LAS luces largas apuntan, tal vez como desiderátum, al objetivo de nuestro viaje, al fin del camino al que se dirigen nuestros pasos. Pero es difícil circular con ellas. A menudo nos encontramos con otros que, en sentido contrario, nos obligan a poner las cortas o, incluso, con retenciones que nos hacen detener la marcha. Adecuamos la conducción pero nunca perdemos de vista nuestro horizonte. Esta ciudad nuestra avanza con las luces de cruce permanente, sin un destino para el que planificar el viaje. La sempiterna crisis es, sin duda, la coartada que esgrimen quienes debieran trazar la hoja de ruta de Málaga y, en lugar de ello, han optado, directamente, por circular a ralentí.

El Consistorio de la capital ha demostrado que los árboles de la crisis no le están dejando contemplar el destino, el modelo de ciudad, al que nos encamina. Las dificultades económicas que debe afrontar están suponiendo la modificación de los proyectos a largo plazo que restan a los malagueños espacios y proyectos que serán irreparables cuando la economía vaya bien. La inexplicable idea de permitir construir un supermercado en el remozado Muelle Uno chirría en los esquemas de este espacio en el que, tras años, la ciudadanía y el mar se reconciliaban. Es toda una declaración de intenciones: se cede al arte las plazas libres de un aparcamiento público, en un homenaje literal a la cultura underground, y al capital la esquina dorada de este eje centro-puerto.

Este atajo a ninguna parte se repite en los Baños del Carmen. Con un lustro por delante en el que acometer, de una vez por todas, una propuesta realista e integral para este marchito enclave privilegiado, el Ayuntamiento persevera en la gestión privada desoyendo las reiteradas peticiones vecinales que defienden un modelo público. Viene de largo esta reivindicación; ya en 1990 en TSJA avalaba la petición de rescate urgente para la ciudad de este espacio que ordenó el Ministerio de Obras Públicas. Sin embargo, tras décadas de abandono, en las que la empresa concesionaria ha ignorado sus responsabilidades, se la premia con una la explotación de setenta y cinco años y la gestión de equipamientos privados.

No se debe confundir la imprescindible austeridad en el gasto con el cortoplacismo y la privatización de los bienes públicos. Quieren presentar los proyectos para los Baños del Carmen o la esquina del Muelle Uno como una gestión más rentable de los recursos públicos pero, en realidad, es una privatización de los mismos que perjudica a los malagueños de hoy y los de mañana, pues nunca se recuperarán. No es que la ciudad circule con las luces cortas de la crisis, es que avanza con pocas luces y alejándose de una Málaga con el referente de futuro de una gran capital para su ciudadanía.

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