Postales desde el filo

José Asenjo

Turismo y arquitectura

TRAS la contundente crítica de Javier Gómez el domingo a los chiringuitos del paseo marítimo, poco más se podía añadir. Pero ayer el presidente de la asociación de chiringuiteros salía en defensa de los empresarios que, en estos tiempos, se han arriesgado a invertir en esos proyectos que contaban con el visto bueno de todas las administraciones. Obviamente no se les puede culpar del despropósito. En los últimos años empresarios y partidos se han movilizado en defensa de estas instalaciones frente a la intención de Costas de reducir su presencia. En las campañas este asunto ha estado recurrentemente en la boca de todos. Los candidatos rivalizaban a ver quién defendía con más gallardía lo que, dicen, es parte indispensable de nuestra forma de entender el ocio y el uso de las playas. Lo cierto es que hay buena razones para defender los chiriguintos, pero los que se están construyendo parecen pensados para desmentirlas. Al ver sus toscos y desproporcionados volúmenes sólo se puede pensar que aquellos los recelos de Costas estaban plenamente justificados.

El Ayuntamiento insiste en involucrar a la Junta en la reforma del paseo de Pedregalejo para convertir las playas en un producto turístico complementario de la oferta de ocio y cultura. Con nuestro clima, con inviernos tan privilegiados, extender el espacio turístico mejorando la calidad de nuestras playas y sus locales de pescaíto nos convertiría en un destino aún más competitivo. Pero lo que se está haciendo en el paseo marítimo no mejora la imagen de nuestro litoral, sino todo lo contrario. Algo que se hubiese logrado con una arquitectura más acorde a la función y al espacio y con materiales más ligeros que evocasen la simplicidad de los chiringuitos originales. Acertar en estas cosas tiene más importancia de la que le solemos conceder. Los edificios del Palmeral de Las Sorpresas y la calidad de los espacios y de la arquitectura en general del Muelle 2 explica en buena medida el éxito de la operación portuaria. La mayoría de los edificios construidos por el Ayuntamiento para usos ciudadanos, bibliotecas, juntas de distritos, centros sociales, etc. en general se han hecho con una arquitectura cuidada, en algunos casos, de verdadera calidad. Por no hablar de la Gerencia de Urbanismo, que más allá de la oportunidad de su construcción, es ya un icono arquitectónico que ha embellecido el paisaje urbano. Por ello, resulta extraño que no se haya tenido la misma sensibilidad con estas instalaciones, especialmente al ubicarse en un espacio tan frágil como las playas.

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