soi' lo' má' grande'"- y la cantante seguía agradeciéndolo en su recién aprendido turco: "¡Tesekkürler! (Gracias)".

Ya antes en un bar estambulí, mientras el resto de la banda bailaba en una de esas típicas terrazas de los bares turcos situada en lo alto de un inmueble, La Mari se paró un momento a mirar por la ventana las siluetas nocturnas de los edificios de Estambul.

Su rostro, reflejado en el cristal, parecía estar pensando si Chambao sería capaz de conquistar la ciudad o, antes, la ciudad les conquistaría a ellos. Definitivamente ocurrieron las dos cosas.

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